Hablamos de que las y los jóvenes de ahora -sobre todo “los”- están protagonizando la fascistización de la sociedad que se ha dado en determinados momentos de la historia y que se viene dando con fuerza desde hace unos años, nos preguntamos por qué, miramos el fenómeno con asombro y, aunque seamos capaces de analizarlo y comprenderlo, no deja de ser sorprendente ver a un chaval de trece años gritando “¡viva Franco!” y haciendo el saludo fascista. Los índices de violencia machista crecen, a pesar de “lo que hemos avanzado”, como diría mucha gente, y no solo eso, sino que cada vez son de menor edad los que la ejercen.
Este artículo no va a entrar en caracterizar el fascismo, ni en el porqué de la fascistización, ya sabemos que es un cóctel entre una de las puertas que toma el capitalismo para garantizar su hegemonía y una socialdemocracia que pone los hombros para ayudarlo a escalar. Sin embargo, en el mundo actual, lleno de personalismos y personajes que sirven como referentes, las redes y sus influencers son la expresión de todo lo que está ocurriendo, si acaso sirven para perpetuar y reforzar cierta ideología, y en este proceso, las y los adolescentes son los primeros receptores. Esto es quizás lo único nuevo de la deriva ultraconservadora que enfrentamos hoy: el desarrollo en las redes, aparentemente incontrolable, de todas estas ramificaciones discursivas que se mueven en un espectro que va desde lo ultraliberal hacia lo más tradicionalista, lo que nos puede recordar al concepto de “batalla cultural” que ha llevado a cabo intencionadamente la extrema derecha, utilizando para ello el arma más poderosa que han tenido nunca, Internet.
Detrás de los ejemplos que vamos a mostrar no hay, en principio, o al menos de manera directa, ninguna financiación o apoyo por parte de organizaciones o partidos políticos. Sabemos que existen perfiles en redes sociales que, sin mostrarlo, están movidos por Hazte Oír o Abogados cristianos. No es el caso de los siguientes; @lladosfitness o @jang_byng son más bien unos tipos con mucha cara dura que han construido su fama, dinero e influencia en redes aprovechando la frustración de la juventud ante las problemáticas que ofrece a la clase trabajadora la actual fase terminal del capitalismo: precariedad expresada en diversos ámbitos y formas; puestos de trabajo que no permiten emanciparse ni tener un proyecto de vida; escasos salarios; débil salud mental; relaciones interpersonales atravesadas por el individualismo y las jerarquías que impone el clasismo y el patriarcado… Todo ello combinado con el estudio, que también conlleva unos costes.
Tal vez la lectora o lector no conozca los nombres de usuario que he citado antes; sin embargo, para cualquier adolescente o joven son bastante familiares, para muchos de ellos son incluso modelos que seguir.
Amadeo Llados presume en redes sociales de toda su riqueza: coches de lujo, mansiones, y por supuesto, mujeres, porque las muestra como un bien más. Vive de unos cursos online con los que llega a estafar de 50 a 12.000 dólares al mes. Es curioso que ha sido el neonazi líder de Desokupa, Daniel Esteve, quien lo ha denunciado recientemente por delitos de odio y pertenencia a organización criminal, entre otras acusaciones. Al parecer, una mujer acudió a él para contarle que su hijo había dejado a su novia, a sus amigos, su trabajo, se había alejado de la familia y había entrado en dinámicas propias de una secta a partir de que decidiese pagar por estas “mentorías”, como las llama, con dos intentos de suicidio. Como el de este chico, hay más casos, pero en realidad la entrada en la secta de Llados es la punta del iceberg, lo que verdaderamente preocupa son sus 1,4 millones de seguidores, la amplísima mayoría hombres adolescentes, y toda la aceptación que tiene su discurso por parte de este tipo de público. Llados habla de realizar sacrificios para poder ser una persona “respetable”, respetable es ganar dinero y ser un hombre poderoso y dominante; lo contrario, según su discurso, es “tener panza” y ser mileurista. Por ridículo que suene, todo esto cala entre los hombres más jóvenes, quienes además construyen con todo ello una idea machista de la mujer y del mundo: Llados desprecia la pertenencia a la clase obrera, para él es símbolo de fracaso; desprecia a las personas que no tienen un físico hipermusculado; y las mujeres para él son una ganancia más, como los relojes o los Lamborghini de los que presume. Llados ha llegado a afirmar, delante de todo su público joven, que pegaría a su mujer por 2 billones de dólares, que dejaría a su mujer si se pusiese gorda y que no llevaría a su hijo a la escuela a que “una gorda le enseñase nada”.
Jan Byng tiene 22 años y 189.000 seguidores. Al igual que Llados, él también vive de engañar a hombres jóvenes con “mentorías” para mejorar su vida. Sin embargo, su contenido es algo distinto, aunque encierra la misma ideología. El discurso de Jan Byng se centra en que la sociedad feminista actual ha provocado una crisis de valores que ha desnaturalizado al hombre, esto es, ha hecho que pierda su masculinidad; esa es, por un lado, la explicación que da a la existencia de personas LGBTI. Según este influencer, cuyo público también es fundamentalmente adolescente, la mujer debe ser femenina y el hombre masculino para que ambos sean felices y la sociedad vaya bien, por tanto, la mujer debe cuidar y el hombre proveer. Jan Byng dice cosas como que no es criticable que una mujer gane dinero si quiere hacerlo, pero sí es criticable que un hombre no gane dinero. Para este tipo, el hombre es el protagonista del mundo, mientras que la mujer actúa como complemento. Así, es el hombre quien debe elegir bien a su mujer, y utilizando la más que manida dualidad de la santa y la puta, hace distinción entre mujer de alto valor y mujer de bajo valor.
Existen más como ellos, pero son una copia unos de otros. Lo que tienen en común, como vemos, es un público de hombres jóvenes y un discurso individualista, misógino, clasista y conservador. Como decíamos, no son ellos la causa de que la juventud de hoy manifieste este pensamiento, sino un síntoma de grave enfermedad del sistema, pero esto no nos puede hacer infravalorar el fenómeno. Son referentes de muchos jóvenes, y bajo ideas como “salir de la Matrix” encauzan el ímpetu de la juventud hacia un sentirse rebelde por, al final, ser un facha.
Como Partido Comunista y Juventud Comunista debemos entender las nuevas formas de transmisión ideológica y conocer cuáles son los referentes de las y los jóvenes para analizar la realidad de la que extraer una práctica que combata los discursos liberales, fascistas y neotradicionalistas. Este escenario no es un callejón sin salida, es la lucha de clases siguiendo su curso, con formas y canales distintos; en consecuencia, las y los comunistas hemos de desarrollar estrategias que nos permitan dar esta batalla.
María Sánchez