A partir de que la actriz Alyssa Milano lanzara en Twitter un llamamiento a que las víctimas de agresión sexual lo denunciasen,diariamente surgen nuevos casos en el “glamuroso” Hollywood. Tras el escándalo del productor cinematográfico Harvey Weinstein, las redes sociales se llenan con miles de tuits con el hashtag #MeToo (yo también).

Sin embargo,el verdadero origen del movimiento “me, too” es de diez años atrás,en Filadelfia. Allí son conocidas las duras condiciones de vida enalgunos de susbarrios populares, en uno de ellos, la activista feminista Tarana Burke, trabajaba con jóvenes de distintas etnias, la mayoría en riesgo de exclusión social.  Un día, en uno de los campamentos en los que era la directora -recuerda en una de las entrevistas que se le han hecho en los últimos tiempos- una de las jóvenes, apenas una niña de tan sólo trece años, le hizo la confidencia de que estaba sufriendo abusos por parte del novio de su madre y no se atrevía a decírselo a nadie, Tarana, que también había sufrido abusos en su adolescencia, fue capaz de ponerse en su lugar y en ese momento, pensó:  “Me too” era la respuesta que me hubiera gustado que me dieran a mí y que me gustaría haber sido capaz de dar".

Así  surgió  el movimiento “Me too”, cuyo principal objetivo era conectar a las jóvenes que habían sufrido acoso sexual, intentando encontrar la forma de empatizar y crear confianza con estas chicas que nunca habían hablado de sus experiencias de violencia sexual, y así sacar a la luz esta realidad que encontramos por igual en todas las partes del planeta y en caso de las mujeres trabajadoras queda totalmente oculta.

La denuncia de las actrices de Hollywood ha ayudado a impulsar este movimiento a nivel mediático, pero al mismo tiempo, lo ha desvirtuado en su esencia, dejando en un segundo plano el problema, en  palabras de Tarana: “No quiero que la esencia de 'me, too' quede oculta bajo el halo de las famosas", "Tenemos que reprogramar a esos niños y adultos que son educados bajo la idea de que tienen derecho a ‘servirse’ ellos mismos".

Las mujeres trabajadoras, sufrimos muchísimas formas de acoso a lo largo de nuestra vida y a edades muy tempranas. Si nos centramos en  acoso sexual, podemos decir, sin equivocarnos, que todas las mujeres han sufrido, como mínimo, el acoso verbal de desconocidos por la calle, disfrazados por esta sociedad como “piropos”, haciéndonos sentir, en ese momento, absolutamente intimidadas e impotentes; hemos tenido que soportar que nos soben en espacios públicos, muchas veces de forma descarada con total impunidad; hemos tenido que soportar miradas con un alto contenido sexual, y esto sólo es la punta del iceberg. Si ahora mismo vemos como la inmensa mayoría de la sociedad se sorprende y se escandaliza por todas esas famosas que han sido víctimas de acoso, tenemos que preguntarnos ¿Por qué no le pasa lo mismo con los abusos que sufrimos el resto de mujeres?¿Por qué no se escandaliza de que exista una brecha salarial entre hombres y mujeres?¿Por qué se indigna ante los asesinatos machistas que se producen cada año en el mundo?

Detrás de las celebretys que han sido víctimas de abusos sexuales, hay millones de mujeres que también lo han sido o lo están siendo, ahora mismo y sin embargo,  su denuncia no traspasa su ámbito cercano.

En la sociedad capitalista existe una desigualdad real entre hombres y mujeres, donde el abuso sexual es una de las formas más extremas de violencia hacia nosotras, y para acabar con esto, no podemos simplemente denunciarlo a través de un hashtag, en una red social, es necesario mucho más que eso, es necesario remover los cimientos en los que se asienta nuestra sociedad, es necesario un cambio de la base material, prácticamente debemos destruir este modelo para construir otro, comenzando por la toma de conciencia y, organizándonos con el objetivo de caminar  hacia una nueva sociedad, que nos libere de todos los yugos a los que nos vemos sometidas, como mujeres y como trabajadoras.

Sonia Iruela

uyl_logo40a.png