* El presente escrito está basado en el trabajo desarrollado por el Profesor Mario del Rosal Crespo en su tesis doctoral “El capitalismo sueco y los límites del socialismo reformista: una crítica marxista del modelo de Rehn-Meidner (1932-1983)”.

Suecia, que vivió una incorporación tardía al modo de producción capitalista (a finales del siglo XIX), alumbró, junto con Noruega, a la clase trabajadora más conflictiva que la humanidad vería a comienzos del siglo XX. Posteriormente, sería el partido socialdemócrata sueco, SAP (Socialdemokratiska Arbetareparti), el encargado de lograr la paz social. El caso de la socialdemocracia sueca fue único en el mundo, pues ejerció la hegemonía política y socioeconómica a lo largo de medio siglo, durante el período comprendido entre 1932 y 1983. En dicho período, el SAP ganó todas las elecciones a la asamblea legislativa sueca (Riksdag) con más del 40% de los votos. Este hecho nos permite observar (siempre relativizando a las condiciones particulares de carácter histórico, social, geográfico, etc., del objeto de estudio) hasta dónde es capaz de llegar la socialdemocracia.

Durante su hegemonía, la socialdemocracia desarrolló el así llamado Modelo Sueco. Algunos de los logros alcanzados a través de la aplicación de dicho modelo, y que podrían explicar la dilatada hegemonía del SAP, son los siguientes:

  • Acumulación y crecimiento económico acelerados y sostenidos en el tiempo. Así, Suecia pasó de ser un Estado periférico a convertirse en el país con mayor PIB (Producto Interior Bruto) per cápita de Europa (1).

  • Descenso sostenido del desempleo, pasándose de una tasa de paro superior al 20% en 1932 a tasas inferiores al 3% desde mediados de siglo y hasta casi el final del período de hegemonía socialdemócrata.

  • Aumento continuado del salario relativo a lo largo de la etapa de estudio. Se experimentó un descenso regular de la desigualdad tal que Suecia se convirtió, de acuerdo con el índice de Gini, en el país con el menor grado de desigualdad de la esfera capitalista.

Tal y como se ha mencionado anteriormente, es preciso relativizar todo análisis a las condiciones particulares del objeto de estudio. Así, no podemos soslayar el contexto histórico, cabiendo destacar que el Modelo Sueco, en buena medida de carácter exportador (de materias primas como hierro y madera), se vio favorecido por la no participación directa de Suecia en la Segunda Guerra Mundial así como por su comercio exterior con las potencias beligerantes de ambos bloques (por ejemplo, Suecia fue un importante proveedor de acero tanto para Alemania como para Reino Unido). Con esta observación en ningún caso se desea afirmar que los logros enumerados dependan fundamentalmente del papel jugado por Suecia durante el mencionado conflicto internacional, sino, únicamente, poner de relieve la significación de las condiciones de contorno también en el proceso económico. 

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y hemos de tener en cuenta la otra cara de la moneda, pues, en virtud de la ley de descenso tendencial de la tasa de ganancia, la rentabilidad del conjunto de la economía sueca fue decreciendo inexorablemente junto con la tasa de explotación (es probable que este hecho se viese particularmente agudizado como consecuencia de la política económica resultante del Modelo Sueco) hasta llegar a un punto, a finales de los años setenta, en que hubo de tomarse medidas con objeto de sostener el modo de producción capitalista. En particular, tales medidas persiguieron el aumento de las ganancias del capital exportador a expensas de, como no es sorpresivo, la clase trabajadora. Es muy probable que este hecho explique el agotamiento de la hegemonía socialdemócrata, y es que el SAP no podía continuar sosteniendo la naturaleza de su gestión sin poner en riesgo la propia base económica capitalista del Estado sueco, lo que revela los límites de la socialdemocracia. Así, con la introducción de las reformas necesarias en favor del capital, a partir de los años ochenta se produjo un repunte de la tasa de ganancia acompañado del correspondiente incremento de la tasa de explotación (lo cual se correlaciona con un notable aumento de la tasa de paro y un decrecimiento del salario relativo).

