El conservadurismo biológico burgués que se instala en la cúspide del poder estatal siempre ha rebosado de subterfugios, pillerías, mentiras irrefutables y hasta crímenes monstruosos en nombre de lo que ellos entienden por justicia y libertad, en general; pero en el caso del PP se llega hasta el paroxismo de una retahíla de desiderátum encaramado en la cresta del populismo social de corte fascista. Lo vemos en su reciente pasado y en su nuevo presidente, Pablo Casado, como un clérigo con cara de beato y uñas de gato saludando a los inmigrantes rescatados del mar, ofreciéndoles falsa amistad para que le besen la mano; soltando viejas y nuevas proclamas como bajar los impuestos a los millonarios (aunque los disfracen de “clase media”); vociferando la “pacificación” de Catalunya con la reactivación del 155 (mito de la espada de Damocles); y el aviso de no dejar engordar a sus contrincantes joseantonianos de Ciudadanos, pues no solamente plantean lo mismo que el PP, es que si Rivera se hizo famoso poniéndose en cueros delante de todo el mundo; él, Pablo, también es joven y bello, y joseantoniano.

Hemos visto la deriva ascendente de la charca de la corrupción en la que se ha visto empantanado en todo el territorio del Estado español y sus vasos comunicantes de muchos de sus miembros de renombre con affaires de ámbito internacional en paraísos fiscales  con multinacionales de calado transcontinental. Una sentencia condenatoria de la Audiencia Nacional por el caso Gürtel provocó la caída del Gobierno Rajoy y éste, por vergüenza “torera”, y más, abandonó la presidencia del PP por cuyo motivo se provocó el espectáculo de las intrigas por la sucesión, de todos y todas sus aspirantes. Al final con dos bandos encabezados por: a) Soraya Sáenz de Santamaría, nieta del general tan franquista como el mismísimo Franco, que durante la aplicación severa del 155 ejerció como virreina de Catalunya; b) Pablo Casado Blanco, cachorro de Nuevas Generaciones y, en opinión de algún politólogo, representante de Aznar para sus negocios en la Libia de Gadafi.

Acordémonos de aquella época cuando Gadafi regaló un caballo a Aznar y le pagó parte de la campaña presidencial francesa a Sarkozy, que luego, después de los favores, ambos ejecutivos pro imperialistas aprobaron el magnicidio del dirigente libio, perpetrado por el ejército yanqui de ocupación en este país. Sarkozy después tuvo líos con la justicia francesa por eso; en España ninguno de sus homólogos no. ¡Claro!, a lo mejor por esas cosas los pesebristas aduladores declaman con fervor patrio y romanticismo de sangre torera: ¡España es cojonuda, España es diferente!.

A lo mejor las huestes mayoritarias del PP, con anteojeras, han pensado que un líder bronco, aunque esté en el punto de mira de la judicatura, les redimirá de las atrocidades y la mala fama por mor de la pertinaz corrupción. Entre tantas y tantos pretendientes al trono del PP, de carácter tan parecido, si no es así no se comprende que hayan elegido para este tronío a un tipo como Pablo Casado, en la situación tan comprometida con los tribunales como se encuentra en estos momentos.

Vamos a ver, todos sabemos que el PP se forma con lo más retrógrado de Alianza Popular (AP), con los despojos de la Unión de Centro Democrático (UCD) y otras organizaciones menores que habían convivido plácidamente bajo el manto fétido de la dictadura sanguinaria de Franco. Fraga Iribarne, una vez desembarazado de la figura de Adolfo Suárez, se convierte en jefe supremo de la derecha ultramontana española, el que había sido uno de los fieles escuderos del régimen salido del 18 de Julio. Es el que impone la línea y los nombres de  sus sucesores en la confianza de que España pertenece en usufructo a los propietarios de la oligarquía desarrollada por el franquismo y a los herederos de esa oligarquía que hasta hoy se reparten los poderes fácticos a través del bipartidismo.

Entre tantos privilegios, figura la bicoca de la Universidad Rey Juan Carlos, en la que se posa la mano larga del PP para obtener valiosas regalías como títulos académicos mediante vía “recomendable” con la complicidad de profesores y funcionarios afines al corrompido PP de donde salen beneficiadas gentes como Cristina Cifuentes y estudiantes adheridos al repetido PP, hasta que una juez -por cierto conservadora-, Carmen Rodríguez-Medel, ha tirado de la manta al ver el falso Máster otorgado a la Cifuentes. Y de esta maraña resulta descubierta la marrullería sobre el Máster a Pablo Casado y, no solo eso, a veinte imputados más. El día que se abran los archivos secretos de este país, se descubrirán tantos chanchullos, tantos “chorizos”, que si vuelan el cielo se nublará. Pero con el capitalismo esto no sucederá, eso sería posible con el socialismo-comunismo.

Barcelona, 9 de Agosto de 2018.

Miguel Guerrero Sánchez

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