El Secretariado Político del PCPE, manifiesta su más profunda preocupación por este hecho de graves e inmediatas consecuencias para la realidad cotidiana del conjunto de la clase trabajadora. No es un hecho puntual ni despreciable el proceso de avance de las más diversas opciones políticas xenófobas, machistas, racistas, homófobas y patrioteras unidas por el denominador común del anticomunismo y las políticas antiobreras y antisindicales.

Será el desarrollo en el tiempo de este hecho el que nos permita analizarlo y llegar a concluir un calificativo fundamentado y riguroso para denominarlo. No es lo apremiante, ni la prioridad y quizás tampoco exista la posibilidad de acordar un término común a lo que sin duda expresa una diversidad de realidades.

Sin embargo, para los y las comunistas del PCPE sí es absolutamente prioritario situar un primer análisis de las razones que, al menos en nuestro país, propician este hecho, para, con la fuerza de nuestras ideas, situar una plataforma política que lo combata y destruya con la participación activa de las masas.

Sabemos que para nada es una cuestión limitada a España, ni incluso de ámbito de la UE, pues situaciones similares aunque con muy diversas expresiones, se están dando a lo largo y ancho del mundo. Por ello, compartimos análisis y búsqueda de posiciones comunes con camaradas que se sitúan en el mismo esfuerzo crítico que el PCPE (p.ej. https://ptb.be/articles/l-inquietante-droitisation-de-la-politique-belge (1)) y trabajamos decididamente para que los espacios organizativos participados por los partidos comunistas y obreros( fundamentalmente el Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros –EIPCO- y el Foro de Sao Paulo) sean capaces de salir de la retórica y adquieran la necesaria capacidad para ocupar la posición de vanguardia que le corresponde.

Crisis económica y crisis política

Es imposible situarnos en el escenario actual sin considerar el carácter estructural y generalizado de la crisis del sistema capitalista. La crisis que estalló en 2008 ha socavado la totalidad de los consensos sociales sobre los que descansaban los pilares de la dominación capitalista tras el fin de la II Guerra Mundial, y en línea con el progresivo proceso de reacción iniciado en 1973 y profundizado con la derrota provisional del Socialismo tras la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la URSS, el capitalismo para sobrevivir a su propia crisis se dispone a laminar la práctica totalidad de los derechos conquistados a lo largo de décadas de lucha del movimiento obrero y las organizaciones populares. La incapacidad manifiesta para mantener la tasa de ganancia por el constante aumento de la composición orgánica del capital, obliga a la burguesía a incrementar los niveles de explotación a los que se somete a la clase obrera y la violencia con la que expoliar los recursos naturales. Es su única salida para alargar la agonía de un sistema decadente que, en su decrepitud, sitúa a la Humanidad al borde del abismo. Guerra generaliza, confrontación interimperialista acelerada y choque permanente de potencias, construyen un escenario prebélico en el que la clase obrera y los pueblos del mundo nada tenemos que ganar. El Internacionalismo y la lucha por la Paz deben volver a ser banderas del movimiento obrero y referencias inequívocas de la lucha por el Socialismo.

En España, a las consecuencias sociales de la crisis se une una profunda quiebra del modelo de Estado construido durante la Transición del franquismo al sistema monárquico burgués, que pone en jaque a toda su estructura.

De la desmovilización acordada en los Pactos de la Moncloa al 15M y Podemos

Nos encontramos con una clase obrera y un pueblo al que permanentemente se le invita a renunciar a su soberanía y protagonismo social para delegarlo en representantes que, en su nombre, los traicionarán para conseguir insertarse como legítimos interlocutores orgánicos del sistema. La socialdemocracia del PSOE, el reformismo de PCE/IU y el pacto social de los, así mismos, denominados interlocutores sociales (UGT y CCOO), buscan construir una mayoría social trabajadora alienada y ausente de la lucha de clases que, renunciando progresivamente a defender sus intereses y necesidades objetivas, va asumiendo como propias las posiciones políticas e ideológicas de la clase dominante. Una clase trabajadora hegemonizada por la socialdemocracia y el reformismo que defiende como propios los valores y consensos sociales sobre los que se fundamenta la dictadura de clase de la burguesía. Una clase obrera desarmada que, a pesar de todo, al inicio de la crisis de 2008 aun tuvo el coraje de sacar a flote y desarrollar aceleradamente las capacidades de respuesta que le restaban, tras décadas de entreguismo político y sindical, consiguiendo acorralar a un sistema inmerso en una profunda crisis. Una oportunidad para la lucha que hizo avanzar el conflicto de clases y que obligó al sistema a trazar las estrategias necesarias para desarmarlo desde el combate de posiciones interclasistas y postmodernas que se acunaron en el 15M, y se hicieron carne en Podemos, para finalmente lograr una generalizada desmovilización social.

