Vivimos en una sociedad capitalista que saca beneficio extra siempre que puede y la Navidad es una clara manifestación ello, bombardeándonos al consumismo excesivo y compulsivo al que empujan al pueblo trabajador en estas fechas. Al tener el capitalismo un marcado carácter patriarcal y dándose una retroalimentación mutua los regalos navideños tienden a estar cargados de estereotipos sexistas que perpetuán unos roles predeterminados y asignados según los dos sexos socialmente aceptados: hombre o mujer, niño o niña. Esta división binaria de las personas en función del sexo construye a partir de la educación sexista y el reparto de tareas en función de esa diferencia sexual, dos géneros con roles, comportamientos y expectativas diferenciadas entre niños (hombres) y niñas (mujeres) y justifica una división sexual del trabajo en las sociedades capitalistas, estructuralmente desiguales y de opresión patriarcal, que permite el incremento de beneficios. Los juegos y juguetes no son algo anodino, nada de lo que tiene que ver con la construcción del ser social lo es, y tienen un papel fundamental en el desarrollo psicosocial de la infancia aunque no todos los juegos y juguetes ejercen una influencia positiva en niñas y niños.

Los juegos infantiles tienden a estar claramente diferenciados en catálogos y tiendas, desde los colores que delimitan los juguetes de un género u otro, hasta los propios juguetes, dónde los juguetes para niñas están relacionados con los cuidados, la belleza y las tareas reproductivas y los juguetes de los niños con violencia, estrategia, construcción y conquista del espacio ajeno.

Los prototipos de juegos para niños están caracterizados por suponer un mayor contacto físico, tendiendo así a recurrir con mayor frecuencia a la violencia (para relacionarse con sus iguales y resolver los conflictos). Además son grupos más grandes y lideran en espacios exteriores, con escasas reglas y predisposición a infringirlas con frecuencia.

En el caso de las niñas se observa cómo sus juegos se vinculan a un mayor compromiso emocional, favorecido también por el mayor contacto verbal. Suelen pedir más ayuda, y ocupan espacios más reducidos para sus juegos, que suelen estar más centrados en reglas.

Esta división tan fuerte viene también definida por las identidades que proporcionan a la infancia con los cuentos de hadas, que perpetúan la transmisión de valores y normas sociales que subsisten en este sistema de desigualdad donde se enseñan las diferentes normas de la masculinidad y la feminidad.

  • El príncipe se muestra como la figura central, líder, fuerte y luchador.
  • Las mujeres se muestran pasivas, sumisas y vinculadas al ámbito doméstico.
  • Muestran como ideal el amor romántico y la idea errónea de la complementariedad y el amor predestinado como única forma de lograr la felicidad y meta vital. Establecen así como única meta el matrimonio con dicho príncipe haciendo sacrificios o sufriendo. Por ejemplo la Sirenita que dejó atrás su vida entera y su bien más preciado (su voz y medio de comunicación) para tener un par de piernas y poder enamorar al príncipe.

Hay otras posibilidades, juegos basados en la colectividad: los juegos colectivos fomentan la participación de niños y niñas en igualdad de condiciones aprendiendo a colaborar y valores como la solidaridad y la empatía.

Regalar equidad: no encasillando a niños y niñas reproduciendo roles estereotipados, nada de muñecas o coches, princesas o armas por razón de sexo.

Diversidad de color: azul y rosa no son los únicos colores que nos ofrece el arco iris, hay múltiples alternativas: verde, naranja, rojo, morado...

Fomento de la creatividad, la imaginación abre un mundo de posibilidades que permite desarrollar grandes habilidades personales como fotografía, música, artes plásticas, manualidades…

Multiplicar experiencias, que enriquecen de manera personal, social y cultural en colectividad, como ir a la montaña, de camping, a museos, al teatro, al cine, talleres comunitarios…

Si lo personal es político, la elección de un juguete para nuestros y nuestras pequeñas tiene su importancia en el trabajo para construir las bases de una nueva sociedad sin explotación ni opresión. Para ir sentando esas bases hay que hacer trizas el aparato de dominación burgués, en su estructura y en su superestructura. Empezar por los juguetes el año del centenario de la Revolución Bolchevique, es un buen comienzo.

Secretaría Feminista

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