Llega el verano de nuevo, mientras muchos comienzan sus periodos de descanso estival hay un sector de la población que comienza su jornada veraniega…
Hablamos de las madres trabajadoras, aquellas para las que el verano se convierte en su pico de productividad. Los niños comienzan sus largas vacaciones mientras estas mujeres comienzan a hacer encaje de bolillo, pues mucho avance se supone, pero la realidad de los hogares sigue cargando a la mujer con su organización y responsabilidad.
¿Qué hacemos con los niños? Escuelas de verano al alcance de muy pocos, y como mucho se podrán permitir una semana en alguna costa abarrotada en un piso minúsculo, en el que ellas a penas verán la playa o pasearán disfrutando de la brisa marina, privilegio reservado para el resto de la familia. Pero su trabajo comienza antes de llegar al “paradisiaco” destino…
Varias semanas antes serán estas mujeres las que empiecen a planificar las comidas de esa semana “maravillosa”, la lista de la compra y poner lavadoras para que todo esté a punto mientras el resto del hogar se dedica a disfrutar del tiempo libre que el verano con sus largos días ofrece.
La semana antes serán también ellas las encargadas de hacer las maletas de los niños, pensar en los juguetes y entretenimiento que llevarse para ellos, mientras probablemente, acaben olvidando lo que se llevarían para ellas, su pareja hará la aparición estelar para cargar el coche.
Llegados al piso, el resto de la familia bajará a darse un chapuzón para quitarse el sudor del viaje y ellas se quedarán poniendo a punto el piso: limpiando baños y suelos, haciendo camas, ventilando habitaciones y colocando la comida en el frigo. Con suerte le dará tiempo a preparar unos bocadillos para todos y bajar a pegarse un baño mientras se ha ido ya el sol y todos se muestran cansados y felices tras una tarde de playa.
Y es que, en la vida de la mujer obrera, el trabajo de cuidados sigue imponiéndose. No importa la época del año, las vacaciones o el supuesto progreso en el reparto de las tareas.
La carga mental de la gestión y organización del hogar sigue recayendo en la mujer, que, con mucha suerte, cuenta con “apoyo” en la aplicación. Sí, apoyo, pues pocos son realmente los hogares donde se da un reparto igualitario de tareas y organización. Se sigue manteniendo esa percepción de “hombres que ayudan en casa”, como un ser ajeno a estas labores que como alma caritativa decide echar una mano.
Es así como, tras unas maravillosas vacaciones, estas mujeres volverán, poniendo lavadoras nada más llegar. Empezando a hacer cuentas y preparativos para la vuelta al cole. Sacando la ropa del otoño pasado para ver si sigue valiendo mientras se incorporan de nuevo a sus trabajos remunerados sin haber podido descansar realmente de este ritmo asfixiante que capitalismo y patriarcado imponen a la mujer trabajadora, que tras cada jornada caerá rendida en la cama sin haberse podido dedicar ni un segundo del día, ya sea periodo vacacional o no, a ella misma.
Inés Andreu