Con la llegada de septiembre, otro año más, la juventud de extracción obrera y popular nos enfrentamos a un nuevo curso. Como ocurre cada año, muchas familias deben hacer un gran esfuerzo económico para que sus hijos puedan estudiar, enfrentándose a varios años de asfixia debido al gran desembolso que representa la Universidad. Otras muchas familias se enfrentan a los altos precios de los libros de texto y material escolar que necesitan sus hijos para el colegio y el instituto.
El primer problema que nos presenta este nuevo curso es la incertidumbre a la que estamos sometidos. Los estudiantes todavía no sabemos cómo van a ser las clases a partir de septiembre. Tan solo unos pocos centros se han pronunciado, diciendo que las clases serán semipresenciales o totalmente online, pero ya hemos visto en los últimos meses del curso anterior que el sistema educativo no está preparado para clases online. Ni el profesorado tiene la formación, ni el alumnado el material necesario para este tipo de enseñanza, ni el Estado lo va a proporcionar.
Los colegios e institutos ya contaban con una falta de espacio importante y con aulas superpobladas de alumnos y alumnas, además de un profesorado que no daba abasto con la cantidad de materia que debían dar ni con la cantidad de alumnos que tenían. Ahora, estos problemas se acentúan y estamos viendo que ni reduciendo el número de alumnos por aula a la mitad se podrían cumplir las medidas de seguridad, así como que al multiplicar los grupos no habrá suficiente profesorado para dar clase.
Por otro lado, el alumnado universitario está en la misma situación. No sabemos cómo será el próximo curso, pero estamos seguros de que no estamos preparados para hacerlo online. Ya hemos visto cómo el profesorado nos abandonó a finales del curso anterior, o solo daban señales de vida para enviar un PDF que ni siquiera presentaba toda la materia.
Además, aunque las clases vayan a ser semipresenciales u online, el precio de las matrículas para los grados presenciales se mantiene igual. Cada vez es más alto el coste de los créditos y hay un acceso más limitado a becas. Las Universidades ahorrarán en gastos, ya que los centros no van a tener la misma afluencia que antes, gastos de luz e internet que tendremos que asumir nosotros y nosotras en casa, para poder dar clases online.
Pero no solo eso, no todos los estudiantes tienen acceso a material, como ordenadores, cámara o micrófono, ni a internet para poder seguir las clases en esa modalidad, ni espacio propio en casa para poder estudiar. Además, como las bibliotecas y salas de estudio estarán cerradas o con aforo limitado, el cual ya era bastante insuficiente antes, no tendremos un lugar bien acondicionado para el estudio ni acceso a muchos de sus recursos.
Las clases semipresenciales también suponen un gran problemas para los que tengan que usar un medio de transporte para ir a clase. Muchos alumnos y alumnas nos encontramos en una situación de tener que pagar transporte para acudir a una o dos clases al día, llegando a tardar más tiempo en ir y volver que el que se va a estar dando clase. Además de que muchos horarios compaginan el mismo día clases no presenciales y clases presenciales, por lo que si no tenemos acceso a salas de estudio en las que poder seguir esas clases online, no hay tiempo físico para volver a casa a darla.
La universidad también supone un gasto no académico muy grande para muchas familias obreras, el alojamiento para aquellos que se van a estudiar lejos de casa. Cada vez es más difícil encontrar un piso para vivir en buenas condiciones y a un precio asequible debido a la subida del precio de los alquileres, que se debe principalmente a la especulación. La mayoría de pisos se alquilan por medio de una inmobiliaria, quienes llegan a pedir tres meses por adelantado mas la fianza, uno de ellos sin posibilidad de devolución. Así empieza el curso para una gran cantidad de estudiantes. Luego están los caseros (propietarios rentistas) que se dedican a hacer negocio de los pisos, viven de los alquileres y hacen chanchullos para no devolver la fianza cuando finaliza el curso.
Muchos estudiantes conseguimos, a duras penas, asumir estos enormes gastos trabajando durante el verano o durante el curso en trabajos precarios, de muchas horas y bajos sueldos, sobre todo en hostelería. Pero con la llegada de la nueva crisis, no ha sido posible para casi nadie trabajar durante este verano, y va a ser muy difícil conseguir trabajo para este curso, por lo que va a ser un problema asumir todos los costes económicos.
La conquista de la Educación Pública, Gratuita y de Calidad para la Juventud Obrera y Popular es hoy, más que nunca, una necesidad.
Alba Martínez