La Segunda Guerra Mundial acaba de terminar, y al tiempo que la población de Albany, (capital del estado de Nueva York,) se dispone, al igual que el resto del país, a celebrar la victoria definitiva sobre Japón, aparece muerto en su casa el propietario de la mayor fábrica de la localidad, un hombre cuya fortuna, unida a la de sus socios, ha aumentado de forma considerable al calor de los contratos con el gobierno.
Roscoe, abogado cuarentón, cínico y no carente de habilidades poco confesables pero muy útiles en el desempeño de su profesión, no solo es amigo íntimo del empresario muerto; también es hijo y heredero de uno de los hombres más influyentes de la alta sociedad; y junto con Patsy McCall, jefe de policía corrupto, una pieza esencial de la maquinaria política con la que el Partido Demócrata ha tejido una extensa red clientelar imprescindible para su funcionamiento y sus contiendas electorales con el Partido Republicano.
Aunque forma parte del prolongado ciclo novelístico que el casi centenario William Kennedy ha dedicado a la ciudad de Albany, hogar de políticos tramposos, gangsters legendarios y meretrices de altos vuelos, "Roscoe" también funciona como una narración independiente, capaz de trascender sus abundantes valores literarios y sus tramas y sub-tramas de juego sucio, grandes negocios y una forma de amor llena de melancolía y fatalismo; para ofrecer, en una lectura más profunda, un detallado y frío panorama de la corrupción política, la hipocresía y la violencia contra propios y extraños sobre las que descansa la tramoya de ese país, corroído por la ambición y el afán de lucro a cualquier precio, al que aún muchos ilusos se empeñan en considerar "la mayor democracia del mundo".
Juan Mas