La ex-líder estudiantil y ahora aspirante a diputada, Camila Vallejo Dowling, saltó a la fama por ser la indiscutible cabeza de las protestas estudiantiles del año 2011 contra la depauperación que sufría la universidad de Chile desde la época del cruento régimen reaccionario de Augusto Pinochet.

Quizás muchos dentro del movimiento comunista internacional se dejaron seducir muy pronto y de manera irreflexiva por el hecho de que Vallejo era líder de un gran movimiento que, aparte, tenía el carnet de Joven Comunista. Este entusiasmo desmedido impedía ver realmente quién era esta persona y, sobre todo, lo más importante, qué carácter estaba tomando el movimiento y hacia dónde estaba yendo bajo la dirección de Vallejo y sus acólitos.

Generalmente, cuando se habla de Vallejo se suele poner en alza sus altas dotes comunicativas y de liderazgo a pesar de su relativa juventud, sin embargo estas virtudes no sirven para nada a la causa de la clase obrera si están al servicio del reformismo.

Si algo caracteriza a Vallejo es dejar de lado la lucha ideológica en pos de una “unidad del movimiento” que obviamente se fragua en las coordenadas del reformismo. Esto ha sido patente en cada una de sus intervenciones públicas durante las protestas, su tendencia a presentarse como vocera del movimiento y no como joven comunista que está dirigiendo un movimiento popular; su actitud claudicante ante quienes atacan los principios del marxismo-leninismo, callando cuando el vicepresidente de la FECH (Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile), el pseudotrostkista anticomunista Fernando Figueroa, atacaba las experiencias socialistas pasadas; sus actuaciones como verso suelto no sujetas a la organicidad leninista, por ejemplo cuando afeó la resolución del PCCh sobre la muerte de Kim Jong-Il; etc. Son motivos más que suficientes para que ningún comunista confíe en las virtudes de Vellejo, la cual se ha caracterizado más por ser una oportunista del montón, como aquellos y aquellas que pueblan las tertulias políticas de televisión, que por ser una comunista consecuente con la causa de la emancipación de la clase obrera.

Ahora vuelve a reiterar el discurso que sostuvo durante su etapa en el movimiento estudiantil, esta vez como candidata al congreso. Las líneas de dicho discurso vuelven a ser las mismas y pivotan en torno a la misma idea: hablar de neoliberalismo y no de capitalismo, así se pueden promover las curas reformistas en vez de señalar la necesidad objetiva del fin del capitalismo.

Los años de neoliberalismo son para Vallejo una decisión política desligada de las condiciones del desarrollo capitalista en Chile. Inspirándose en las experiencias de otros países del cono sur, Vallejo nos propone un modelo igual en Chile, obviando las condiciones particulares y la realidad chilena y aplicando mecánicamente modelos que sencillamente no pueden darse en el Chile de hoy; ya hemos visto que no todas las propuestas que se reclamaban de izquierdas en el cono sur se han rebelado a favor de los intereses populares cuando han alcanzado el gobierno, tenemos el caso del Brasil del Dilma Rousself.

Nuestros reformistas patrios son de alguna manera “vallejistas”, algunos con buena presencia como Alberto Garzón, algunos con notable carisma como Julio Anguita, todos tienen en común que bajo sus habilidades personales se encuentra la quiebra ideológica de quien solo puede ofrecer imagen porque es incapaz de proyectar una alternativa al capitalismo.

Mario Durán

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