Hace cuatro años, cuando empezamos a salir del ciclo anterior de la crisis, fui al cine a ver una película de Ken Loach, “Yo, Daniel Blake.” Trata de un trabajador enfermo al que le obligan a incorporase a su puesto o perder las prestaciones, pero sobre todo trata de la perversidad del sistema capitalista. La administración en lugar de ayudar a las personas, pone impedimentos para solucionar los problemas, desde la burocracia y el vuelva usted mañana, a la comunicación, forzando al uso de Internet y citas previas con las dificultades que ello conlleva para muchas personas.

 

Este año, con la crisis sanitaria se estableció la posibilidad de realizar teletrabajo para una gran parte de trabajadoras y trabajadores que pueden (o no) gestionar su trabajo desde su domicilio. Pero no todo se puede hacer telemáticamente, hay veces que es necesaria la comunicación y la explicación, el ver las caras.

 

Y no sólo es en las Administraciones, la banca, que siempre gana, no se queda atrás. En estos momentos donde se debería evitar las colas y aglomeración de personas, los bancos deciden cerrar sucursales provocando colas a las puertas de las pocas oficinas que quedan abiertas. Todo se tiene que hacer por Internet, y todo no es posible, ni todos somos capaces.

 

Pero la Administración en esto del teletrabajo se lleva la palma. Conforme está la situación anímica, deberíamos atender al público de manera ejemplar, pero es todo lo contrario. La gran mayoría de administraciones no están preparadas para poder hacer teletrabajo con garantías de seguridad, y por tanto no se hizo ni se hace todavía. Lo que hacen es eliminar citas y acumular el trabajo.

 

Por ejemplo, el Servicio Público de Empleo, ante la falta de plantilla y la entrada de miles de ERTES tiene muchos expedientes sin resolver, hay trabajadoras y trabajadores que no han cobrado la prestación tal como deberían, o que una vez incorporados a su puesto siguen cobrando, con los perjuicios que eso le llevará en un futuro. Pero nadie les atiende porque sólo una parte de la plantilla está trabajando cara al público. En lugar de incrementar las plantillas han subcontratado la gestión con Tragsa.

 

La seguridad sanitaria contra el virus en estos puestos (bancos o administración) es elevada, hay control en la entrada, alfombrilla para pasar los pies, todas las personas vamos con mascarilla, se limpian los elementos comunes después de cada uso, hay pantallas protectoras y distancia de seguridad. A veces que de tanta distancia y las mascarillas no oímos lo que se solicita y andamos a gritos. Es decir, el problema de la extensión del virus no es el centro de trabajo (por lo menos estos, que los hay que obligan a trabajar sin mascarilla para producir más, como ya denunció CSO que ocurre en las contratas de SEUR)

 

Y estos centros de trabajo, ya sean Administración Autonómica, Local, Estatal o un banco, tienen a las personas en cola a la puerta de los centros, con calor o con lluvia, no es porque haya que guardar el espacio de seguridad dentro de las instalaciones, es que no hay empleados y empleadas públicas para atenderlasporque están en casa, haciendo, o no, teletrabajo. La gestión de recursos humanos suele ser muy deficiente, unas personas saturadas mientras otros están “de campo y playa”.

 

El PCPE considera que hay que potenciar y cuidar a las trabajadoras y trabajadores de la función pública, llenando su puesto de contenido y no de supuestas ventajas sociales. Deben tener las mejores condiciones posibles de trabajo, deben tener un salario digno que evite eso de “como me engañan en el sueldo, que no lo hagan en el trabajo”. Debemos evitar que en estos momentos de crisis se acumulen expedientes sin resolver y se tenga que pagar a empresas privadas para tratar de solucionar los atascos, como está sucediendo en el SEPE y en la Seguridad Social.

 

El PCPE insiste en defender los Servicios Públicos sin externalizaciones, sin sobrecostes, y si hace falta redistribuciones de plantilla que se hagan. La Administraciones tiene mecanismos para ubicar temporalmente los excesos de plantilla de una administración a otra. Que los usen.

 

Cuando una persona quiere entrar a trabajar en la función pública, debería ser para servir a la comunidad, porque entiende que los servicios públicos son esenciales, en sanidad, en transporte, educación, y en la vida diaria de la ciudadanía que gestiona las administraciones del nivel que sean. No debería importar donde lo hace, eso sí, siempre que se le facilite la formación y las condiciones necesarias para desarrollar su trabajo.

 

Mientras cada administración mire su chiringuito y no haya gestores públicos con un concepto amplio de los servicios públicos y su necesidad, seremos un país fallido. Solo con una visión global y social salimos de ésta, como demuestran los países donde las personas están por encima de la economía.

 

En definitiva, hasta que llegue una sociedad mejor, que la crisis sanitaria no nos quite la empatía con las personas, tratémoslas como mejor podamos, intentemos hacer fácil lo que es difícil y no paguemos con los demás, nuestros problemas personales o laborales.

 

Vicente Alcaraz. Militante del PCPE y funcionario


Publicado el 19 de noviembre en alicanteopinion.es

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