La crisis sigue, la sobreexplotación se incrementa.

Muy a pesar de los argumentos y razones argüidos por sectores supervivientes de la pequeña y mediana burguesía, profesionales y aristocracia obrera, la crisis se mantiene con toda su intensidad, y el capitalismo es incapaz de solucionar los escenarios de pobreza y exclusión social creciente en España. La desvalorización del precio de la fuerza de trabajo, resultado de una creciente explotación, no tiene marcha atrás en el capitalismo. No hay otro capitalismo posible, y así como ganamos todos nuestros derechos luchando, los perderemos si no los defendemos con todas las armas a nuestro alcance.

Un escenario de “esclavitud” en el que la única certeza social es que, si no cambian las cosas radicalmente, nos espera un futuro aun peor, en el que las cadenas sean el último límite de la voracidad del que, a pesar de ello, sigue considerándose como el único sistema posible por gran parte de la población. Sin embargo, los centros intelectuales del sistema trabajan con la certeza de que, a pesar de lo que podríamos definir como un escenario de hegemonía ideológica indiscutible del capitalismo, más tarde o más temprano el estallido social puede ser inevitable.

La batalla es de clase y a cara de perro.

En este marco de crisis del sistema de dominación capitalista, donde partimos con todas las dificultades señaladas, nuestra única opción es salir a ganar la guerra que nos enfrenta ese sistema. Somos la mayoría social, que producimos todo, y esa posición en la cadena capitalista, antes o después, genera la conciencia de clase que se construye a partir de la objetividad de nuestra situación de clase explotada. A partir de esa base objetiva estamos en condiciones de disputarle de forma permanente la hegemonía ideológica, política y social a la burguesía, y alcanzar la victoria. Convertir la crisis económica en crisis política y crisis revolucionaria, es una posibilidad al alcance de cualquier pueblo que se moviliza encabezado por una clase obrera, que se guía por su Partido Comunista. La experiencia histórica de lucha de los pueblos, y la confianza en nuestra clase, nos mantiene en permanente disposición al combate más decidido contra la explotación, y contra cualquiera de las contradicciones que se expresan en esta sociedad basada en la desigualdad y la discriminación.

Igualmente la burguesía sabe que, para la consecución de sus necesidades, sus mayores enemigos son la clase obrera y el Partido Comunista y, consecuentemente, se prepara para todos los escenarios posibles considerando insuficiente la protección que les ofrecen muchos de los actores propiciados hasta ahora para complementar la alternancia política PSOE/PP.

Del auge de Ciudadanos y Podemos al volcán mediático de Vox y sus 12 parlamentarios en Andalucía

Aún es fácil recordar como tras el 15M, en pocos meses, los medios de comunicación elevaron a realidad social y electoral a Ciudadanos y a Podemos. Las últimas elecciones europeas fueron el test que confirmó lo acertado de la apuesta sistémica para oxigenar el orden constitucional con un nuevo reparto de cromos que, aun inacabado por la crisis del modelo territorial expresada con fuerza inusual en Catalunya, se ha mostrado eficaz para desmovilizar a la sociedad.

Sin embargo, ante el más que previsible próximo estallido de un nuevo ciclo de la crisis, aun más potente que el que vivimos en la actualidad, y sin posibilidades de resolver a corto plazo el conflicto catalán, todos los medios para defender el status quo de la oligarquía que domina este país son pocos, y, por ello, se ha considerado necesario activar el experimento Vox, con el resultado ya conocido. Consecuentemente, afirmamos que el auge de ese partido de extrema derecha no tiene ninguna raíz popular y que, con el objeto de anclar la dictadura patronal, facilitando aun más todo tipo de leyes antiobreras y antipopulares, su crecimiento responde únicamente a un proyecto de impulso y consolidación de ese espacio político por parte del sistema.

En España la extrema derecha anida en el caldo gordo cocinado por la socialdemocracia en la olla del franquismo sociológico que nunca dejó de tener un lugar preferente en el PP

