Desde mediados de éste año 2019 hemos visto como en la República Popular China, más concretamente en la Región Administrativa de Hong Kong, se ha desarrollado una serie de protestas de carácter extremadamente violento coincidiendo, casualmente, con la reciente guerra comercial iniciada entre los EEUU y la República Popular China. Unas protestas que, si vemos las imágenes, se asemejan y nos recuerdan mucho a las famosas “guarimbas” ocurridas en la República Bolivariana de Venezuela en el año 2017, o también a los sucesos ocurridos durante las “Primaveras Árabes” en países como Libia, Siria, etc.; o incluso, a los sucesos del Euromaidán iniciado en el año 2013 en Ucrania.

¿Qué une o relaciona a toda esta serie de protestas entre sí?

Si analizamos desde un primer momento el origen y desarrollo de estas protestas en cuestión, vemos como estas siguen el mismo patrón a todas las mencionadas anteriormente; el patrón no es más que el “modus operandi” y el mismo guión empleado por el Departamento de Estado de los EEUU y su administración utilizado en las diferentes agresiones imperialistas a países soberanos. Centrándonos en lo que ocurre actualmente en Hong Kong, vemos cómo estas protestas surgen en un principio de cierto descontento popular en la región con respecto a la, más que nombrada y repetida por los medios de comunicación, famosa Ley de Extradición impulsada por el gobierno chino en Hong Kong; ley que nunca se puso en práctica ya que fue retirada inmediatamente por el Gobierno tras el inicio de las protestas.

Tras éste acontecimiento y la posterior suspensión de dicha ley, las protestas no solo no han cesado, sino que incluso se han intensificado y agudizado aún más. Estas actuales protestas, reitero, que se caracterizan por ser de un nivel de violencia muy elevado, ya nada tienen que ver con la mencionada ley, ni con una supuesta búsqueda de independencia como se nos intentó vender desde un principio por diversos medios de comunicación, sino que, por enésima vez en la historia, las protestas han logrado ser cooptadas y capitalizadas por el Imperialismo para orientarlas en favor a sus intereses en la zona.

¿Qué intereses pueden llevar al Imperialismo a instrumentalizar todo este movimiento?

Todo nos lleva a pensar que tras el inicio de la reciente guerra comercial de Huawei entre las dos potencias y al suponer la República Popular China una posible amenaza y desafío que podría debilitar al poder hegemónico ostentado actualmente por EEUU, éste intentará, por todos los medios a su alcance, focalizar su ataque hacia la República Popular China para tratar de generar caos e inestabilidad política, y el escenario propicio para ello se acaba de dar en la Región Administrativa de Hong Kong. Unas protestas que en ningún momento han buscado generar una lucha por una verdadera independencia; curiosa reclama de independencia mientras se porta, por parte de los manifestantes, la bandera colonial británica (país del que Hong Kong fue colonia hasta finales de los 90), banderas yanquis, y exigiendo recuperar su antiguo status colonial; señales que evidencian que éste conflicto va más allá de una supuesta búsqueda de independencia. Mientras vemos a los coordinadores de las protestas concertar reuniones con la embajadora de los EEUU en Hong Kong, y donde recientemente pudimos ver al líder de las protestas fotografiándose con el jefe de los llamados “Cascos Blancos” (y ya sabemos el papel propagandístico que estos jugaron en la agresión a la República Árabe Siria y de qué manera blanquearon el terrorismo salafista).

¿Cuáles son, por tanto, los intereses fundamentales que se esconden tras los acontecimientos recientes en Hong Kong?

Sin duda, la pugna entre las familias económicas y sociales que controlaban la economía de Hong Kong y la entrada en acción de los capitales chinos en la excolonia.

La integración de Hong Kong en 1997 en China se fraguó en torno a un pacto de convivencia, a través del cual se reconocía el status quo; la fórmula “un país, dos sistemas” resumía dicha situación. En esencia se mantenía la situación de Hong Kong como una economía con autonomía, con divisa propia y vinculada directamente al tráfico de capitales internacionales a través de un circuito financiero muy activo con EE.UU. y occidente.

Pero lo que está ocurriendo es el desarrollo de un proceso de decadencia económica de Hong Kong. El desarrollo comercial y de capitales de regiones de la China continental como Shanghái y Shenzhen está convirtiendo a estas ciudades chinas en polos de atracción de capitales y actividad económica en plena competencia con Hong Kong. Esto ha provocado la crisis de poder de las familias tradicionales hongkonesas ligadas a las finanzas y sus vinculaciones con EE.UU. y occidente. La integración plena de Hong Kong en China está causando gran preocupación en los sectores tradicionales de poder, dado que sus privilegios están seriamente amenazados. La ley de extradición es la muestra formal de un conflicto agudo, cuya defensa de la autonomía colonial de Hong Kong choca frontalmente con la normalización legal del territorio en la República Popular de China. La defensa de los privilegios sociales, económicos y políticos está detrás de las manifestaciones propiciadas y auspiciadas por el capital tradicional hongkonés.

Más allá de todo esto, alejándonos del debate mantenido por parte de algunos sectores ultraizquierdistas de si China es imperialista o no, o si es socialista o no; se nos abre un nuevo debate para los y las comunistas de Occidente sobre el importante papel contrahegemónico que juega la República Popular China en el actual tablero geopolítico, sumado a las importantes cifras de su nivel de desarrollo, el cual ha sacado a cientos de millones de sus habitantes de la pobreza, y de la importancia que tiene esta para la esperanza y supervivencia de aquellos pueblos agredidos por el Imperialismo gracias al freno que ha supuesto la RPCh en determinadas zonas de guerra y conflicto ante la agresividad del imperialismo yanqui-europeo.

Axerax Trujillo – Célula Blanca Ascanio

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