A estas alturas, hablar de los premios Nobel es como hablar del cuento de Caperucita Roja (encarnada en tiempos de franco, que lo de rojo estaba prohibido). Si son los amigos de Caperucita los que te lo cuentan, el lobo siempre será el malo.

Los premios Nobel de la Paz han ido desbarrando año tras año tras su creación. Obviamente tenían en sus inicios, un tinte eurocentrista que apestaba, después se unieron los EE.UU., pero ahí se llevaron proponiendo candidatos año tras año, a cual más disparatado.

Adolf Hitler fue nominado en una única ocasión. Sucedió en 1939. Fue nominado para el Premio Nobel de la Paz por un miembro del parlamento sueco, E.G.C. Brandt. Porque se ve que en Suecia, hay muchos que se hacen el sueco, y más nazis, que suecos en la mayor parte de las ocasiones. El reino del capitalismo bueno tiene su historia negra, negrísima, que ahora va a blanquear sumándose a la OTAN. ¡Ahí es ná!

No es hasta 1960 que se entrega el nobel de la paz a un sudafricano, el primero, y quizás con cierta razón esta vez.

En 1973, en un ataque nini, los nobles señores del premio nobel, adjudican ad ex aequo, el nobel de la paz a Henry Kissinguer y al vietnamita, Le Duc Tho (que rechazó tan distinguido premio), un premio que equiparaba al asesino con el asesinado; el colmo del cinismo.

Después vino el premio a Sakharov y más tarde a Gorbachov, y a Lech Walesa…vamos que a comunistas no muchos, por no quitarle el valor a Nelson Mandela, pero que la cosa va de anticomunistas pacíficos la mayor parte de las veces.

Desaparecida la URSS, parece que los premios a presidentes norteamericanos tenía que ser obligatorio, así vino el premio a Jimmy Carter y a Obama, después de bombardear varios países durante su mandato, que debe ser que el silencio de los muertos cuenta como paz, o que, a lo mejor, sus halcones querían bombardear más y él no los dejó.

En 2022, después de Eurovisión, también se le dio el nobel por la paz al Centro para las Libertades Civiles de Ucrania.

Y así, llegamos a 2023, en que se pide el Nobel de la Paz para el secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg. Que si se presenta a Eurovisión, igual gana también, total…

La pregunta que nos asalta es: ¿quién organiza este circo? Mirando la historia y sabiendo que quien instituye los premios es un fabricante de armamentos (Alfred Nobel fue fabricante de armamentos, inventor e industrial…tan industrial que tenía sus explotaciones petrolíferas en Azerbaiyán, claro que después hablamos de colonialismo y la gente nos dice que lo mezclamos todo).

La adjudicación del Nobel de la Paz está a cargo del Comité Noruego del Nobel, que desde finales de 1948 está formado por políticos que ya no estén en activo del Parlamento Noruego, siendo su número proporcional a la representación parlamentaria de los partidos políticos noruegos. En cualquier caso, Noruega es uno de los miembros iniciales de la OTAN, así que poco tiene que extrañar la composición parlamentaria y cómo se otorgan estos premios.

Dicho lo cual, deberíamos hablar de la OTAN y de sus organizaciones paralelas, y de cómo han participado en la invasión, bombardeo y asesinato de miles, cientos de miles, o millones de personas desde su creación, bien directamente, bien indirectamente, cuando ofrecen todo su apoyo a tal o cuál “primavera”. Ni que decir tiene el historial de la OTAN en el incumplimiento de todos los tratados que ha firmado, entre ellos, tras la derrota temporal del socialismo en el este de Europa, el compromiso de no seguir incorporando países que habían sido parte del Pacto de Varsovia.

Y es que Rusia no es la URSS y sus dirigentes no son Stalin. Hay que ser muy ingenuo para pensar que el asesino va a respetar a la víctima.

La OTAN siguió creciendo y el último paso era Ucrania. Ahí siguen las declaraciones del pacífico Secretario General de la OTAN: “Las armas son, de hecho, el camino hacia la paz” (Bruselas 6 de enero de 2023)

Oigan, si a este tipo le dan el Nobel de la Paz, a mí que me den el de Física, porque con estos razonamientos seguro que invento la transformación de los Nobel en caca…

Poco prestigio les queda a estos Nobel que apartándose de la realidad que los circunda son la herramienta del poder político (el consejo de administración de la clase dominante) actual y que están apoyando al nazismo en Ucrania.

Frente a esto, convendría crear premios internacionales paralelos, donde el jurado fuera popular, pero sabiendo de la influencia de los medios de comunicación, seguro que el premio se lo dan a Biden o a Margarita Robles.

Sólo el pueblo organizado salva al pueblo.

Juan Luís Corbacho.



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