DESTACADO

En las muchas líneas escritas a lo largo de estos últimos meses en relación a la conformación del futuro Gobierno, hemos situado sobradamente las consecuencias que, para la clase trabajadora y los sectores populares, tendría un Gobierno al servicio de los intereses de los monopolios y genuflexo a los mandatos de la UE y el FMI. Con las noticias que ya conocemos y el análisis realizado, no es nada temerario apuntar que, en lo inmediato, nos espera un tsunami de ajustes presupuestarios y recortes en prestaciones sociales que directamente apuntará hacia una nueva oleada de recortes en sanidad, educación, servicios sociales y cultura y a la casi total culminación del proceso de privatizaciones, centrado, esta vez, en el progresivo desmantelamiento del sistema público de pensiones.

Un escenario que, combinado con la creciente realidad de empleos precarios con sueldos de miseria, más de un 20% de parados y paradas estructurales y un ciclo decreciente de desarrollo económico, apunta directamente a la posibilidad del resurgimiento de nuevas movilizaciones sociales. Luchas que, con la nueva y la vieja socialdemocracia en la oposición, volverán a situar nuevamente, como objetivo prioritario, el cambio de Gobierno central y la paz social en las instituciones que gobiernan y que, por la subsidiariedad del movimiento obrero y sindical frente a las diversas propuestas organizativas interclasistas que surgirán, colocarán a la aristocracia obrera, a los sectores profesionales y a la pequeña burguesía en el centro del discurso y las reivindicaciones.

Desorientación asegurada.

Salvo que el PCPE cumpla con su papel de, por una parte, analizar correctamente y en todo su alcance la formación social española y, de otra, comunicar como corresponde a la clase obrera y a todos los oprimidos y oprimidas de esta sociedad su táctica para levantar la contraofensiva que ponga freno a esta situación, la derrota y la desmoralización están garantizadas.

Corresponde que hagamos nuestro trabajo.

En el Estado español, sólo el PCPE es el Partido que, caracterizando correctamente nuestra época como del necesario tránsito revolucionario del capitalismo al socialismo, es capaz de trazar una táctica encauzadora de la evidente rabia social en un torrente de organización y lucha que la haga fructífera. Lejos de apuestas sistémicas y/o de reacciones sectarias, nuestro deber es trabajar para que la lucha que se levante en los próximos meses constituya al pueblo en masa consciente de sus necesidades e intereses, porque el análisis político y la propuesta programática con la que trabaja mira, únicamente y sin espejismos desmovilizadores de ningún tipo, a través del cristal de la realidad de explotación, pobreza y falta de expectativas en la que viven los trabajadores y trabajadoras de este país. Una propuesta que, en lo organizativo, unifica al pueblo en una alianza revolucionaria de todos y todas quienes, en esta sociedad, sufren la explotación o padecen cualquier tipo de opresión y que, por ello, por ese valor de constituirse en algo absolutamente diferente de lo que son los protagonistas, se constituye en la verdadera esperanza de quienes hoy viven instalados en la derrota porque no son capaces de concebir que una sociedad diferente al capitalismo sí es posible.

Hay que ponerse rápido a trabajar.

Con intereses diferentes, pero igual que nosotros y nosotras, otros Partidos y organizaciones trabajarán firmemente, y con todos los recursos a su alcance, por integrar la movilización y las aspiraciones que se expresen en el marco de su propuesta. Son muchas sus capacidades y cuentan con grandes apoyos mediáticos que hacen que sus llamamientos avancen como la pólvora en un entorno favorable. Nosotros y nosotras, de entrada, solo contamos con la fuerza de nuestras ideas, una militancia decidida y la evidencia de la imposibilidad de un cambio favorable a la clase obrera y al pueblo en el capitalismo. ¡Suficiente! A pesar de las derrotas sufridas estas décadas, es ahora cuando, con la experiencia acumulada y las evidentes limitaciones de las reformas en un sistema sumido en una profunda crisis, toca convertir la explotación, y cada una de las situaciones de opresión y dominación que se acrecientan diariamente en esta sociedad, en semilla de combate que convierta la Revolución y el Socialismo en cuestión de actualidad para quienes luchen con la decisión de vencer.

Julio Díaz

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