Alegáis una legalidad que ya de por sí no es legítima. El R78 y su Constitución nace de las instituciones franquistas, en un proceso que escapa de los postulados liberales, sin proceso constituyente y por lo tanto sin garantías democráticas. La Constitución del 78 es creación de las élites franquistas y su cometido es servir a estas vestidas de democracia burguesa.

Esa legalidad sólo sirve para perpetuar el statu quo impuesto por las élites, o lo que es lo mismo, para mantener los intereses de la clase dominante.

Desde esta perspectiva se hace muy intuitivo deducir que salirse del statu quo es saltarse la legalidad, es decir, para alcanzar cualquier objetivo contrario al de la clase dominante es necesario pasar por encima de esa legalidad.

No ha habido jamás ningún derecho, ningún objetivo de clase, que no se haya conseguido mediante la lucha, y esta implica en la mayoría de casos saltarse la ley; en unos casos para reivindicarlos y en muchos otros para alcanzarlos. El derecho a voto de las mujeres inglesas se consiguió fuera de esa legalidad; cuando Rosa Parks decide no ceder su asiento en el autobús estaba actuando fuera de la legalidad; cuando los Sans-culotte deciden tomar la Bastilla estaban actuando fuera de la legalidad; y no me puedo olvidar del centenario: cuando los bolcheviques junto a la clase obrera y campesina deciden tomar el Palacio de Invierno estaban actuando fuera de la legalidad.

El estado y sus instituciones no son más que la herramienta con la que una clase dominante cerca a la clase dominada. Este cercamiento se produce justamente con esa legalidad, que nace de la institución destinada a ello, el poder legislativo.

La legalidad es una cuestión de clase. La justicia a la que hace alusión es únicamente para una clase, para la otra sólo se traduce en opresión y represión.

Por lo tanto, la única vía para imponer nuestros derechos como clase es saltándonos esa legalidad que nos cerca.

Catalunya hoy representa este ejemplo. Tal vez alguien pensara que podría alcanzar sus objetivos, en contra de la burguesía española, por los cauces impuestos por la clase dominante, esto sencillamente es una falacia como ya he argumentado anteriormente, de la misma forma que también lo es la vía dentro de la legalidad hacia la 3° República que defienden de forma muy oportunista ciertos políticos que dicen ser comunistas, pero que olvidan muy fácilmente la teoría marxista.

Es casi evidente que Catalunya no se constituirá en una República Socialista, pero al menos superará un régimen encabezado por una figura antidemocrática y que precisamente constituye la clave de la estructura de poder ancestral del estado español. Recordemos que el 14 de Abril de 1931 se proclama la 2° República bajo un régimen liberal y que con la eliminación de esa figura antidemocrática y el desarrollo socio-económico de esa superestructura la clase trabajadora termina unificándose para en el 36 conquistar el poder y avanzar hacia una República Socialista.

Es por esta razón que la vía catalana supone el ejemplo que el resto de naciones que configuramos el estado español deberíamos seguir, haciendo caso omiso a esa legalidad que nos oprime como clase, para al menos, avanzar dialécticamente hacia una República Liberal que nos permita un ejercicio amplio de la democracia burguesa para desde ahí, en una síntesis superadora, construir una República de los trabajadores y de los pueblos de España; una República Socialista de carácter confederal.

¡Que viva la lucha de la clase obrera y el internacionalismo proletario!

Santiago Castillo.

 

 

 

 

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