- Delegados al segundo congreso del Komintern frente al Palacio Uritsky de Petrogrado. Entre ellos se puede distinguir a: Lev Kárajan (segundo por la izquierda), Karl Radek (tercero, fumando), Nikolái Bujarin (quinto), Mijáil Lashevich (séptimo, de uniforme), Máximo Gorki (noveno, rapado), Lenin (décimo, con las manos en los bolsillos), Serguéi Zorin (decimoprimero, con sombrero), Grigori Zinoviev (decimotercero, con las manos a la espalda), Charles Shipman (Jesús Ramírez), M.N. Roy, Maria Ilyinichna Ulyanova (decimonovena, con blusa blanca), Nicola Bombacci (con barba) y Abram Belenky (con sombrero claro).-

La Internacional Comunista, también conocida por III Internacional, y por su abreviatura en ruso Komintern, fue fundada en Moscú, en marzo de 1919, por iniciativa de Lenin y el Partido Comunista de Rusia (Bolchevique). Agrupaba a los partidos comunistas de distintos países cuyo objetivo prioritario y determinante era luchar por la eliminación del sistema capitalista en el mundo, utilizando la dictadura del proletariado como instrumento y teniendo como marco de referencia político-legal la República Internacional de los Soviets.

xTuvo como antecedentes históricos primigenios a la Asociación Internacional de Trabajadores fundada en Londres en 1864 por Carlos Marx y Federico Engels, entre otros, y a la II Internacional fundada en París en 1889. Tras la ruptura de la II Internacional por su carácter reformista y cómplice con el capital a partir del respaldo a los presupuestos de guerra que los partidos socialdemócratas habían firmado con las burguesías nacionales, las organizaciones revolucionarias se convirtieron en la base de la III Internacional o Internacional Comunista.

La Internacional Comunista celebró siete congresos mundiales, todos ellos importantes, pero son el primero, el segundo y el séptimo los mas significativos y representativos. El primero marcaría nítidamente la separación entre la socialdemocracia y el comunismo. El segundo clarificaría las normas existenciales y organizativas de los partidos comunistas, que irían desde la denuncia a todas las formas de socialdemocracia, a la lucha por la toma del poder, pasando por la acción en sindicatos, Consejos Obreros y asambleas. Las condiciones para la admisión a la Internacional Comunista, que se fijaron en este II Congreso y que fueron popularmente conocidas como los 21 puntos, fueron un vademécum de principios comunistas para la lucha ideológica, sindical, social y política. Estos 21 puntos podrían ser un referente ideológico, político y organizativo de la mas rabiosa y útil actualidad.

El VII Congreso significó el final de la III Internacional. A pesar de los buenos resultados que la política de Frentes Populares dio a la III Internacional y que le permitió aumentar su prestigio y su acción política entre amplios sectores populares, las posteriores concesiones a los “aliados” para evitar los “recelos” en el marco de la II Guerra Mundial, y las supuestas dificultades para la coordinación comunista mundial, llevaron al Presidium del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista a disolver, con dificultades de comprensión, la Internacional en 1943, en plena 2ª Guerra Mundial. En 1947 Stalin la sustituyó por una Oficina de Información Comunista, llamada Kominform, disuelta, a su vez, en abril de 1956 como parte del pretexto de la desestalinización, en realidad desleninización, llevada a cabo después del XX Congreso del PCUS.

Después de la disolución ya nada sería igual. El PCUS sustituyó directamente a la Kominform, y los partidos comunistas ya no actuarían unidos en lo ideológico ni en lo político, terminando por negociar con el PCUS directamente, convirtiendo a este en sustituto de la Internacional con lo que ello significaba por su ruptura unitaria, y abriendo la puerta de atrás a determinadas posiciones políticas, que en un breve tiempo terminarían convirtiendo en ruinas el magnifico proyecto leninista.

La actualidad es todavía más dura y problemática para la recreación de la Internacional Comunista. La unidad ideológica de los partidos y organizaciones comunistas no existe nada mas que en la voluntad y los principios de algunos partidos comunistas, siendo el “pluralismo ideológico” la marca de agua general. Por ello, no existe ninguna propuesta seria que nos haga pensar en la recuperación de la añorada III Internacional, sino marcos de debate mas o menos amplios, que no llegan a acuerdos, ni puntuales, ni generales, y menos en el terreno de lo práctico, de la acción conjunta.

Para los que echamos de menos la Internacional Comunista, además de la coherencia ideológica y organizativa que implicaba en el terreno concreto de la acción política de los comunistas a escala internacional, recordamos una serie de organizaciones creadas por ella como: La Internacional Sindical Roja (Profintern), la Internacional de la Juventud Comunista, el Socorro Rojo Internacional (MOPR), la Internacional Campesina (Krestintern) y la Internacional Deportiva Roja (Sportintern). Que bien nos hubiera venido seguir teniéndolas para actuar contra el enemigo de clase en el marco de la globalización.

La situación existente en el campo internacional, de agresión constante imperialista contra los pueblos que no están dispuestos a subordinarse a la globalización imperial, de crisis terminal del modelo de explotación capitalista, en todas sus formas y colores, de la profunda crisis ideológica del liberalismo, de la socialdemocracia y del reformismo multifacético, tanto en lo sindical como en lo político, económico y cultural, obligan a releer y reinterpretar los tiempos históricos y políticos y su comparación con los tiempos en que apareció la III Internacional. La distancia histórica, las vicisitudes ocurridas al campo socialista, sus victorias y sus derrotas, la aparición de nuevos problemas y de nuevos agentes políticos necesitan la óptica de la III Internacional, que con sus principios de clase inquebrantables orienten el que-hacer comunista en el complejo mundo actual.

José María Lucas

El Monumento a la Tercera Internacional, o Torre de Tatlin, fue un proyecto arquitectónico del escultor ruso Vladímir Tatlin, quien lo presentó a comienzos de los años veinte. Se proyectó para ser construido en Petrogrado como monumento y sede de la Tercera Internacional.
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