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Editorial Noviembre 2022

Estamos en una gran estación de ferrocarril y por los altavoces suena aquel pretérito llamamiento de viajeros al tren…y, de repente, cunde la desesperación. No hay tiempo para pensarlo,  tampoco para consultar a nadie, pero hay que acertar y no montarse en el vagón equivocado. La diferencia está en llegar al destino o no hacerlo.

Es este un símil con el que pretendemos explicar la situación que enfrentamos ahora y en la que son muchas las voces que, desde la legítima aspiración a la necesaria movilización de las masas, alzan su voz y lanzan propuestas sin valorar la totalidad de la realidad en la que se interviene y se quiere transformar.

Errare humanum est y no pasaría nada - o casi nada-, si el destino equivocado no acaba en el pantano o nos lleva en dirección contraria a la deseada. Pero mejor practicar el más científico método de ensayo error y trabajar con hipótesis que, aunque finalmente puedan fracasar, se sustentan en algo más que en la reacción más inmediata e instintiva a los acontecimientos.

Pero, para marcar la dirección correcta al andén y sacar conclusiones prácticas lo más acertadas posibles para enfrentar la coyuntura actual, lo primero que debiera haber es un amplio consenso entre las fuerzas revolucionarias en torno a que la carestía de la vida no es más que la expresión más evidente de las crecientes dificultades materiales en las que vive inmersa la clase trabajadora, fruto de la desvalorización de la fuerza de trabajo y la precariedad laboral. En definitiva, sobreexplotación que es el recurso más a la mano de una burguesía con dificultades para mantener su tasa de ganancia, como consecuencia de una crisis general del capitalismo de carácter estructural.

Igualmente que las políticas belicistas contra la soberanía de los pueblos del Bloque liderado por los EE.UU y nucleado en torno a la OTAN con el acuerdo y servidumbre de la UE, impone un incremento de gastos militares y de sanciones y bloqueos económicos que, además de ilegítimos, se vuelven en muchos casos contra el día a día de su población.

Si partimos de estos consensos y tenemos el temple necesario –y añadimos la inteligencia política suficiente- para no entrarle al primer espantajo que se cruce en el camino y sí utilizar el análisis materialista para trazar el camino que queremos recorrer, serán muchas más las posibilidades de no errar el camino y, aunque no nos permita llegar a la Estación Término del Socialismo, del Poder Obrero y Popular, sí pueda acercarnos a ella. Expresado en términos propios del marxismo-leninismo: análisis concreto de la realidad concreta para desarrollar un programa fundamentado en unas alianzas y un desarrollo de la táctica, coherentes con la estrategia y los principios.

Un reto impostergable que necesariamente requiere conocer la subjetividad actual de las clases sociales y marcar la ruta que, en un proceso complejo y absolutamente dialéctico, haga crecer la capacidad de organización de las masas, especialmente de la clase trabajadora en su confrontación diaria con el capital, y la referencialidad social de la militancia comunista.

Un proceso en el que, como nos ha enseñado la historia de la lucha de clases, serán las masas las protagonistas y en el que conquistarán derechos porque avanzará su conciencia y su vinculación con la ideología revolucionaria.

Un escenario nada improvisado en el que la realidad, una vez se pone en marcha el motor de la Historia, no espera a nadie y en que la Vanguardia política no puede ni quedarse al margen, ni olvidar nunca cuál es su responsabilidad.

Por eso, afirmamos que ni todos los escenarios de movilización de masas son una oportunidad, ni todas las consignas que convocan multitudes son útiles. A la reacción, al fascismo y al lumpen se le combate reforzando estructuras propias y no tratando de reconducirlos en su terreno.

Organizar para movilizar es la consigna.

Intervenir en los conflictos y radicalizarlos para evidenciar los verdaderos intereses de clase que esconden y permeabilizar el programa socialista, es la tarea inmediata.

Generar liderazgos que encabecen y dirijan todas estas luchas obreras y populares, es una necesidad concreta.

Son estos los elementos de análisis en los que corresponde embarcarse conforme a un plan de trabajo a la ofensiva.

  1. Revisiones salariales que compensen todo lo perdido por la inflación, sí; pero además crítica al pacto social y a las políticas de conciliación de clases y desmovilización que nos han llevado hasta esta situación. Organizar la respuesta sobre la plena soberanía de la asamblea obrera. Unidad Obrera.
  1. Denuncia de la carestía de la vida, sí; pero sin caer en el asistencialismo y vinculando el incremento de los precios a la quiebra de un sistema caduco incapaz para garantizar(se) lo necesario y a la especulación del capital. Nacionalización de las empresas energéticas y de distribución de alimentos y productos de primera necesidad.
  1. No al incremento del 25% del gasto militar. Ni OTAN, ni bases militares. Abandono inmediato de todas las tropas desplegadas en el extranjero. Más gasto militar son menos prestaciones sociales.

Son solo algunos ejemplos de la multitud de oportunidades que brinda esta sociedad basada en la explotación y la opresión, para levantar las más diversas banderas de lucha. Banderas de unidad y no de división por identidades, en las que siempre deben primar los intereses y necesidades de la clase trabajadora por encima de cualquier otra consideración.

En el centro de trabajo o en el barrio, promoviendo estas plataformas y colectivos, levantando experiencias de lucha concreta que traspasan el espacio de la mesa de reunión en la que nos juntamos la militancia de la distintas organizaciones, es donde se puede concretar de forma fecunda la unidad de acción de las fuerzas revolucionarias y tejer las alianzas necesarias.

LA NECESARIA CONSIGNA

Un ejemplo sería la ya usada de Paz, Pan y Trabajo. Ni mucho menos tiene que ser la elegida, pero necesitamos con urgencia una que convoque a las masas y, al mismo tiempo, por su contenido, no solo las distancie del oportunismo y el fascismo, sino que sea capaz de vincular a amplios sectores del campo revolucionario y del movimiento obrero y popular a un propósito común. Tú lucha decide, también resume el propósito que nos convoca frente a un ciclo histórico que se abre con fuerza ante nuestros ojos y en el que no podemos dejar de intervenir.

Solo una acción coordinada y decidida de la militancia entre la clase obrera y los más diversos sectores del pueblo, generará la experiencia de lucha y los cuadros necesarios para llevar adelante la necesaria contraofensiva que acorrale al Capital y a todas sus políticas. Lo contrario es la Barbarie en una realidad de creciente pobreza y explotación en una sociedad, la del capital, que exige cada día menos derechos laborales, sociales y civiles.

Hoy, como siempre, TOMA PARTIDO, TU LUCHA DECIDE.

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