Las organizaciones patronales, los Gobiernos -tanto centrales, autonómicos y/o locales- no cejan en insistir en que la recuperación económica es un hecho. No dudan en lanzar sus cantos de sirena, afirmando que “crecemos por encima de la media europea”, que “los indicadores del consumo nos muestran que consumimos como antes de la crisis”, y ministros, banqueros y empresarios sacan pecho ante sus estadísticas. Pero esa es SU realidad.

En esta recuperación económica, donde aparentemente todo va viento en popa, ¿qué está pasando con los salarios? Los datos cantan, la recuperación económica se basa en la temporalidad y en los empleos a tiempo parcial. Esto permite que haya una reducción salarial muy importante y produce la generalización de los salarios bajos y la destrucción de los salarios medios. Pero esta generalización y necrosis de la precariedad aún es más grave si tenemos en cuenta, como el Instituto Nacional de Estadística (INE) constata, que los sueldos siguen siendo muy bajos en España. Según la Encuesta Anual de Estructura Salarial de 2015, el salario medio bruto anual más habitual «se situó en torno a 16.500 euros», que en términos netos y dividiéndolo entre 14 pagas -una por cada mes y dos extras-, da como resultado un sueldo neto mensual inferior a los 1.000 euros. Siendo inferior un 23% si el trabajador es mujer.

La juventud trabajadora es la más castigada, y está atrapada en salarios a la baja. Tanto es así, que según la última encuesta disponible de Distribución Salarial del INE (2015) publicada en 2017, los salarios de los menores de 24 años bajaron un 5,1% (11.228€/año), los que tenían entre 24 y 29 su salario cayó un 1,6% hasta los (16.064€/año) y entre los 30 y 34 años sus salarios se redujeron un 3% hasta los (19.597€/año).

El análisis de los datos nos da que la tendencia generalizada de la contratación en las empresas es la sustitución de trabajadores antiguos por menores de 40 años peor pagados.

Paralelamente, mientras los trabajadores jóvenes sueñan en llegar algún día a “cobrar 1000 euros”, aunque sea “trabajando en A o en B en 2 ó 3 trabajos diarios”, el coste de los servicios básicos se multiplica (telefonía e internet, gas, agua, luz, cesta de la compra, transporte…), provocando así un nuevo saqueo de los bolsillos de los asalariados.

Mientras, el “banco malo” SAREB (fondo de gestión de activos mal gestionados, realmente), pretende subir el alquiler un 21% en los pisos de su propiedad ubicados en el extrarradio barcelonés que cuenten con inquilino en situación de pobreza. Más negocio, más usura.

La precariedad laboral, económica y social se contrapone a los enormes beneficios de las empresas, destacando la banca. El BBVA, por ejemplo, anunció beneficios de 3519 millones de euros en 2017, un 1,3% más que el año anterior. ¡3519 millones de euros en un año! Mientras centenares de miles de familias obreras son desahuciadas, no pueden pagar luz o gas, no tienen acceso al transporte para ir a buscar trabajo, a internet para buscarlo (o tienen muy limitado acceso) o no disponen de luz, debido al paro, la precariedad laboral y/o los bajos salarios, los empresarios siguen amasando ingentes cantidades de capital, Poder y posesiones: riqueza, riqueza que hemos producido nosotros, los trabajadores.

No contentos con ello, y siguiendo con el ejemplo del BBVA, en esa misma rueda de prensa del día 1 de febrero de 2018, el sr. González, presidente de la entidad, el ínclito ejecutivo no dudó en exigir al Gobierno “nuevas medidas económicas” que permitan “asentar la recuperación, consolidar beneficios y ampliar los mercados”, a pesar de los beneficios obtenidos y consolidados año tras año. Un ejemplo de manual de cómo el Capital incesantemente busca reproducir su ciclo vital de ganancias.

El viernes 9, el Gobierno lanza una serie de medidas para “hacer más atractivos los planes de pensiones privados”, como el rescate en 10 años o reducir las comisiones de rescate del producto. A ello, se unen los continuos mensajes tanto desde instituciones públicas como privadas de desprestigio y alarmismo sobre el sistema público de pensiones. Un sistema que no deja de ser muy sencillo: la derivación de una parte del salario del trabajador mientras cotiza a un fondo a cobrar en el momento de la jubilación. Aquí no se nos regala nada, más bien se nos quita.

Una batería de medidas que se complementan con las agresivas campañas lanzadas desde diversos sectores vinculados al capitalismo financiero (bancos y aseguradoras) como por ejemplo, el perverso producto de la patronal de las aseguradoras UNESPA, que promociona insistentemente estos días la “hipoteca inversa” o la “renta vitalicia”: un abono de un pequeño complemento mensual a la pensión, mientras viva el pensionista (con la vista destinada a quedarse la vivienda del pensionista por un valor mucho más bajo que el de mercado).

Desde el Partit Comunista del Poble de Catalunya (PCPC) y la Joventut del PCPC (J-PCPC) denunciamos contundentemente la explotación y opresión capitalistas; denunciamos al Capitalismo como un cáncer a exterminar; promulgamos la eliminación de éste, y proponemos un sistema sin explotación, sin opresión, sin pobreza, sin miseria. El sistema socialista, paso previo al comunismo.

El PCPC entendemos incompatibles los intereses de la burguesía con los intereses de los trabajadores. Ni el león se volverá vegetariano, ni la oveja comerá leones. Ya nada cabe esperar de un sistema en crisis terminal. Aquel que sueñe con domesticar al viejo caballo caerá de él y probablemente se matará. Este sistema lo quiere todo. El señor González (BBVA), como la señora Botín (Santander), como el sr. Brufau (Abertis-Gas Natural), solo tienen un objetivo: la acumulación de más y más capital, aunque para ello deban destruir todos y cada uno de nuestros derechos sociales, económicos, políticos y sindicales.

Este sistema no es reformable. El Estado es su instrumento, por tanto, un arma de dominación. Todos los poderes del Estado apuntan a mantener el orden del capital. No es el momento ya de “pedir” migajas al sistema, de “solicitar” a GasNatural que “no nos corte el “gas” o recoger firmas para ILP’s inútiles “para evitar desahucios” que no pasan un solo filtro de un Parlamento burgués lleno de gestores de la burguesía a los que les importamos un pimiento. ¡Debemos exigir servicios básicos, vivienda, trabajo, derechos… 100% públicos, universales y bajo control obrero! ¡Nacionalización y socialización de los sectores clave de nuestra economía!

Por ello, el PCPC anima, apoya y ayuda a la clase obrera y a los trabajadores en general a organizar el Frente Obrero y Popular al Socialismo (FOPS) desde la óptica de la clase. De presionar, denunciar y exigir por, para, con nuestros derechos, pero a la vez organizando a las masas desde la óptica de la concienciación de clase con el fin de derrocar a este inmundo, podrido y acabado sistema que solo puede ofrecernos muerte, miseria, guerras y pobreza.

¡Organicémonos para obtener victorias!

¡Acabemos con la tiranía del capitalismo!

12-02-2018

Área de Movimiento Popular del PCPC.

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