El lunes 22 de abril, a las 18:30 h., tuvo lugar en A Coruña la concentración antifascista en contra del mitin de Vox. Quince minutos antes, los camaradas de Galiza hicimos acto de presencia en el lugar de encuentro, justo en frente del Palexco, el local habilitado para albergar la reunión del partido fascistoide. Ante nuestra sorpresa, el panorama inicial se resumía en cientos de banderas rojigualdas, un grupo reducido de policías y una preocupante escasez de manifestantes descabezados. Ondeaban las banderas LGTBI, las estreleiras, las esteladas o las ikurriñas. No fue hasta la llegada de Acción Antifascista A Coruña que la concentración tomó un rumbo determinado: gritar hasta dejar claro que con el fascismo no se conversa. Justo cuando la amenaza de lluvia auguraba una deserción masiva, los policías se colocaron el casco antidisturbios y montaron el cerco, motivando así a los más escépticos.

Entre los asistentes al acto y nosotros mediaba la policía y las verjas que salvaguardan el puerto, pero no fue difícil escuchar los insultos y avistar las provocaciones que nos dedicaban la flor y nata de la burguesía gallega. Nosotros respondíamos lanzando consignas impregnadas de combatividad. De esta manera, todas coincidían en censurar la situación política a la que nos ha conducido la crisis de la sociedad burguesa. La XCPG, siempre con sus banderas en alto, trabajó conjuntamente con el resto de organizaciones asistentes para que no decayera la concentración con consignas como «que viva a loita da clase obreira!», «nativa ou estranxeira, a mesma clase obreira» o «grita en alto como Carrero Blanco».

Como en tantas otras ocasiones, la policía protagonizaba el incidente más reseñable de la tarde: se llevaron a un manifestante con muletas a pesar de la ferviente oposición de sus compañeros expresada en gritos, silbidos y abucheos. Aunque su comportamiento fue pacífico y en ningún momento se resistió a la autoridad, los guardias consideraron necesario enviar dos agentes que lo escoltasen. Este suceso provocó la indignación en nuestro bando, que amenazó con romper el cerco policial en más de una ocasión.

La militancia de la XCPG no abandonó su puesto hasta que la concentración estaba ya amainada y los asistentes al acto de la ultraderecha ya habían accedido al foro. Nuestra presencia en esta concentración supone el primer paso para organizar la clase trabajadora de la ciudad. Alrededor de 250 manifestantes demostramos que las propuestas fascistoides de la extrema derecha no gozan de aceptación dentro de la clase proletaria. Todo ese populismo con que los fascistas emperejilan sus intentos por no dejar morir a la bestia capitalista solo surten efecto dentro de los círculos más aburguesados de la sociedad. ¡Viva la lucha de la clase obrera!

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