El estudio sobre la estructura de la antropología social nos muestra la organización y formas de asociación de los diversos grupos humanos, su desarrollo se produce a través de la concatenación de acontecimientos sucesivos siempre en movimiento. Marx y Engels, lo mismo que Ludwig Feuerbach y otros, profundizaron la dialéctica como ley de desarrollo de la naturaleza. Pero Marx en las tesis sobre Feuerbach, actualizadas después por Engels, hace una crítica amigable a éste en el sentido de no aceptar la posibilidad hegeliana en el pensamiento de Feuerbach. Marx ya había roto en su totalidad con la filosofía del derecho hegeliana al percibir huellas de la obra de Adam Smith, entre otras. -Éste, uno de los padres la teoría económica burguesa-.

El pensamiento de Marx, ligado a la praxis de la contradicción capital-trabajo descubre la existencia de la lucha de clases como motor de los cambios de la antropología social. Marx analiza los cambios de los ciclos históricos desde los tiempos más primitivos y ejemplariza la caída del imperio romano como consecuencia del estado de corrupción de la oligarquía romana instalada en palacios y grandes mansiones solariegas, practicando vidas lujosas depravadas; lo que ocasionó el ocaso de la economía esclavista y el proceso de transición de ésta a la de servidumbre medieval.

Las fuerzas productivas proletarias y el descontento popular, con su resistencia, elevan la conciencia intelectual de las masas y de la sociedad pudiente que sufre los avatares del estancamiento. El antiguo régimen estamental da la entrada a la nueva etapa histórica actual capitalista. Pero el capitalismo, en su etapa superior imperialista, como barruntó Lenin hace poco más de cien años, ahora se halla en avanzado estado de putrefacción, aunque sean terribles sus estertores, si no aceleramos su caída antes de que se lleve por delante a la humanidad de todo el Planeta.

El capitalismo floreciente, surgido de los restos del antiguo régimen estamental, con la fusión del capital financiero y el industrial, cambió el desarrollo productivo transformando la división del trabajo de los gremios artesanales industriales, de la fisiocracia de los productos de la tierra minifundista, así como la talasocracia de los mares que permitía las relaciones de intercambio entre continentes. Todo ello se unifica y se convierte en un trust de bancos cada vez más intenso y, con ello, la libertad de movimiento de capitales que maneja a su antojo y atroz egoísmo el imperialismo en la forma como ahora se conoce.

Todo esto, largo de contar, lo situamos en los últimos 14 años donde la clase obrera y los pueblos oprimidos, han pagado con grandes sacrificios el esfuerzo por sacar inútilmente al capitalismo de su crisis estructural sistémica, a base de sufrir la desatención médica, la mala calidad de la enseñanza, la rápida reducción de los salarios, las grandes tasas de desempleo, el desamparo de los sin-techo, la elevación brutal del coste de vida y el trabajo a tiempo parcial, etc.

Ante la disminución de la tasa de ganancia del capital, en estos últimos tiempos, pincha la burbuja de la bolsa de Nueva York por el colapso de Lehman Brothers, que utilizan para suprimir derechos históricos de los trabajadores, después aprovechan la crisis pandémica de la COVID-19 para generar más beneficios al capital y atacar el salario indirecto (ataque a los servicios públicos) y, como el imperialismo sigue en su estancamiento, convierten la guerra fría en caliente. La guerra de Ucrania es presentada como una amenaza para el mundo occidental y la rusofobia planeada como una cruzada teológica politeísta contra los avernos del mal, aposentados en la Federación Rusa y en China. Casi todo el mundo occidental se traga esas mentiras; incluso, como en 1914, la izquierda militante socialdemócrata pro-OTAN se unce al yugo de los presupuestos militares. Y del gobierno “progresista” de España, surge la voz erguida de la pitonisa Margarita Robles, organizadora de la cumbre político-militar del crimen habida en Madrid: “somos importantes porque hemos coadyuvado a la defensa de la libertad y de la paz”. Ella como ministra de defensa ya se había adelantado, mandando al gobierno nazi de Kiev más de 200 toneladas de material de guerra, barcos, aviones y tropa, para que el genocidio siga su curso destructivo.

Y aunque los ojos del mundo se fijan en la guerra de Ucrania, son decenas de guerras las que el imperialismo yanqui y europeo en la actualidad mantienen en todo el mundo pobre y el emergente.

