Aunque mi padre, Thomas Flynn, al emigrar provocó que me nacieran en 1890 en New Hampshire, en cada generación de Irlanda ha habido un levantamiento y mis antepasados tuvieron fama de estar en cada uno de ellos. Educada en el significado de esa herencia, cuando entendí el imperialismo británico, fue una ventana abierta a todo el imperialismo. Mi infancia en el sur del Bronx, acompañando a mi progenitor, dejó claro en mí a través del socialismo científico que no era culpa de un pobre hombre si estaba sin trabajo ... y no eras un “fracaso” porque no ascendías a las riquezas en las espaldas de tu prójimo.

Si mi primer discurso público con 15 años fue “Lo  que el socialismo hará para las mujeres” inspirado en Woman Under Socialism de August Bebel ¿ cómo no tener la convicción de que la lucha por los derechos de las mujeres y, en particular, de las trabajadoras, está íntimamente ligada a la lucha contra la explotación ¿ Honestamente, en cada batalla que he estado... como comunista, como miembro de grupos de mujeres, peleé por la liberación de las mujeres junto con mi batalla por el  socialismo. Las mujeres trabajaban en las fábricas por un salario más bajo y además tenían que hacer todo el trabajo de la casa y cuidar de los niños. La vieja actitud de los hombres de ’amo y señor’ era fuerte y al final del día de trabajo... o ahora de las tareas de la huelga... el hombre llegaba a la casa y se sentaba, mientras su esposa hacía todo el trabajo, preparar la comida, limpiar la casa, etc. Ví como los padres y los maridos recaudaban  los salarios de las mujeres, a veces en la puerta de la empresa. No tenían un derecho legal a sus propias ganancias... La igualdad de oportunidades, la igualdad de remuneración y el derecho a organizarse eran las   necesidades de gritos  de las mujeres asalariadas entonces y desgraciadamente aún ahora. necesidades de las mujeres. Aunque las divisiones de  género no eran las únicas, desde mi incorporación en 1906 a la recién fundada IWW además de discutir cuestiones gremiales y sobre política o cultura, también organizábamos reuniones de niños y niñas para sumarlos a la lucha y evitar así el aislamiento de las familias.

Hubo una oposición masculina considerable a que las mujeres vayan a las reuniones y marchen en los piquetes. Combatimos resueltamente estas  nociones. Las mujeres querían luchar. El capitalismo sometió en su ansia homicida a batallones de mujeres, de muchachas jóvenes y de niños de corta edad, llevando al extremo la miseria del proletariado y no se crea que todos los socialistas sean emancipadores de la mujer; los hay para quienes la mujer emancipada es tan antipática como el socialismo para los capitalistas. Pero siempre critiqué a los líderes de los sindicatos esas actitudes y no reflejar las

En 1907, dedicada a tiempo completo a estas tareas, organicé trabajadores agrícolas en Occidente y forestales en el noroeste del Pacífico, luego vino la gran huelga "Bread and Roses" de 1912 en Lawrence, 1913 con la huelga de seda, huelgas textiles en Lowell y New Bedford... También las detenciones con cargos inventados.

En 1920, ayudé a fundar la Unión Americana de  Libertades Civiles (ACLU), defensora de Sacco y Vanzetti, entre otros sindicalistas y activistas y la misma que me expulsó  cuando en 1936 me afilié al Partido Comunista. Acusada bajo la infame Ley Smith en un marco ideológico, construido sobre libros, folletos, papeles, esquemas escolares, discursos, como un grupo heterogéneo de palomas de heces que los interpreta me declararon culpable. Cumplí tres años en la Penitenciaría Federal de Alderson (1955 – 1957) narrando esa experiencia en La Historia de Alderson: Mi vida como una presa política.

Elegida presidenta nacional del Partido Comunista en 1961. Visité la Unión Soviética muchas veces, donde un 5 de septiembre de 1964 fallecí. Mis restos humanos están en el cementerio Waldheim, mis ideas se multiplican en miles de mujeres que salen a la calle y luchan, no siempre en las mejores condiciones, a exigir los derechos que les son negados. Mujeres reales, objetivas, integrales y vivas. Y, por consiguiente, un sujeto político y  revolucionario, con capacidad de aportar un esfuerzo esencial en el proyecto de emancipación de la clase obrera.

Ana Muñoz

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