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Febrero 2017

La brutal subida del precio de la electricidad en el pasado mes de enero, coincidiendo con la mayor ola de frío que ha tenido el país en décadas, es una clara expresión de la naturaleza del capitalismo español de 2017. Cuanto más necesita la mayoría social un servicio, o una mercancía, los monopolios que controlan de forma absoluta ese servicio y esa mercancía más incrementan su precio.

Los monopolios farmacéuticos – por citar otro de los sectores fuertemente monopolizados en el capitalismo actual -, han protagonizado casos igualmente clarificadores de su carácter parasitario. Ese fue el caso de aquella amenaza de epidemia de gripe A en los primeros años de este siglo, que nunca llegó a producirse, pero que bajo ese pretexto y favorecido por la campaña de pánico lanzada por los medios de comunicación del sistema -mascarillas incluidas-, las arcas públicas invirtieron cantidades millonarias en la compra de una vacuna - Tamiflu -, cuyas propiedades terapéuticas eran mínimas, fabricada por Roche que controlaba la práctica totalidad de la producción de anís estrellado que era su componente fundamental, y que, finalmente, terminaron todas ellas en la basura ante la falsedad de tal epidemia aterradora.

Ante la repetición - en multitud de casos - de este latrocinio masivo e impune, hay que preguntarse por las razones por las que no se produce una respuesta social de masas contra estas situaciones de estafa descaradamente abusivas, que - fácilmente - deberían lanzar al pueblo a la calle a presionar sobre el Gobierno de turno exigiendo el fin del expolio de las ya muy saqueadas economías de las familias obreras.

Existe, en nuestro país, una amplia experiencia del movimiento obrero y popular en luchas contra todo tipo de situaciones de abuso, consiguiendo una amplia movilización combativa de masas y, finalmente, derrotar las políticas más abusivas del capital.

En nuestra memoria está todavía el recuerdo de la lucha que, en enero de 2014, se dio en el barrio del Gamonal, en Burgos, contra un proyecto de remodelación urbana. Si miramos después de esa fecha, han sido muy escasas las luchas que se han dado en cualquier ámbito con tal carácter de movilización de masas y resistencia popular.

En períodos anteriores la clase obrera y los sectores populares en nuestro país si cuentan con un historial de luchas con un fuerte componente clasista combativo. Luchas obreras como la de la plantilla de Sintel, la Marcha del Carbón, Altos Hornos de Sagunto, Euskalduna, etc., entre otras miles más.

En todas esas luchas la clase obrera puso de manifiesto sus capacidades para dar batallas que a priori podían parecer imposibles, pero que en la dinámica de las mismas quienes las protagonizan demuestran la capacidad de desarrollar iniciativas que desbordan, y rompen, los límites que la burguesía trata de imponer a la clase obrera.

En estas acciones de defensa, y contraataque, de la clase obrera y los sectores populares juegan un papel determinante cuadros dirigentes que, con su liderazgo, se convierten en determinantes del crecimiento de la conciencia de todo el colectivo, e impulsan la consolidación del núcleo de acero que sostiene la lucha en las más difíciles condiciones y, en las mejores situaciones, las llevan a la victoria.

Pero ese papel dirigente adquiere una dimensión superior, que hace que la victoria sea un final más cierto, cuando es el Partido Comunista el que aporta los cuadros que lideran la lucha de la masa en la coyuntura concreta. Cuadros comunistas con una alta formación política e ideológica, y con una probada experiencia en la lucha de masas, se convierten en el elemento determinante de la victoria.

Es en la lucha de masas, en el combate contra la dictadura del capital, contra sus leyes y contra sus aparatos represivos, donde se curten los cuadros comunistas que se van capacitando para liderar las luchas obreras y populares, en un proceso que por lo general no suele ser corto. Aprendiendo en el terreno de la práctica a articular táctica y estrategia, a apoyarse en las fortalezas del colectivo en lucha y a sortear sus debilidades. Sin este aprendizaje un cuadro comunista no completa su formación para la lucha revolucionaria.

Si hoy los monopolios eléctricos, con la intervención compartida del Gobierno de Rajoy, no tienen una respuesta de masas a su latrocinio sobre las economías de las familias es porque una buena parte de la clase obrera española está cooptada por la ideología dominante, y está situada ante el reto de independizarse de las estrategias de dominación de la burguesía y construir su propio paradigma para levantar las más amplias masas en el combate contra la dictadura del capital.

El PCPE se enfrenta hoy al reto de crecer y desarrollarse a niveles superiores como el sujeto político, con presencia en todo el Estado, con capacidad y determinación de liderar ese rescate de la clase obrera de las garras de la burguesía. El Partido Comunista de los Pueblos de España, con los avances de su X Congreso, y con sus cuadros de mayor experiencia política en la lucha de masas, es hoy el baluarte con que cuenta la clase obrera de este país para avanzar hacia su independencia y para incrementar sus capacidades de lucha, hasta convertirse en el gigante que aplastará el sistema de la dictadura del capital. En ese objetivo no habrá ninguna concesión, en el camino hacia el poder obrero y el socialismo.

Por ello la clase obrera tiene un interés propio en defender al Partido y su unidad; para hacer del PCPE una organización fuerte, sin fisuras, con una unidad monolítica en el marxismo-leninismo y en la lucha de masas, que lo convierta, en el terreno de la práctica, en el instrumento con el que golpear al unísono todas las estructuras del actual sistema de dominación.

La respuesta de masas a la dictadura de los monopolios eléctricos, y a la dictadura del capital en general, vendrá de la mano del proceso de fortalecimiento del PCPE, como organización de vanguardia del proletariado español.

 Terror contra terror

La detención por la policía turca, en la noche del 16 al 17 de enero, de Abdulkadir Masharipov, autor “confeso” de la acción terrorista de fin de año en la sala Reina, que dejó 39 muertos, nos plantea una necesaria reflexión sobre la lógica del terror que domina hoy al capitalismo en su fase imperialista.

Masharipov fue presentado ante los medios de comunicación unas horas después de su detención y, según la policía, después de haber confesado todo sobre su acción de fin de año.

La foto de Masharipov, con la mano de un policía manteniendo su cabeza por el cuello, es la demostración irrefutable de las torturas a que la policía turca lo sometió en esas horas. Su rostro golpeado, el color cetrino de su piel, su mirada al vacío, eran una demostración de los brutales métodos empleados para arrancarle cualquier confesión.

Es grave que la policía no se recate en presentar así a alguien que acaba de detener, pero es más grave que ningún medio de comunicación hiciera el más mínimo comentario sobre esta evidencia de torturas.

Una sociedad anestesiada que es capaz de aceptar, sin inmutarse, tal vulneración de derechos y tal cinismo del estado policial turco, se coloca al borde del precipicio de su destrucción. La barbarie se instala, nadie queda libre de la violencia sin límites del capital.

Desde nuestras posiciones revolucionarias nuestra denuncia a la dictadura turca, a su policía, a los medios de comunicación impávidos y a los periodistas que relatan la noticia en silencio cómplice. Es el terror contra el terror.

Turquía es un país miembro de la OTAN. Y Trump acaba de decir que la tortura se justifica por los fines perseguidos.

Capitalismo. Terror contra terror.

Nuestro lema: Vanguardia, lucha de masas y destrucción del capitalismo.

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