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Hoy día, la actualidad ronda el boicot a los Juegos Olímpicos de invierno que se celebrarán en China. No es el primero, como ya hemos visto, ni el único, puesto que ha habido muchos otros.

El imperialismo necesita de propaganda y, pensando en aquel viejo fascismo hitleriano, con sus superhombres y supermujeres, sería extraño que boicotearan cualquier evento deportivo.

De hecho, la sonada norteamericana se ha quedado, al parecer, en un boicot diplomático.

Honrosamente, solo la España Republicana y, por supuesto, la Unión Soviética, fueron los únicos países en boicotear los Juegos Olímpicos del Berlín nazi de 1936. Otra cosa fue el desarrollo de dichos Juegos, donde Austria fue beneficiada en su partido de fútbol contra Perú alegando invasión del campo por los aficionados (en su mayoría austriacos y alemanes). Y todo después de anularle 3 goles a Perú, que aún así ganó por 4-2, pero al final pasó Austria…. No es la única vez que ha ocurrido, pero nunca con tanto descaro. Dejaremos las decisiones arbitrales para otro capítulo.

Volviendo al boicot, sí que hubo muchas personas y organizaciones que apostaron por boicotear los Juegos Olímpicos de Berlín, pero se los pasaron por el arco del triunfo. Y por supuesto, los EEUU participaron.

El segundo boicot es menos conocido. En los Juegos Olímpicos de Montreal (1976) 32 estados, la mayoría africanos, boicotearon los juegos. Los países africanos pidieron la exclusión de Nueva Zelanda, porque su selección de rugby había jugado frente a los Springboks en Sudáfrica, país excluido del COI por su política racista del apartheid. El medallero lo terminó encabezando la Unión Soviética, seguida de la RDA.

El tercer boicot fue el de EEUU a los Juegos Olímpicos de Moscú 1980; el motivo alegado: la presencia militar soviética en Afganistán. Hay que echarle cara dura al asunto. Por entonces, EEUU seguía presente en numerosos países con sus fuerzas militares y cinco años antes había puesto pies en polvorosa en Vietnam.

No hay que pensar mucho para ver que al nuevo Imperio de superhombres (no tanto supermujeres, que entonces seguían encargadas oficialmente del hogar medio norteamericano; no como esas soviéticas sin depilar, que eran ingenieras e iban al espacio), la derrota de la final olímpica de baloncesto de 1972 y su tercer lugar en el medallero de 1976 le habían hecho daño. Y entre ambos la “derrota” en Vietnam… Era demasiado para seguir exponiendo el superpoderío norteamericano. La invencibilidad del imperialismo estaba resquebrajándose.

La Unión Soviética les devolvió el regalo en las Olimpiadas de Los Ángeles 1984.

Y en 1988, nuevo boicot preparado por celebrarse en Corea del Sur, con el desdén que suponía para Corea del Norte y tan sólo 9 años después de un golpe de estado donde asesinaron al presidente y se instauró una dictadura militar que produjo la muerte de miles de manifestantes, estudiantes y sindicalistas. El boicot era de los países del Este, por supuesto, no de EEUU y sus acólitos.

Tristemente desaparecida la URSS, los boicots casi desaparecen también…hasta que EEUU vuelva a quedar detrás de un competidor. Ahora el enemigo es China y Rusia. Cualquier excusa vale: supuesto dopaje, crisis humanitarias, o el retroceso del cangrejo en las costas de Madagascar.

La intención es eliminar la competencia, crear un mundo unipolar donde solo los EEUU y sus acólitos puedan prosperar (aunque sea con trampas). ¡Ah! E incluir deportes nuevos en los que ellos sean buenos, o que tengan en EEUU su baluarte: skateboarding, surf, baloncesto 3x3, breakdance, etc….

Porque los Juegos Olímpicos no son el evento apolítico que se pretende. Los Juegos modernos son un escaparate y también un gran negocio para los organizadores y para eso el capital se las pinta calva.

Así, en la actualidad, mientras que se aplaude con las orejas (los pijo -progres más que nadie) que Arabia Saudita lleve a mujeres a las competiciones, se boicotea a China porque una tenista desaparece y aparece, en un culebrón más digno de un serial mejicano.

Juan Luis Corbacho

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