Si no tuviese antecedentes penales la administración imperialista del ya expresidente Trump, tendríamos que estar pensando en alguna enfermedad patógena que deja al sujeto impedido para tomar una decisión libre y razonada, pero no estamos en el terreno de la psicología/psiquiatría, estamos en el mundo de los mortales en plena crisis general del capitalismo con el acicate de la pandemia de la COVID-19 que ya ha causado la muerte a más de 2.6 millones de personas en el planeta Tierra.

Días antes de traspasar la presidencia de EEUU, el sanguinario Trump reabre la caja de los truenos contra Cuba y, bajo falacias y montajes informativos, incluye a Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo, que tiene su origen a finales de 1979 como elemento de carga política en la lucha que el imperialismo mantenía con la URSS por aquellos años. Porque en esta lista estaban Libia, Irak, Yemen del Sur y Siria, ingresando posteriormente en este selecto club Irán, la República Popular Democrática de Corea, Afganistán, Cuba; pero, ¿en qué lista se encontraban por aquellos años la entidad sionista de Israel, el Chile de Pinochet, las sangrientas dictaduras de Argentina, Uruguay, Paraguay y tantos otros países que ejercían la tortura, las desapariciones, los horrores de la represión contra las fuerzas populares?… Pues seguramente en la de los alumnos aventajados de la Escuela de las Américas que, cínicamente, alguno llegó a describir “bastardos, pero son nuestros ¡bastardos!”

¿Para qué sirve esta lista? Pues sencilla la respuesta: para, en manos criminales, seguir provocando muertes, destrucción, amenazas, acoso… ¡con el ánimo de derribar! Se produce la parodia del carterista que grita ¡¡al ladrón, al ladrón!!

No nos encontramos en un ambiente político donde se enjuician los derechos humanos o las libertades individuales y colectivas; muy al contrario. Se trata de una herramienta más en lo que es la guerra imperialista contra los pueblos que rechazan las imposiciones de que se trabajan a través de gangsters de las potencias del Gran Capital; y la Cuba, digna y revolucionaria, desde el 1 de enero de 1959, ha dejado de ser una marioneta del imperialismo y de sus mafias.

Impositivamente, EEUU impone sanciones en el ámbito económico, financiero y comercial, redoblando su guerra que comenzó con el Bloqueo. Estas sanciones llegan sarcásticamente a “prohibir la venta de armas” (del mayor productor y vendedor mundial), vigilancia de las exportaciones con “doble objeto”, restricciones de ayuda económica (al país más solidario del mundo) e impedimento de financiación con entidades o bancos internacionales.

Se asiste, pues, a uno de los episodios más crueles del “crimen organizado”, ya que los EEUU lo lideran - pero no son los únicos – ya que cuentan con la inestimable compañía de los países de la OTAN y la UE.

Atrevidos se conoce a muchos personajes a lo largo de la Historia, pero en estos momentos se llega a unos niveles insuperables. Acusar y perseguir al país que pretende producir un número de vacunas muy por encima de las necesidades de su pueblo, para entregar gratuitamente a los países que no pueden gastar millonarias cantidades para preservar a sus poblaciones. A continuar investigando para erradicar enfermedades mortales como el cáncer de pulmón. El país que tiene en América la más alta tasa de recuperación de los contagiados por la Covid-19, llegando al 94,2%, sin haber podido todavía vacunar a su pueblo. Un país que privilegia y prestigia la educación, la sanidad, la cultura y las actividades que potencian las capacidades individuales. Un país que lucha contra el racismo fuera de eslóganes retóricos. Un país con un pueblo que cuenta con un instrumento tan valioso como el Partido Comunista de Cuba (¡alguna comparación con los constitucionalistas en España!). Un país que muestra la superioridad del Socialismo, que cuenta con un pueblo dispuesto a alcanzar el mayor nivel del género humano, ¡¡UN PAÍS REVOLUCIONARIO!!.

Secretaría de Internacional

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