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Septiembre 2017

Algunos datos de la actualidad económica nos permiten hacer una lectura de la realidad del capitalismo español, en relación directa con el desarrollo de la crisis capitalista que estalló en 2007, pasados diez años de esa fecha.  

Diez años marcados, en lo esencial, por una débil resistencia de la clase obrera, especialmente de sus organizaciones sindicales, a las políticas que las fuerzas del capital han aplicado para encaminar el rumbo de la economía a su favor, en estas difíciles condiciones.  

La masa salarial del total de trabajadoras y trabajadores en el año 2016 sumó 250.349 millones. Lo que significa un incremento de tan solo el 0,6% con respecto al mismo dato del año 2006. Las retribuciones de los altos cargos de las empresas, en ese mismo período, subieron un 63,5%.  

También según datos del INE, el poder adquisitivo de los salarios entre los años 2008 y 2014 ha caído un -9,2%.

Estos diez años de crisis económica no han modificado la estructura territorial del capital en España, ni tampoco la situación de la mujer en el empleo. Según datos de 2014 el salario anual medio en España fue de 22.858,17 euros, pero su distribución es muy desigual, desde los 27.786 del País Vasco hasta los 19.180,6 de Extremadura. Y, en la brecha de género, ese salario medio de 22.858,17 euros se concreta en un salario medio para los hombres de 25.727,20, y un salario medio para las mujeres de 19.744,80 euros.

Otro dato más que ratifica la peor situación de la mujer en el empleo: en 2014 la cifra de mujeres con trabajo a tiempo parcial era de 2.000.000, mientras que el número de hombres que lo hacía en esas mismas condiciones era de 620.000.

El cuadro general -que se puede completar con otros datos pormenorizados, todos en la misma línea-, se caracteriza por un crecimiento de los salarios más altos, y un continuado recorte de los más bajos, y por un crecimiento de los salarios de los mayores hombres frente al nuevo empleo juvenil y a la mujer. Los datos que arrojan los valores medios no hacen más que ocultar esta realidad.

El empobrecimiento de sectores cada día más amplios de la clase obrera es una tendencia que se traslada a las condiciones de vida en los barrios obreros, donde crecen la marginalización y la violencia, afectando a un porcentaje cada vez mayor de familias obreras, especialmente a la infancia.

Otras características del empleo en España hoy, tienen que ver con los desarrollos tecnológicos. Como consecuencia de los avances científicos, la inteligencia artificial y la robótica, ahora el capital necesita una reducida cantidad de trabajadores/as de muy alta cualificación que dominan esos procesos tecnológicos avanzados (que obtienen unos salarios mejores) y una gran cantidad de trabajadores/as a los cuales solo se les requiere habilidades muy concretas, incluso rutinarias, que reciben salarios de miseria. El capital no tiene salida para un excedente permanente de fuerza de trabajo que ni siquiera es reclamado para el empleo. Pero es que el capital, por su misma naturaleza, está imposibilitado para ofrecer proyecto social alguno que permita a amplios sectores obreros la posibilidad de una superación en sus capacidades personales, quedando así condenados como fuerza de trabajo de “bajo precio” y sin posibilidades de promoción en toda su vida laboral.

Este cuadro de la utilización de la fuerza de trabajo por el capitalismo español se complementa con las políticas de violencia y guerra que el capital necesita para tratar de revertir sus enormes dificultades en el proceso de acumulación. Para mayor cinismo, parte del excedente de la fuerza de trabajo joven es utilizada como carne de cañón en sus ejércitos mercenarios.

Estas consideraciones definen algunos de los rasgos esenciales de la lucha de clases en España hoy. 

El futuro será en el sentido de la agudización de todas las tendencias más negativas. La lógica interna del sistema está subordinada a leyes inexorables que, todas ellas, refuerzan la posición de privilegio de la actual clase dominante. No hay esperanza en el capitalismo para la clase obrera y para el pueblo. 

Estos datos son el soporte de la acción política del PCPE.

Situar en el centro de toda la actividad del Partido las luchas contra la situación de explotación brutal de la clase obrera, junto a las luchas contra otras violencias del sistema. Dando luchas concretas en cada agresión puntual, e impulsando los Comités para la Unidad Obrera (CUO) como estrategia para desarrollar la necesaria unidad de la clase.

Vincular la explotación en el trabajo con la situación de las mujeres en el sistema capitalista, su instrumentalización y su comercialización, en toda la estructura social, como reproductoras y cuidadoras sometidas.

Organizar la lucha de la clase obrera joven, que sufre unas condiciones particulares de explotación, y que han de ser protagonistas de su propia emancipación de la dominación capitalista.

Organizar el frente de lucha contra la guerra imperialista con una amplia concepción de masas, contra los gastos militares, por la salida de la OTAN, por la no injerencia. Ello, vinculado a la solidaridad internacionalista (internacionalismo proletario), como un frente internacional de solidaridad obrera, que confronte con la violencia general del imperialismo contra los pueblos. 

En todas estas luchas se pone a prueba la capacidad del Partido Comunista para ganar los liderazgos que le permitan orientar el sentido de las mismas. Es el Partido quien, si interviene bien, puede garantizar el papel hegemónico de la clase obrera en todas ellas, así como la orientación revolucionaria de la lucha general hacia la construcción de la sociedad socialista.

La tarea del PCPE es la de ocupar ese espacio en el día a día, y la de demostrar su capacidad para conducir a la clase obrera a una mejor posición en la correlación de fuerzas frente al capital que le permita organizar el contraataque en el camino hacia la victoria. Para ello es determinante la intervención de una militancia que, por su compromiso y por su altura moral, es capaz de ganar la autoridad política necesaria frente a la clase obrera. Todo bajo la guía del centralismo democrático.

Las fuerzas del capital en España tienen que enfrentar sus propios problemas y, entre ellos, la convocatoria del referéndum en Catalunya el 1 de Octubre por parte de la Generalitat, como parte de su crisis territorial. Sobre las dificultades de nuestro enemigo de clase hemos de concretar los movimientos tácticos de la clase obrera, para golpearles en sus dificultades.

Es inevitable que las acciones terroristas del pasado 17 de agosto lancen sombras de sospecha sobre la intervención de las cloacas del Estado. Todo vale cuando el capital tiene problemas, siempre ha sido así en la historia. El terrorismo es un instrumento del poder. En las disputas de los capitalistas la clase obrera y el pueblo siempre ponen los muertos. Por el cese inmediato de todas las guerras imperialistas.

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