Es una obviedad afirmar que la fortuna no suele acompañar a los pobres. Pero la explosión ocurrida en el puerto de Beirut, dejando destrozada una gran parte de la ciudad, abunda en la certeza de que esta detonación es consecuencia del papel desempeñado por este pequeño país en el contexto de la lucha de clases a nivel internacional, y de la confrontación por la hegemonía en una zona vital para los intereses del imperialismo.

Efectivamente, cuna de las antiguas civilizaciones, como el resto de países del Próximo Oriente, Líbano es un punto relevante en la trinchera de abierta confrontación del mundo árabe que no se pliega a los intereses imperialistas, y la parte criminal del antiguo colonialismo, representada por su portaaviones en la zona, que es la entidad sionista de Israel, que hoy, transcurridos los años de su inserción en este espacio, ejerce de “matón”.

No son casuales tantos infortunios de los distintos pueblos habitantes de Líbano. Sin ir más lejos, la presencia de refugiados palestinos es de máxima importancia, llegando a ser 400.000. Por eso, es imprescindible establecer el vínculo Líbano, Palestina y la entidad sionista para concretar un análisis correcto.

Se colige inmediatamente que la explosión en el puerto de Beirut, ha provocado un intento amenazante de intervención por parte del antiguo dueño colonial de la zona. Apenas se ha demorado Macron en mostrarse en Beirut y amenazar con la intervención directa del ejército francés o incluso de la OTAN, si el gobierno libanés no toma medidas favorables a los intereses franceses y/o del imperialismo. Macron expresa públicamente que no respetará la soberanía ni la independencia del Líbano.

En este contexto de intervención real del imperialismo, es donde se produce el genocidio contra el pueblo palestino que data ya desde 1948. La entidad sionista bombardea, asesina, tortura, secuestra y amedranta a los palestinos que todavía resisten en Gaza y Cisjordania. La resistencia del pueblo palestino a través, principalmente, de sus organizaciones de clase, como el Frente Popular para la Liberación de Palestina, y otras de naturaleza militar como Hezbollad y Hamás, crean enormes dificultades para la implantación del “orden” imperialista en la zona.

Las piezas, como si estuviésemos ante una partida de ajedrez, se mueven con la lógica del “jaque mate”. El reciente acuerdo de la entidad sionista y los Emiratos Árabes, trata de quebrar la resistencia que los pueblos más conscientes están oponiendo al invasor. Muchas aristas se visualizan en este acuerdo que se presenta como un elemento más en la propaganda del sistema.

El acuerdo contempla la venta de armamento a los Emiratos Árabes, que rompen de esta forma, la prohibición existente hasta el momento. Los Emiratos se separan en este marco del resto de potencias árabes que están u operan en la zona, como es el caso de Irán. A su vez, Nethanyahu elude problemas internos y demuestra la fragilidad de los países árabes, pero, en muchas ocasiones, la presunta fortaleza esconde realmente una debilidad. La intervención yanqui en Afganistán, no ha conseguido los objetivos buscados; lo mismo ha ocurrido con la ocupación de Iraq, donde no encuentran la fórmula para imponer sus voluntades a los nuevos gobiernos post Sadam Husseim. A pesar de todo, Irán continúa teniendo un peso específico fundamental en la zona, y es improbable que el bloqueo y las sanciones del imperialismo norteamericano consiga doblegar la voluntad del gobierno de Teherán.

Nos encontramos en un momento crucial de la Historia, donde los acontecimientos se producen a velocidad vertiginosa y la lectura y respuesta de los hechos obliga a las fuerzas revolucionarias y populares a ir conformando una respuesta colectiva que se enmarque en una propuesta mundial antiimperialista.

 

Secretaría de Internacional del CC del PCPE

 

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