SIN PATRIARCADO PARA NO MORIR, SIN CAPITALISMO PARA VIVIR

Una fecha que nació indisolublemente ligada al movimiento obrero, como tantas otras conquistas, arrebatada de la memoria colectiva nos es devuelta domesticada y funcional para las clases dominantes. Y no, no es el “Día internacional de la Mujer”. Cuando vivimos en una sociedad dividida en clases no hay comunidad de intereses entre todas las mujeres y el feminismo siempre estará dividido y conjugará las reivindicaciones de género con los intereses de la clase social a la que se pertenece. Somos las mujeres trabajadoras, pobres, las que sufrimos el peso múltiple de la subordinación, la discriminación de género, la explotación de clase, el racismo y el sexismo.

La violencia capitalista contra las conquistas de las clases explotadas adquiere especial virulencia para la parte femenina de nuestra clase, como consecuencia de la estructura patriarcal de la sociedad y la doble opresión que sufrimos las mujeres, que se convierte en triple en el caso de las mujeres inmigrantes. Así, nuestra mayor sobreexplotación se evidencia:

  • Feminización del empleo a tiempo parcial, precario, usado por las empresas para aumentar la flexibilidad y ajustar la masa salarial en función de la demanda. Afecta principalmente a las mujeres mayores de 60 años y a las menores de 30 años, en ningún caso busca la conciliación y conlleva en la mayoría de los casos la intensificación del ritmo de trabajo, infracotización de cara a la jubilación y una seria limitación a la hora de acceder a los subsidios por desempleo.
  • Diferencias salariales asociadas al género, que persisten en todos los países de la U.E., en los que la mujer trabajadora sufre una mayor tasa de explotación que el proletariado masculino. • Mayor tasa de paro y menores prestaciones. 
  • Menos posibilidades de participar en el mercado laboral. Mientras la burguesía resuelve los problemas de conciliación a través de otras mujeres, pagando -mal- una ayuda doméstica que está netamente feminizada, en el caso de las trabajadoras, las decisiones sobre nuestra incorporación al trabajo asalariado se ven altamente determinadas por las circunstancias familiares. Abocadas al trabajo a media jornada o al abandono laboral cuando no es posible compatibilizar la vida laboral con la familiar. 
  • Pensiones más bajas y percibiendo mayoritariamente las no contributivas.
  • Pobreza, acoso, feminicidios.

Porque somos parte fundamental de la clase trabajadora, millones de campesinas, obreras, inmigrantes y emigrantes objeto de expolio y abusos. Somos víctimas de las guerras imperialistas y de la crisis estructural del capitalismo decadente; porque somos trabajadoras explotadas del campo y de la ciudad, estudiantes excluidas, paradas, jubiladas y pensionistas a quienes se nos está privando del pan, la casa y el agua, de una remuneración y condiciones de trabajo dignas, de paz. Pero somos también mujeres organizadas y luchadoras revolucionarias.

Luchamos y lucharemos contra la violencia patriarcal, que es una de las formas que asume la brutalidad de un sistema político-económico-social, el capitalista, violento todo él desde sus podridas raíces. Confrontando abiertamente con el discurso de la Iglesia Católica y otras confesiones que legitiman la sumisión de las mujeres y amparan de este modo las distintas expresiones de la violencia contra nosotras.

Luchamos y lucharemos contra la opresión de las mujeres trabajadoras, combatiendo un orden social que aprovecha y necesita esa opresión como engranaje de su dominación y como válvula de escape de las tensiones que tal orden social crea. Conscientes de nuestra opresión de género y clase, llamamos a las mujeres del pueblo trabajador a sembrar las bases para una nueva sociedad, a la construcción de un Frente Obrero y Popular por el Socialismo.

TRABAJADORA: TU LUCHA DECIDE ¡DERROTEMOS AL PATRIARCADO! ¡ACABEMOS CON EL CAPITALISMO!

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