Foto de “El Confidencial Saharaui (ECS)”

Entre los días 13 y 17 de enero, el Frente Polisario celebró su XVI Congreso en el campamento de refugiados de Dajla. Dio comienzo con un sentido homenaje a los hombres y mujeres mártires de esta lucha. Asistieron más de 2 .000 delegadas y delegados. Respecto al Congreso anterior, de 2019, ha habido cambios muy profundos en la situación del conflicto: en noviembre de 2020, la violación del alto al fuego por parte de Marruecos, que disparó contra civiles saharauis (quienes cortaban pacíficamente el paso de mercancías expoliadas a través de la brecha ilegal de Guerguerat), forzó al Ejército de Liberación Popular Saharaui a retomar las armas.

Se trata de un pueblo que, desde 1991, siempre ha reivindicado la celebración de un referéndum pacífico de autodeterminación e independencia. Las negativas a ese referéndum por parte de Marruecos (fuerza ocupante) y de España (según el derecho internacional, responsable de la descolonización, como ex-metrópoli) son quienes han empujado al Sáhara Occidental a esta guerra. El lema del XVI Congreso no deja lugar a dudas: "Intensificar la lucha armada para expulsar al ocupante y completar la soberanía". Y si bien ninguna ni ningún saharaui desea ver morir a su juventud en el frente de guerra, se trata del legítimo derecho de este pueblo a una lucha armada de liberación nacional, de emancipación y de soberanía. De progreso y de justa expulsión del ocupante, para comenzar a construir un Sáhara Occidental libre e independiente. De quitarse de encima el yugo de represión, cárcel y tortura marroquíes a la población saharaui en territorios ocupados. De acabar con el expolio de sus riquezas naturales (mineras, pesqueras, etc.) por parte de empresas marroquíes, españolas, francesas e internacionales. Así pues, quien escribe estas líneas desea al Frente Polisario un Congreso muy fructífero, con unos debates y unas decisiones que contribuyan a una pronta victoria.

Entre las delegaciones internacionales, ha destacado la ausencia de cualquier representación del Gobierno español, con quien el Polisario rompió relaciones diplomáticas, después de que el ejecutivo de PSOE-UP se manifestara públicamente a favor de una "autonomía" dentro de Marruecos.

Por comparar: frente al ejercicio activo de la democracia saharaui, del otro lado tenemos a la sangrienta dictadura de la monarquía de Mohammed VI (¡tan "hermano" de los Borbones!), quien no duda en emplear el espionaje y el chantaje. En la primavera del año pasado se supo que Marruecos es responsable de haber infectado en 2021 los móviles de Pedro Sánchez y varias de sus ministras y ministros, igual que a Macron y otros altos funcionarios franceses,... así como a periodistas críticos y disidencia interna (crece el hartazgo del pueblo marroquí frente a sus duras condiciones de vida). Un software de espionaje -Pegasus- que, por cierto, es israelí; lo que además pone de manifiesto una colaboración estrecha con la entidad sionista, asesina del pueblo palestino.

Por si fuera poco, el reciente caso Qatargate de corrupción y sobornos a diputadas y diputados del Parlamento Europeo, asesores y empresarios, ha destapado también una vertiente Marocgate:  Marruecos ha estado un buen número de años comprando a diferentes políticos (parece ser que entre ellos, como mínimo: el socialdemócrata italiano Pier Antonio Panzeri, la también socialdemócrata griega Eva Kaili y el liberal/macronista francés Gilles Pargneaux) para influir en las decisiones europarlamentarias -por ejemplo, las cuotas de pesca en aguas saharauis, ilegalmente controladas por Marruecos- y para presionar en favor de las reclamaciones expansionistas marroquíes. No solo es que la "democracia" burguesa (con todas las comillas que se le quieran poner) se deja gustosamente comprar por Mohammed VI, sino que además son las riquezas robadas al pueblo saharaui las que pagan esos sobornos y los medios para continuar la ocupación.

Fernando

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