O POR QUÉ EN LA OPULENTA DEMOCRACIA ESPAÑOLA CRECE LA POBREZA ENTRE LAS MASAS TRABAJADORAS.

El problema de la vivienda, concretado principalmente en la imposibilidad de su acceso en propiedad o arriendo, por gran parte de la clase trabajadora, está generando una nueva alarma social.

No estamos ante un problema nuevo, sino uno que está presente desde la misma conformación hegemónica del estado capitalista y que de forma recurrente aflora con mayor o menor intensidad, en función de la cantidad y “calidad” de las y los afectados y de los flujos y reflujos del Capital, con sus auges y sus recesiones.

Tampoco las “soluciones” que se vienen planteando son originales. Desde el lema franquista de “queremos país de propietarios y no de proletarios” hasta el bono joven de alquiler, han existido una batería de propuestas que, atendiendo a la realidad en la que nos encontramos, ponen de manifiesto, en el mejor de los casos, la inutilidad de las mismas.

Efectivamente, muchas de las ideas paliativas al problema, son manifiestamente inservibles y tratan de tranquilizar a una sociedad que va tomando conciencia de las dificultades que enfrenta. Las medidas antidesahucio, los topes al precio de los alquileres, las declaraciones de zonas tensionadas, las medidas restrictivas a las licencias de pisos destinados al turismo, los bonos de ayuda para alquiler joven …, o bien no sirven de nada o simplemente aplaza el problema de unas pocas personas por algo de tiempo, sobrecargando el esfuerzo de las arcas públicas.

Otras medidas como los planes de construcción de vivienda pública, de recuperación de inmuebles bancarios… tratan de apuntalar un sistema que entra en crisis, como se puede intuir de la decisión del Banco Central Europea de bajar los tipos, favoreciendo sectores motores de la economía española e inyectando más dinero público a las constructoras, a la banca… Todo acorde con las propuestas del informe Draghi, una huida hacia adelante al problema sistémico que atenaza al Capital.

Mientras tanto, se despliega una amplia movilización social, incentivada por los grandes medios de comunicación que coloca la cuestión en la agenda política de una forma adulterada, sirviendo como válvula de escape a la presión social. Una movilización como la que se propicia desde el Grupo Prisa y aledaños, que mientras mantenga alejada del conflicto político la contradicción capital-trabajo y se centre en pedir que haya más viviendas, puede, llegar a estar bien vista por el bloque oligárquico-burgués, incluyendo a quienes se les viene denominando grandes tenedores, que no son otra cosa que grandes fondos buitres que poco a poco se van haciendo los dueños de toda la riqueza del mundo.

En este sentido, se nos coloca de manera torticera que la contradicción principal del problema de la vivienda es una cuestión de arrendatarios/as frente a rentistas y que los pisos turísticos son los únicos responsables del incremento de los precios, eliminando la confrontación clasista y poniendo al mismo nivel a una trabajadora precaria inquilina de una habitación en un barrio obrero que un pequeño burgués viviendo en una urbanización, generando una dinámica de incitación a la confrontación entre inquilinos/as y propietarios/as, especulación frente a ciudadanía, dejando de lado el hecho de que son el pacto social y las políticas de consenso las que permiten una creciente desvalorización de la fuerza de trabajo que nos empobrece y es la verdadera causa que impide a nuestra clase que el salario sea suficiente para mantener y reproducir nuestra fuerza de trabajo, asegurando el techo, la alimentación, la higiene y el descanso necesario para ello.

Necesitamos un movimiento obrero y sindical de clase y combativo que exija aumentos salariales que nos permitan acceder a la vivienda, a la alimentación, a la cultura. Es decir, que cubra las necesidades básicas sin que haya personas que, pese a trabajar, sigan siendo pobres...muy pobres.

En este sentido, igual que resultaría impensable una bajada salarial del 10, 15 o 20 % sin que la clase obrera saliera a la calle un día sí y otro también, cuesta entender por qué las subidas de precios de la cesta de la compra, de la vivienda... que han bajado el salario real en esos porcentajes no solo no han generado esa reacción, sino que la realidad es sindicalismo del pacto social, ¡que firman convenios por debajo del IPC! no solo silencia la cuestión, sino que esconden esta realidad de creciente precariedad social de la clase trabajadora, especialmente mujeres, jóvenes y migrantes, y son cómplices de su empobrecimiento.

El PCPE trabajará también en este caso para organizar un movimiento revolucionario fuerte y sin complejos que cuestione la lógica del valor y la propiedad privada, de los medios de producción y rentistas para ser puesta en manos de quien no tiene un techo. Nuestra obligación es ayudar a desarrollar las movilizaciones y orientarlas en un sentido profundamente anticapitalista y de clase, desenmascarando los planes perversos que esconden determinadas exigencias del gobierno y la patronal como la “urgencia de construir 600.000 nuevas viviendas que faltan en España”

En la cuestión de la vivienda, pues, se concentra uno de los grandes problemas sistémicos que representa el capitalismo: el derecho a un techo convertido en mercancía y foco de especulación y corrupción que incentiva la presencia terrorista de fondos de inversión y bancos –tan buitres como los fondos- que roban y esclavizan a las familias obreras. Una vía generalizada de desposesión de la clase trabajadora a la que, en periodos de burbuja especulativa, entre la maraña de grandes propietarios, también hay quienes se suben al carro del proceso especulativo aprovechándose del mismo y participando de la misma lógica que bancos y grandes propietarios de vivienda.

Razón por la que no podemos olvidar que tras cada desahucio y cada persona sin un techo para vivir, el verdadero problema que se esconde no es otro que el Capitalismo.

Recordar que en la URSS y el resto de países socialistas, derechos fundamentales como la vivienda no se regían por la ley de la oferta y la demanda, y que era imposible que se pudiera dar un desahucio, es importante para entender lo que se sitúa. La vivienda no tiene que ser una mercancía, la vivienda ha de ser una inversión, ¡Inversión para la Vida digna del pueblo trabajador!

Sin embargo, esta posición de principios no niega el desarrollo de unas medidas tácticas que, a la vez que ayuden a desinflar la burbuja inmobiliaria, vayan debilitando el poder de las grandes constructoras y fondos de inversión.

Subidas salariales por encima del IPC

Creación de un parque de vivienda pública mediante la expropiación y adecuación de la viviendas vacias en manos de fondos buitres, SAREB y especuladores.

Regulación por parte de las administraciones públicas de los precios del alquiler y subvenciones a familias trabajadoras en situación de riesgo

Paralización inmediata de todos los procesos de desahucio

Nacionalización del sector bancario

¡Por una vivienda digna para el pueblo trabajador y no para el enriquecimiento de unos pocos!.

¡Organízate y lucha!

¡Toma Partido!

Comité Ejecutivo PCPE –

Octubre 2024

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