En un país en el que, 43 años después de la muerte en la cama del Tirano, sigue siendo inviable el traslado de sus restos fuera de Cuelgamuros, y 140.000 personas siguen amontonadas en fosas comunes y en cunetas, ocurre algo mucho más grave que la falta de valentía política de tal o cual gobierno. 22 años de gobiernos centrales del PSOE, y que esto siga ocurriendo como lo más natural, son la clara demostración de que los pactos de la Transición dejaban en gran medida intacta la estructura económica e ideológica del franquismo, y que todos sus protagonistas lo asumían disciplinadamente. Una sociedad en la que progresivamente han sido arrinconadas todas las posiciones de vanguardia, generando un desarrollo permanente en el seno del pueblo de las actitudes y valores más conservadores. Chauvinismo, competitividad, xenofobia, consumismo, militarismo, fanatismo religioso, alcoholismo, machismo, misoginia, esquematismo cultural y defensa de los valores sociales de la oligarquía como guías generales de la sociedad… son los sedimentos del franquismo sociológico, que nunca dejó de cultivar la socialdemocracia a lo largo de todos estos años. En momentos de crisis, quienes se identifican con estos valores propios de la extrema derecha, fácilmente pueden optar por el legítimo representante de su ideología si así lo requiere el sistema. Hoy los datos demuestran que mayoritariamente aun el caladero de votantes de la extrema derecha está en votantes del PP y en barrios burgueses, pero como ocurrió en Francia con el FN, puede estar cerca el momento en que traspasen los límites de los barrios populares y penetren con fuerza entre los sectores más desclasados de nuestra clase obrera, que han ido desarrollándose en estas cuatro últimas décadas con las políticas del PSOE y demás gobiernos de “progreso”.

Ese es el reto principal que debemos asumir: blindar nuestros centros de trabajo y nuestros barrios del avance de la extrema derecha. Solo con la organización y lucha del movimiento obrero y popular, haciéndoles frente con un constante trabajo de masas, podremos detenerlos e impedir que alcancen la capacidad de instrumentalizar a amplios sectores de la población lumperizados, provenientes de la clase obrera y la pequeña y mediana burguesía. Consecuentemente, identifiquemos con claridad la prioridad política y desarrollemos la táctica y la estrategia política que corresponda para desarrollarla lo más rápido posible. Es una tarea urgente que hemos de desarrollar sin dilación de ningún tipo y con dos máximas referenciales ineludibles: 1) Su carácter de masas 2) Su contenido anticapitalista superador de los límites ideológicos y referencias políticas que nos ofrece el sistema. Para los y las comunistas, es evidente que si su “democracia” ya no puede ofrecernos nada positivo, debemos aprovechar su decadencia para hacer avanzar un nuevo paradigma de sociedad SOCIALISTA, REPUBLICANA Y DE CARÁCTER CONFEDERAL, como un nuevo proyecto histórico para este país, fruto de la unión voluntaria de pueblos libres y soberanos, y de un nuevo bloque de poder, obrero y popular, que ejerza la dirección política de toda la sociedad.

Los ejes fundamentales de articulación de esta propuesta son:

  • Unidad de todas las luchas obreras y populares, en un frente general común por la soberanía y el socialismo

  • Defensa de los valores que han de construir el nuevo proyecto social:

    • Derechos obreros, reparto del trabajo y garantía del uso de toda la fuerza de trabajo disponible para el nuevo proyecto que se impulsa.

    • Igualdad de género, frente a misoginia, violencia y machismo.

    • Equilibrio con la naturaleza frente a la destrucción del medio ambiente por la ausencia de planificación económica, el consumismo necesario al capital, y por un modelo energético agotado y caduco.

    • Internacionalismo frente a racismo y xenofobia.

    • Defensa de una auténtica democracia y de las libertades sociales y obreras conquistadas en la lucha y ahora perserguidas también por el aparato judicial y la dictadura del capital en todas sus formas.

    • Desarme, soberanía nacional, política de paz. Salida de la OTAN y cierre de las bases.

    • Salida de la UE y del euro.

    • Laicismo del Estado. República y autodeterminación.

    • Integrar en ese frente común a todas las fuerzas obreras y populares que tengan la disposición de impulsar un amplio y combativo movimiento de masas, entendiendo que esa es la fuerza de cambio real en España hoy. Haciendo de la Huelga General política su herramienta principal de lucha.

El PCPE y su Juventud comprometidos desde ya con este llamamiento de UNIDAD OBRERA Y POPULAR.

Conforme al desarrollo de la tesis expuesta en esta Declaración del SP del PCPE, los diversos comités intermedios y la totalidad de las células, han de abrir de inmediato un proceso de debate orgánico desde el que, aprovechando la totalidad de experiencias y conocimientos que se desprenden de su propia práctica política en su entorno más cercano, hacer avanzar mediante nuestro trabajo y compromiso, estructuras de base unitarias, plurales y democráticas con una agenda antifascista. Hoy como ayer, la prioridad absoluta del conjunto de trabajadores y trabajadoras sigue siendo la que nos enseñara el camarada J. Dimitrov “barrer al fascismo y, con él, al capitalismo de la faz de la tierra”.

Secretariado Político del PCPE

Enero de 2019


(1) Este artículo se publicará traducido al castellano en este mismo medio el domingo 13/01/2019

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