El Modelo Sueco (dentro del cual el Modelo Rehn-Meidner, iniciado durante la década de los cincuenta, constituiría su corazón económico) consta de dos dimensiones principales que no podrían ser satisfechas sin atender a la propia idiosincrasia del pueblo sueco: política (folkhem) —que se distingue principalmente por un reformismo pragmático (que persigue la realización continuada de ciertas utopías provisionales dentro del marco capitalista) así como por un corporativismo en tanto que búsqueda de conciliación bajo un mismo paraguas de los intereses de las diferentes clases sociales del Estado— y económica (funktionssocialism) —caracterizada por abrazar el capitalismo y por su compromiso con la acumulación, así como por una planificación indicativa, repudio hacia las nacionalizaciones y búsqueda de pleno empleo, de igualdad distributiva y de un gran salario social, tanto indirecto como diferido—. De hecho, los cuatro grandes objetivos del corazón del modelo económico, esto es, del Modelo Rehn-Meidner, fueron una baja inflación, pleno empleo, alto crecimiento e igualdad distributiva.

En contra de lo que a priori pudiera creerse, la socialdemocracia sueca estimulaba el desarrollo de políticas económicas de corte neoclásico frente a keynesianas, siendo la existencia de una baja deuda pública (por debajo del 30% del PIB durante la mayor parte del período aquí considerado) —reflejo de una política fiscal restrictiva— prueba de ello. Más aún, con el paso del tiempo, la política monetaria fue más restrictiva, es decir, se caracterizó por una baja oferta monetaria (tendencialmente decreciente) y altos tipos de interés (tendencialmente crecientes) del Riksbank (2). Así, más que en la esfera de la demanda, el Modelo Sueco se enfocó en la cuestión de la oferta, en el terreno productivo y, más concretamente, en el estímulo de la producción para mercados extranjeros. Es decir, el modelo económico bajo discusión estuvo principalmente orientado a exportaciones y basado en una alta competitividad exterior. En esencia, se produjo un aumento de la tasa de explotación mediante la reducción de los costes laborales unitarios a través de menores salarios y del aumento de la productividad. Con ello se lograría ganar competitividad exterior con el fin de aumentar la rentabilidad del conjunto de la economía sueca y favorecer así el proceso de acumulación. 

Como se ha esbozado, el Modelo Rehn-Meidner perseguía la contención salarial para el mantenimiento de la tasa de explotación. Se llevó a cabo la que vino a denominarse política salarial solidaria (solidaria en el sentido de más igualitaria). La dinámica de esta política provocó una compresión salarial: los salarios más altos se contuvieron a la par que los salarios bajos crecieron (lo que favoreció una disminución de la desigualdad que tuvo su reflejo en el índice de Gini). En consecuencia, numerosas PyMEs (Pequeñas y Medianas Empresas) fueron incapaces de asumir el incremento de los costes laborales vinculado a la política salarial solidaria, lo que llevó a su desaparición con las consabidas consecuencias: aumento de la concentración y centralización de capitales, incremento del desempleo e intensificación de la productividad, la explotación y la acumulación.

El mencionado aumento del desempleo revela las contradicciones y tensiones en el seno del Modelo Rehn-Meidner al buscar simultáneamente un alto crecimiento económico junto con pleno empleo e igualdad distributiva (a través de, entre otros mecanismos, la política salarial solidaria). Como se ha discutido en el párrafo anterior, dichas contradicciones y tensiones son resueltas finalmente en favor de la acumulación capitalista y en perjuicio de la clase trabajadora al producirse un aumento del ejército industrial de reserva. 

Para tratar de paliar los efectos adversos que el Modelo Rehn-Meidner imprimió sobre el empleo, se aplicó una política activa que, más que favorecer la concesión de subsidios y similares, perseguía que la fracción de la clase trabajadora en situación de paro pudiese conseguir empleo lo más diligentemente posible. Esta política activa de empleo presentaba dos dimensiones: de oferta y de demanda. De una parte, la primera estimulaba la movilidad geográfica más la formación con la finalidad de adecuar la fuerza de trabajo al capital de naturaleza exportadora. De otro lado, la componente de demanda podía identificarse, al menos hasta cierto punto, con el keynesianismo al implicar un incremento del gasto en políticas activas de empleo que produjeron un aumento del empleo público (lo que devino en más amplios y profundos servicios públicos). Al final del período bajo estudio, más de un tercio del total de asalariados trabajaba en Suecia para el Estado, lo que supuso la mayor tasa de entre cualquier otro Estado capitalista.

Iván López Espejo 


(1)  Justo desde el término de la Segunda Guerra Mundial y hasta comienzos de los años noventa el saldo del diferencial PIB per cápita Suecia-Europa fue positivo. Aquí, por Europa se entiende Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Italia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Suiza.

(2) El Riksbank es el banco central sueco, el cual se encuentra sujeto a control parlamentario. Es por este hecho por el que Suecia, aunque tiene la obligación de hacerlo, no ha adoptado el euro.

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