Si la denominación de brujas, y su caza, se desata contra mujeres que no entraban en los parámetros sociales y políticos de una etapa histórica, la iniciada con la pugna del feudalismo y la acumulación originaria capitalista, resulta de lo más acertada para mujeres que fueron vanguardia y destrozaron los estereotipos patriarcales y machistas del siglo XX. No es peyorativa en ningún caso, sino que es la denominación que los aterrados enemigos dieron a una estirpe de mujeres luchadoras, resistentes, valientes y osadas. En este caso hablamos de la organizadora de un Regimiento de brujas contra el fascismo.

Marina nació en 1912 en Moscú. Tras su graduación, la orfandad paterna hace que empiece a trabajar en una fábrica de productos químicos. Ahí conoce a quien sería su marido, casándose con solo 17 años, pero será en el trabajo como dibujante de planos, en el Centro de Navegación Aérea de la Academia del Aire, donde descubra una pasión mayor. Un deseo por surcar los cielos que la lleva a inscribirse en la Academia de Vuelo de Zhukovski. En 1934, tras un año de estudios, es la primera profesora de vuelo en dicha academia.

El 24 de septiembre de 1938, junto a Valentina Grizobudova y Polina Osipenko, en un bimotor ANT-37 de nombre Rodina, despegaba de Moscú con destino a Komsomolsk. Veintiséis horas de vuelo ininterrumpido que se complicaron sobrevolando Siberia. Marina se lanzó en paracaídas en plena estepa para aligerar peso. Sobrevivió y las tres mujeres regresaron a Moscú como las heroínas que eran. Con 25 años recibió, junto a sus compañeras, la Estrella de Oro de los Héroes de la Unión Soviética. Fueron pioneras también en eso.

Tras la invasión nazi, con el apoyo de Stalin y pese a las reticencias en el ejército, logró que se creara el Grupo de Vuelo Especial nº 122, compuesto íntegramente por mujeres. Un acelerado y duro entrenamiento del grupo de voluntarias hizo que a los 6 meses estuvieran listas para el combate. El originario regimiento se dividió en 3: el 586, 587 y 588. Seguramente también fue la primera vez que, de un modo tan generalizado, el rol femenino en un conflicto no fue únicamente de retaguardia.

Con sus múltiples expediciones de combate, no solo sembraron temor y desconcierto en las filas nazis, sino que alcanzaron una victoria doble por cuanto de humillación supuso que aquel ramillete de aviadoras se impusiera a la todopoderosa aviación alemana. El 4 de enero de 1943, en los cielos de Saratov, el avión de Marina se estrelló a causa de una tormenta de nieve. Toda la tripulación murió en el acto y se consideró que había muerto en combate. Las cenizas de Marina Raskova fueron enterradas al pie del muro del Kremlin y recibió condecoraciones a título póstumo.

Lola Jiménez.

 

 

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