Entonces, ¿de dónde proviene la mayor crisis del capitalismo? De su propio latrocinio y del derroche de los gastos militares que, de lo que las oligarquías entienden por defensa de sus intereses, se gastan la friolera de 2,66 billones (1,35 EE. UU. y 1,31 de los fondos europeos) cuyo arsenal atómico cuenta con 3.708 cabezas nucleares. Sin embargo, la pobreza extrema, a mayo de 2022, se eleva a 263 millones de seres humanos.

¿Cómo vemos este declive en España?

Hay una serie televisiva que se titula: “El Sapo, S A”, donde el butronero más grande del mundo, con todo cinismo, cuenta sus fechorías. Hoy, en un lugar no confesado, vive como un próspero hombre de negocios. El periodista que lo entrevista le pregunta: ¿cómo una persona de su inteligencia, que no es español, operaba en España? A lo que él contesta: “porque España es el mejor país del mundo para esta clase de delitos y las penas carcelarias son menores. Para esto, las leyes son laxas y opacas”. Es decir, lo que nos viene a decir este exdelincuente. es que en España muchos de los honorables guardianes de la ley y el orden, en lugar de eso, son como zorros en un gallinero.

Es tan grande el pillaje y la corrupción que la picaresca es moneda tan corriente que llena los informativos televisivos y asimismo las páginas de la prensa diaria, explicando relatos, uno tras otro, de los fanfarrones ladrones que asolan nuestro mundo económico: politicastros, banqueros, traficantes de toda laya, etc. Por eso no nos puede extrañar que Pablo Hernández de Coz, director del Banco de España, se embolse 200.000 euros al año por hacer de pregonero pidiendo el recorte de las pensiones ofreciendo la mochila austriaca; que las empresas del IBEX-35 fundadas en su día por Felipón y Aznarín, en 2021 ganaran 57.797 millones de €, el 81 % más que en 2020, en plena crisis pandémica y que los dueños y dueñas de las empresas más grandes de nuestro país se repartieran en 2021 la tajada de 153.575 millones de €. Que los bancos y financieras se llevaran 21.600 millones de €, a parte de las energéticas que trincaron 10.166 millones de €. Y la corrupción del latrocinio se mida en 2021 por 60.000 millones de €, a la que hay que sumar 191.000 millones de la economía sumergida. ¡Y cómo no va a poder ser todo esto así!, si los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) con su presidente Carlos Lesmes Serrano al frente, han sido pillados con cuentas millonarias en paraísos fiscales; sólo éste con 17 millones.

¿En qué se nota esto? 9,5 millones de españoles viven con un sueldo de 1000 € al mes y el 20 % con riesgo de pobreza severa, muchos sin ni siquiera una pensión y uno de cada 3 pensionistas no pasa de los 700 €. Todo esto sin contar la orgía sin límites a la que están elevando sus ganancias por la elevada subida de precios en estos días, atribuyendo sus efectos abyectos a la guerra de Europa, lacayuna ésta de EE. UU., contra la Federación Rusa en escenario ucraniano.

¿En qué se basa el sistema burgués en España para eso? En el sentido que ésta le da al concepto de libertad y democracia: la del mangoneo, la de la represión a quienes ponen en peligro su sistema oligárquico de abuso y corrupción y, en definitiva, la criminalización de todo lo que pone resistencia al poder oligárquico de dominación burgués que teoriza el derecho a sus espurios privilegios. Por eso Lenin, cuando una delegación de la socialdemocracia española visitó Moscú y le preguntó por la libertad, éste les contestó: ¿Qué libertad?

Al principio de este escrito nos hemos referido a la caída del imperio romano y su transición a la era medieval, el agotamiento del sistema capitalista está aquí y su alternativa no puede ser otra que el socialismo. Pero éste no se disolverá como un azucarillo, hay que combatirlo para que su esencia no mute y en su caída no nos arrastre al precipicio. El socialismo-comunismo es el principio de una nueva era de paz, seguridad y prosperidad. Hay que luchar para la unidad de todas las fuerzas progresistas revolucionarias, con ideología y con partido, no como propone la dulce Yolanda Díaz.



Miguel Guerrero Sánchez

 

 

 

 



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