Existe un relato casi escondido en un libro. En la narración encontramos una trama detectivesca como si fuera una novela negra. Nos recuerda a las estelares narraciones de Edgard A. Poe o Chesterton. Una ciudad con atmósfera misteriosa y personajes de espionaje que deambulan por hoteles.
El lector comienza desconcertado la exploración de una lectura ignota, de un mundo recóndito de Suiza. Parece que asistimos a un paisaje expresionista del mejor Kafka. Personajes anónimos como protagonistas de la desolación en un mundo aterrador de intrigas.
Vamos deslizándonos por los túneles intrincados por los que nos lleva el narrador como si estuviéramos vendados. Estamos presos de tantas incógnitas. Descubrimos a otro personaje misterioso que a diario acude a una biblioteca y devora libros. Un personaje extraño, un emigrante eslavo que se hospeda en un lugar escondido. El personaje taciturno aparece desapercibido.
Vamos descubriendo poco a poco su identidad. Se llama Vladimir I. Ulianov. Decide regresar del exilio a Rusia. El viaje es muy arriesgado. Se trata de cruzar territorios devastados por los proyectiles, un larguísimo recorrido en un vagón.
El relato es de Stefan Zweig. La maestría del autor reside precisamente en urdir una trama policiaca en torno a un hecho real, histórico. Aparece como un protagonista irrelevante y un hecho intrascendente; sin embargo, Zweig capta, quizás como nadie, cómo un viajero en un tren atraviesa el continente en una guerra mortífera, donde se juega el futuro de Europa. El trayecto en tren es como un simple vector en la cartografía, algo irrelevante, pero cambiará la historia del mundo en el s. XX.
El relato se titula “El tren de libre circulación” y pertenece al libro “Momentos estelares de la humanidad”.
M. Ángel Rojas