El PSOE actuó con inteligencia y rapidez al ser la primera fuerza política que, en plena crisis, promovió un cambio generacional en su dirección. Por su parte, Podemos, teorizó y generalizó esa renovación y la vinculó a un cambio político en el país. La vieja y la nueva socialdemocracia están jugando a la perfección su papel histórico como fuerzas de contención capitalista.

Fuerzas de contención capitalista.

El próximo año se cumplirá el centenario de la Revolución Socialista de Octubre en Rusia. En el periodo transcurrido entre febrero (marzo) y octubre (noviembre) de 1917, Lenin cargó con fuerza contra los bisabuelos políticos de la actual socialdemocracia y rechazó toda posibilidad de colaboración con quienes habían votado en sus parlamentos nacionales los créditos de guerra y cargó contra la tendencia de “centro”, a la que describió como un reino de almibaradas frases pequeñoburguesas, de internacionalismo de palabra y cobarde oportunismo y servilismo a los socialchovinistas en los hechos1.

Recuperando las opiniones de Marx y de Engels, sostuvo que el nombre de “socialdemocracia” es científicamente incorrecto, puesto que del capitalismo la humanidad sólo puede pasar directamente al socialismo, es decir, a la propiedad social de los medios de producción y a la distribución de los productos según la cantidad de trabajo que realiza cada individuo. Señaló que nuestro partido mira más allá, puesto que el socialismo debe transformarse gradualmente en comunismo, en cuya bandera figura el lema “De cada cuál según su capacidad, a cada cuál según sus necesidades”.

El movimiento obrero se escindía, en Rusia y a escala internacional, en dos grandes campos: el comunismo y la socialdemocracia, convertida ya, de hecho, en una fuerza burguesa que defiende y representa un movimiento obrero burgués.

Socialdemocracia clásica y progresismo.

Y es que hoy, cuando en ese consejo de administración del capital monopolista al que llaman parlamento, donde el esperpento se ha convertido en norma, actúan los y las representantes del PSOE y Unidos Podemos, conviene tener presente el carácter de clase de dichas fuerzas, su origen histórico y desarrollo hasta estos cansinos días de interminables debates de investidura.

Hay que decirlo claro: tanto el PSOE, en nombre de la socialdemocracia clásica, como Unidos Podemos, en nombre del neokeynesianismo y el progresismo, proponen perpetuar el modo de producción capitalista y la dictadura de clase de la burguesía, tendiendo las redes de sus engañosas propuestas para atrapar a la clase obrera en la lógica del mal menor, prolongando la esclavitud asalariada, la explotación y la extracción de plusvalía.

La política, expresión concentrada de la economía.

Ese es el papel fundamental que juegan hoy nuestros antiguos y nuevos socialdemócratas, el de cancerberos del poder del capital, el de muro de contención capitalista frente a la posibilidad de organización y lucha de la clase obrera al frente de los demás sectores populares. Y, si decimos que ese es su papel principal, es porque, en última instancia, la economía manda, y para el capitalismo español de nuestros días, incapaz de reemprender con fuerza un nuevo ciclo económico expansivo, la propuesta de gestión socialdemócrata – progresista no toca. En un país en el que, desde el año 2010, se ha recortado la inversión pública un 58 %, no son posibles el tipo de medidas puestas en marcha por el Gobierno Zapatero con el denominado Plan E, típicamente socialdemócratas. Y, menos aún, si se tiene en cuenta la exigencia de un nuevo “ajuste” de 10.000 millones exigido por la Unión Europea hasta 2017.

Todos estos aspectos, en cuyo análisis convendría profundizar, explican el juego actual de la socialdemocracia en España: la fallida investidura de Pedro Sánchez, su pacto con Ciudadanos, el papel subalterno de Podemos, la posición de ambos ante el actual debate de investidura, su mutismo durante el verano y el triste papel llamados a jugar si, finalmente, se convocase un tercer proceso electoral.

Nuestra tarea.

En este escenario, en el que, retomando a Lenin, una gigantesca ola pequeñoburguesa lo ha inundado todo y ha arrollado al proletariado con conciencia de clase, no sólo por la fuerza de su número, sino también ideológicamente, es decir, ha contagiado a amplios sectores obreros y les ha infundido sus concepciones políticas pequeñoburguesas; nuestra tarea es explicar de manera paciente, persistente y sistemática, el carácter de clase y el papel de la socialdemocracia de ayer y de hoy, criticando sus propuestas, señalando sus errores, desenmascarando su particular “juego de tronos”. Y para eso es necesaria una política revolucionaria basada en la máxima firmeza estratégica y en la mayor habilidad táctica. Una política desarrollada con el convencimiento que hace falta para convencer.

R.M.T.


1 V.I. Lenin. Las tareas del proletariado en nuestra revolución.

 

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