En noviembre recibíamos la triste noticia del fallecimiento de una gran escritora y de toda una mujer nueva, Almudena Grandes. Una escritora que tantas veces me ha emocionado, que me ha contado historias que nunca me habían contado de una forma tan intensa y real. La historia de mi gente que tanto cuesta encontrar escrita en páginas.

Quizá las posiciones de Almudena no fueron las más revolucionarias ni las más radicales, pero sí acometió una lucha que pocas personas públicas y referentes en este país se atreven a llevar a cabo, la de la memoria histórica.

Es por esa lucha por la que hoy hablamos de Almudena como un ejemplo de mujer nueva, porque tuvo el valor de colocar en sus obras la historia de los vencidos y las vencidas. Con un arte y una sensibilidad innegable sus obras relatan la historia de un bando, el bando que aún sigue en las cunetas de este país.

A través de gran parte de su obra Grandes relata cómo fueron los años de la guerra civil y de la posguerra para el bando republicano, centrándose especialmente en los y las militantes comunistas y su fundamental papel en esta etapa olvidada de nuestra historia.

Poniendo como protagonistas a mujeres inspiradas en aquellas que lucharan por la libertad y que la historia se empeña aún más en ocultar.

Y esta tarea, además, la llevaba a cabo con un gran rigor. Sus novelas, especialmente las pertenecientes al proyecto “Episodios de una guerra interminable”, llevan detrás una gran labor de investigación, buscando siempre ser fieles a la realidad, pero abordándolo desde la sensibilidad. Así conseguía la autora llegar a sus lectores y lectoras y no sólo mostrarles los hechos, sino conectar con la emotividad que lleva consigo esta historia.

Pero no sólo luchó por recuperar esa memoria que nos pertenece y que nos tratan de arrebatar, sino que a través de obras como “Lágrimas en el pan” esta autora pretendía devolver algo de humanidad a una sociedad inmersa en un sistema capitalista. Centrándose en la crisis económica de 2008 y sus consecuencias, Almudena pretendía dar voz a la realidad de la clase obrera de este país y despertar las conciencias dormidas de una sociedad sumisa.

Escribía en su obra “Las tres bodas de Manolita”: “Como los recuerdos dolían, no recordaban. Como las lágrimas herían, no lloraban. Como los sentimientos debilitaban, no sentían”.

Y es cierto que la memoria de esos años duele y se han esforzado en no recordarla. Pero ella se enfrentó a ese dolor y se lo presentó a miles de españoles y españolas que viven hoy sus vidas ajenas a una historia tan reciente, una historia que nuestros propios abuelos y abuelas vivieron y que se han empeñado en que nos sea ajena.

Por eso hoy reconocemos la gran labor que llevó a cabo durante su vida Almudena Grandes, dando voz a las silenciadas y silenciados, y sirviendo de altavoz a nuestra historia.

Inés

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