¿Puede UyL ser el organizador colectivo central del PCPE? ¿Es necesario en este momento? Mirando en la constantemente creadora obra del camarada Lenin, sólo hay una respuesta: Sí.

¿Podemos aspirar a ello? Mirando a nuestra realidad organizativa y al potencial político que alberga nuestro Partido, sólo hay una respuesta: Sí.

¿No es un sueño imposible? Como nos enseñara Lenin en ¿Qué hacer?, siempre que el sueño mantenga contacto con la realidad, todo va bien y legitima emprender una obra por complicada que sea.

¿Pero no vivimos un momento de retroceso de la lucha de clases? ¿No es cierto que la prensa de papel está destinada a desaparecer? Podríamos buscar y argumentar cualquier excusa para decir que no; incluso hacernos eco de la pseudosociología que, al servicio de los monopolios, fía un futuro ligado exclusivamente al tele-trabajo y a las redes sociales en el que el accionar consciente de las masas se limita a darle a “me gusta”. Incluso podríamos sucumbir al cretinismo de las redes sociales y negar la utilidad de la prensa revolucionaria sin, además, ser conscientes que con ello negamos la propia existencia del Partido Comunista.

Pero como siempre, en el PCPE, convencidos de la necesidad de una agitación activa comunista entre las masas mediante nuestra prensa, remamos a contracorriente y preferimos trazar un plan para lograr el salto cualitativo que nos permita hacer de ella un instrumento útil para la Revolución.

NUESTRO PLAN

Para corregir la tendencia a acumular ejemplares de UyL en las estanterías de los locales, la prensa partidaria necesita dar un giro que la posicione en el centro de nuestra actividad porque se le siente y se le utiliza como algo útil para el trabajo político.

Un plan dirigido a multiplicar exponencialmente los ejemplares distribuidos de UyL y a conseguir una periodicidad mínima quincenal, solo puede asentarse en el hecho de que UyL logre ser el instrumento fundamental con el que extender y desarrollar el Partido vinculándolo en la práctica a toda lucha.

Una prensa que estando al día de la realidad política, no sólo es capaz de realizar una denuncia eficaz del sistema, sino que logra jugar un papel cada vez más determinante en el desarrollo de la lucha de clases, porque consigue articular una posición unificadora de la lucha política y social frente a cualquier expresión de explotación y opresión que se da en esta sociedad clasista.

En definitiva, hacer de nuestra prensa un altavoz de conflictos que, marcando en todo momento posición política propia y buscando orientar y elevar la conciencia de las masas, concentra y organiza al Partido en una tarea que, a la vez que logra unificar nuestra intervención política, es la mejor escuela de cuadros que podemos tener y garantía de su unidad y de un mejor ejercicio de dirección política central.

El alcance práctico de esta propuesta requiere multitud de recursos y necesitará del concurso de todas nuestras capacidades. Comité Central, comités intermedios y células han de trazar “su” plan; cada uno en su ámbito y con sus responsabilidades pero, al fin y al cabo, un plan de actuación concreto con objetivos y tareas definidas para, en un plazo cierto dar el salto cualitativo práctico de trabajo entre las masas que necesitamos dar y sobre el que, tras el X Congreso, hay un mandato muy claro en el sentido de hacer realidad el giro que, definitivamente, nos permita abandonar la retórica y la falsedad de nuestra filas y, por tanto, la práctica de periódicos tirados al contenedor y las proclamas premeditada y conscientemente huecas e intrascendentes en los contenidos de nuestra prensa.

Julio Díaz

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