La competencia entre los documentales que optaron al Cesar 2017 fue ruda. Frente a “Viaje a través del cine francés” del consagrado director Bertrand Tavernier, “un acto - según sus propias palabras – de gratitud a todos los cineastas, guionistas, actores y músicos que han surgido en mi vida” o a “Últimas noticias del cosmos” de la realizadora Julie Bertucelli sobre la telepatía, un interesante y trasgresor reportaje sobre la situación actual de la clase trabajadora en Francia se alzó con el premio. Ahora, gracias a su reciente aparición en DVD, podremos disfrutar de esta pequeña joya.

François Ruffin (Calais, 1975) participa en la película como realizador y redactor jefe del periódico Fakir, una publicación cuyo slogan fundacional anuncia claramente sus “malas” intenciones: “Un periódico enfadado con todo el mundo. O casi”. Y en ¡Gracias jefe! lo demuestra ampliamente. Primero exponiendo la situación en la que miles de trabajadores/as son despedidos/as por empresarios sin escrúpulos quienes, con la deslocalización de sus empresas de Francia a Polonia, Madagascar, China, etc., buscan aumentar sin cese sus tasas de ganancia. Después centrándose en Bernard Arnault, el hombre más rico del país vecino y propietario de marcas como Christian Dior, Givenchy o el grupo LVMH, un conglomerado multinacional dueño de más de 60 marcas con sede en Paris. Y, finalmente, denunciando el estado mísero en el que quedan familias y poblaciones enteras después de esas actuaciones depredadoras. Pero Ruffin lo hace a su manera. Con malaleche y alevosía. Convirtiéndose literalmente en el Robin Hood de una familia del devastado norte francés, los Klur, al borde de la ruina desde que fueron despedidos, precisamente, por Bernard Arnault. Es decir, pertrechando un plan para estafar al magnate galo instalado en Bélgica para evadir impuestos.

Nada baladí

Evidentemente la película, que no esconde emular el cine del realizador norteamericano Michael Moore (“Masacre en Columbine”, “Sicko”), no pretende en ningún momento ser un modelo de táctica sindical al uso. Al contrario, solo se trata de una acción individual, y por tanto aislada. Sin embargo, a lo largo de su narración dinámica e irónica quedan muchas cosas claras. Por ejemplo, lo poco que importa al capitalismo la vida de los/as trabajadores/as; que la razón de ser de ese modo de producción es el expolio para acumular beneficios; que se destrozan regiones enteras con el desmantelamiento interesado de las empresas capitalistas, o que el poder político envuelve con cinismo e hipocresía los lazos estrechos que mantiene con todos esos saqueadores. Nada baladí en los tiempos que corren. Por ello, ¡Gracias jefe!

Rosebud

 

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