En noviembre del pasado año las trabajadoras del sector de la limpieza de edificios públicos y locales de Castelló comenzaron a movilizarse ante las precarias condiciones laborales que desde hace años vienen soportando: jornadas extenuantes, reducción de plantillas con la subsiguiente sobrecarga de trabajo para las que se quedan, salarios de miseria por debajo del salario mínimo interprofesional, convenio sin actualizar, etc. Además, se da la circunstancia de que, en este sector, la subcontratación y la subrogación entre empresas contratistas que se van y empresas que entran, propicia aun más si cabe la enorme precariedad del sector. Todo un panorama de sobre-explotación que recae sobre un colectivo, las mujeres, que ya de por sí son estigmatizadas por su mera condición de ser mujeres.

La patronal, cuyo modus operandi no cambia, sea cual sea el lugar donde comete sus fechorías, haciendo gala de esa chulería que la caracteriza, presentó unas propuestas que solo garantizan que las limpiadoras van a permanecer en la miseria más absoluta si el nuevo convenio las recoge. La patronal sigue manteniendo a la fecha, los mismos términos que ya presentó al inicio del conflicto: un convenio a seis años, con el 0 % para el 2020 y 2021,

una subida del 2,5 % para el 2022 y 2023, un 3 % para el 2024 y un 4 % para el 2025. Esta propuesta, ante una inflación que en diciembre de 2021 se situaba ya en el 6,7 %, no deja de ser una cruel burla. Además de eliminar otros conceptos salariales, como los pluses de transporte y la antigüedad.

Para hacer frente a todo esto, los dos sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, el 22 de noviembre, convocaron el inicio de una huelga indefinida que fue secundada prácticamente por el 100 % del colectivo de trabajadoras, unas 8.000, y que, tras ocho días de lucha, fue abruptamente desconvocada por estos mismos sindicatos, a pesar de la oposición de las trabajadoras, argumentando que la Generalitat, a la que se acudió para que mediara en el conflicto, y suponemos que también la patronal, condicionaron el inicio de las negociaciones al cese del paro, quizás porque el paro colocaba a la patronal en una situación de inferioridad, que es lo que suele suceder cuando la clase obrera toma el control de la producción y servicios en sus manos y decide no trabajar hasta que el patrono no accede a sus reivindicaciones, pues no olvidemos que los patronos y las patronas, que de todo hay, sienten verdadero pavor cuando sus huestes asalariadas se les rebelan y paran la máquina que los y las mantiene. La guinda a este despropósito la pone el secretario de Acción Sindical de CCOO Hábitat en el País Valencià, señor J. Martínez, a decir que “si no se llega a un acuerdo el día 13 [de diciembre] reanudamos” la huelga. Pues se está ya a finales de enero y no, no han reanudado nada ni se prevé que lo hagan, quizás siguiendo el ejemplo de la ministra de trabajo, que de “derogar” pasó por todos los grados de colores hasta sólo “retocar” la reforma laboral. Ahora están a la espera de que los juzgados de lo social dictaminen sobre este conflicto, lo que supone una demora más en dar solución a las precarias condiciones que hoy padecen las trabajadoras del sector de la limpieza.

No nos cabe duda, pues la Historia nos ofrece innumerables hechos que lo corrobora, que este conflicto, como cualquier otro conflicto que se ha dado dentro de la relación capital-trabajo, patrono-clase obrera, se podía haber solucionado en gran medida si se hubiese mantenido la presión de la huelga y la movilización en la calle por parte de las trabajadoras; se hubiesen creado cajas de resistencia para sostenerla y mermar el perjuicio económico que causa el paro, así como otras medias y herramientas de lucha que la clase obrera debe de mantener para defender sus derechos.

Francisco Ferrer

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