En el capitalismo, el futuro de nuestra juventud sólo puede ser paro, precariedad y miseria

Los datos de la EPA en el último trimestre de 2020 así lo demuestran. El número de paro entre menores de 25 años subió en 109.600, un 23,7% más que en 2019. La tasa de paro juvenil se sitúa en el 40,1%, y de los que tienen trabajo más del 40% son contratos de obra  (han aumentado durante la pandemia un 7%).

En 2020, debido a la crisis, la ocupación a nivel general bajó en todos los sectores, pero donde más se notó fue principalmente en el sector servicios: 537.100 trabajadoras/es  de este sector se quedaron en paro, a pesar que este sector es el que más se ha beneficiado de los ERTE.

Esta destrucción de empleo afecta en mayor medida a la juventud, que son quienes más encadenan trabajos temporales. La juventud de extracción obrera es fuerza de trabajo  barata y fácil de desechar para las empresas,  con un coste para los empresarios mínimo o cero.

La dificultad que tienen para acceder a un puesto de trabajo es un problema endémico, un problema que la crisis de la Covid-19 no ha generado sino que solo ha visibilizado de manera más cruda. España arrastra una de las tasas de paro juvenil más alta de la Unión Europea desde hace décadas. En cada crisis de sobreproducción capitalista desde los años 80, las consecuencias las pagamos los mismos, la clase trabajadora, y especialmente su juventud. El sistema capitalista se aprovecha de los y las jóvenes en épocas de puntuales y pasajeras recuperaciones económica, con salarios míseros, y los expulsa, sin apenas coste, cuando se agudizan las crisis de sobreproducción.

Mientras siga este sistema la clase obrera en general y la juventud obrera en particular, seguiremos siendo mano de obra barata para engrosar los beneficios de unos pocos, lo único que podemos esperar son parches para perpetuar nuestra explotación, y las migajas que nos quieran regalar en épocas de su bonanza.

Hasta la fecha de hoy la titular del ministerio de trabajo Yolanda Díaz (“de las más progresistas dentro del gobierno más progresista de la historia”, “los que no iban a dejar a nadie atrás”) ha dado múltiples declaraciones en las que asegura que es una prioridad para su ministerio atajar el paro juvenil y la precariedad de los trabajos, pero ni una medida concreta ha salido de ese ministerio. Quizá podría empezar por derogar las reformas laborales, como llevaban en su programa, y todas las modalidades de explotación, subcontratación, contratación juvenil y flexibilización laboral que han ido aprobando todos los gobiernos capitalistas, independientemente de sus siglas.

Por supuesto, ni la ministra progre ni el gobierno en su conjunto harán nada de esto. Este gobierno, por mucho que se vista de progresista, no va cuestionar ni los límites ni los intereses del sistema capitalista y de la oligarquía española. Nada tiene que ofrecernos este gobierno porque es parte del problema. Llegaron prometiendo la derogación de las reformas laborales y ni siquiera esta promesa asumible dentro del capitalismo han sido capaces de llevarla a cabo. Sus medidas estrella para evitar que las trabajadoras y trabajadores nos quedemos atrás han sido el salario mínimo vital (un fraude en el que se ha rechazado a la inmensa mayoría de solicitantes) y los ERTE a medida de los empresarios y sufragados por el estado.

Nada tenemos que esperar de este sistema que nos explota ni de sus gestores por muy progresistas que se proclamen. 

María López

uyl_logo40a.png