Si nos marcamos el reto de, en un esfuerzo de síntesis gigantesco, definir la historia del PCPE en una única frase, la única que lo podría lograr es, UNA LECCIÓN PERMANENTE DE MATERIALISMO HISTÓRICO que desde 1984 nos obliga a interpretar la realidad y trazar la política acertada para transformarla. Un curso acelerado de MARXISMO-LENINISMO, cargado de aciertos por su carácter científico y plagado de errores y virtudes por su condición humana. Una titánica obra que, a lo largo de casi cuatro décadas, une en un mismo torrente de lucha el esfuerzo de decenas de miles de comunistas y cuyo resultado fundamental es haber mantenido vivo y en tensión permanente el hilo rojo de la Historia que hace más de 170 años empezaron a tejer aquellos obreros/as y jornaleras/os que cargados de conciencia y del imprescindible odio de clase que nunca debemos dejar de anidar, se lanzaron a conquistar el cielo al compás de LA INTERNACIONAL.

 

Una historia referenciada en el Congreso de Unidad Comunista de enero de 1984 en el que confluyeron cinco destacamentos (Células Leninistas, Partido Comunista de España Unificado, Partit dels Comunistes de Catalunya, Movimiento por la Recuperación y Unificación Comunista y Movimiento por la recuperación del PCE), pero que se puso en marcha en 1968 con la diáspora iniciada por el PCE (VIII y IX Congreso) como respuesta a la deriva revisionista del PCE. Un proceso de desgajamiento que siguieron en 1973 quienes fundaron el PCOE y el PCT y acelerado tras el abandono oficial del Leninismo por el PCE en 1978 en su IX Congreso y la creación tras el V Congreso del PSUC del PCC en 1982. Un proceso de respuesta colectiva impuesto por la necesidad de construir un nuevo marco organizativo y político que diera cauce a los anhelos de miles de comunistas de luchar por la construcción del socialismo en España.

El éxito de la llamada Transición de la dictadura franquista a la actual forma de la dictadura del capital plenamente insertada en las estructuras de dominación del capitalismo mundial (UE, OTAN, OMC, FMI, BM) confirmaba el desmantelamiento en la práctica de todas y cada una de las estructuras de resistencia construidas durante el franquismo por el movimiento obrero y, muy especialmente, por el PCE. A cambio de las migajas del reconocimiento institucional, el eurocomunismo –envuelto en la bandera rojigualda de los golpistas del 36 -entregó a una clase obrera y a un pueblo para el que la lucha por el fin de la dictadura franquista estaba inequívocamente ligada a la lucha por el Socialismo. Fue la bandera revolucionaria de la lucha por el Socialismo la que ha enarbolado el PCPE desde su fundación en enero de 1984, para desenmascarar a los que, defendiendo la Constitución del 78 y los Pactos de la Moncloa, niegan la lucha de clases y a la propia organización de la vanguardia de la clase obrera y a su organización sindical de clase.

Frente a esa imposición de la Constitución del 78 que negaba a la militancia comunista la posibilidad de luchar por el poder político, miles de comunistas sumaron sus esfuerzos en aras de, frente a la posición de claudicación de la dirección eurocomunista del PCE:

1) mantener una posición firmemente internacionalista y solidaria con la construcción del Socialismo en la URSS

2) Potenciar una práctica sindical de clase contraria al pacto social.

3) Luchar por la República y el derecho a la autodeterminación.

Efectivamente, éramos los prosoviéticos y las prosoviéticas, pero mucho más de ese calificativo que nos llenaba de orgullo internacionalista, fuimos el destacamento político que mantuvo en jaque al capitalismo haciendo frente a sus planes de dominación. Jamás aceptamos la Constitución, siempre luchamos contra la Comunidad Económica europea (hoy UE), la tricolor jamás dejó de ser nuestra bandera y cada pacto social o ataque a nuestra clase se saldaba con una contundente respuesta en la que siempre estaba detrás la militancia del PCPE.

La lucha de masas contra la OTAN o las movilizaciones frente al desmantelamiento industrial o contra el ataque a las pensiones públicas o el derecho al trabajo de la Juventud, siempre contaron con una fuerza que las unía. De esa unidad y decisión de victoria destacamos la movilización de millones de personas contra la OTAN y las bases militares y el exitoso desarrollo de las huelgas generales del 20 de junio de 1985 o el 14 de diciembre de 1988. En todas ellas el PCPE jugó un papel destacado y de posicionamiento radical contra el interclasismo y la claudicación que, como se demostró en episodios como los del 0.7% o el 15-M, siguieron marcando nuestra posición a lo largo de todos estos años en los que tantas organizaciones y militantes de la supuesta izquierda revolucionaria de este país han ido acabando uno tras otro en la charca pantanosa de la asimilación por el sistema burgués

Un Partido que pese a todas las dificultades que afectaron al movimiento comunista internacional a finales de la década de los 80 del siglo pasado y a las múltiples traiciones sufridas incluso hasta nuestros días por los más diversos y despreciables individuos, jamás traficó con sus principios y, mientras otros se derrumbaron inmediatamente tras la derrota de la URSS, supo mantenerse leal a la necesidad de combatir sin tregua por el Socialismo, Esa es hoy nuestra contribución al desarrollo actual y futuro de la lucha de clases en nuestro país: Mantener vivo el hilo rojo de la Historia, teniendo activa la agenda por la conquista del poder político de la clase obrera

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