Partiendo del paradigmático caso del agente de la Ojrana1, Roman Malinovski, que llegó a miembro del Comité Central Bolchevique en pleno desarrollo de la Revolución rusa, la historia del movimiento comunista está plagada de procesos de infiltración por parte de las diversas instancias de los estados burgueses. Valga este hecho para ejemplificar y demostrar simplemente que en cualquier país y circunstancia, todo estado, como instrumento garante de los intereses de la clase en el poder, vela por la continuidad de su dominación, usando para ello, la totalidad de medios a su alcance.2 Procesos de infiltración de agentes como el mencionado, destinados a desestabilizar organizaciones y/o informar sobre sus planes y militantes, pero también cooptaciones económicas con los más diversos desarrollos que van desde la dádiva puntual a, como ha ocurrido con una parte importante de las organizaciones sindicales, hacerlas depender en un alto porcentaje de los recursos económicos del estado para desfigurar su razón de ser y transformar cualitativamente su realidad.

Todo vale en ese ponzoñoso mundo que no solo se desarrolla en comisarías y centros de espionaje, sino que también existe y se nutre de las decisiones adoptadas en luminosas salas de fundaciones, universidades y corporaciones empresariales3.

Por tanto, es en la lógica de la pugna por el poder que se desarrolla en la dialéctica de la lucha de clases, y no en otro lugar, donde hay que mirar para encontrar las claves que permitan interpretar lo más acertadamente, los propósitos reales de los muchos procesos políticos, sociales e ideológicos que se desarrollan a nuestro alrededor. No hacerlo y quedarse en la mera apariencia de lo que muestran los hechos, es casi tan grave como desconsiderar que el propósito represivo del estado va mucho más allá de las porras policiales, y es mucho más elaborado que la instrumentalización de las hordas fascistas que siempre tienen a su disposición.

En este sentido, como ya se señalaba anteriormente, el abanico de acciones que desarrolla el estado burgués, fundamentalmente a través de sus servicios secretos, es prácticamente ilimitado. Por ello, es tan necesario conocerlo y tener presente que su acción no solo se orienta a Identificar, y reprimir a la militancia revolucionaria, tratando de criminalizarla y aislarla de las masas para anular el desarrollo de su acción política, sino que también lo hace de formas más sibilinas y complejas de identificar en un primer momento. La gran lección que nos enseña la historia del movimiento revolucionario en este sentido, es que los planes de inteligencia del estado burgués, con recursos ilimitados de los fondos de reptiles, nunca cesan de situar diferentes barreras con la intención de frenar el desarrollo de la lucha de clases, adelantándose casi siempre a los acontecimientos.

Con mayor o menor nivel de violencia, de forma más explícita o sutil, dependiendo siempre del desarrollo y el potencial de lucha del movimiento obrero y popular, las diferentes opciones represivas se desarrollan en función exclusiva de los intereses del poder burgués. Esta máxima se desarrolla desde el mismo origen del estado y forma parte de su idiosincrasia y por tanto, tiene además carácter universal.

¿Y aquí y ahora qué?

¿Para qué vale afirmar lo anterior y no sacar conclusiones prácticas que permitan definir marcos de actuación por los que acercarnos a conocer lo que hace nuestro enemigo de clase en función exclusiva de la defensa de sus intereses y necesidades?

Hoy más que nunca, cuando las evidencias demuestran cada día el alcance general de la crisis general del capitalismo y las muestras de su decadencia sistémica se extienden universalmente, es necesario pararse a analizar el conjunto de procesos que, a todos los niveles, se desarrollan a nuestro alrededor e interpretarlos conforme a la necesaria visión CONSPIRATIVA4 de los hechos que nunca debieran abandonar las organizaciones comunistas y revolucionarias5.

Una disposición a ver más allá de lo que se muestra, que partiendo de la idea de que nada es casual y todo es causal, es capaz de ver los vínculos y conexiones ocultas en determinados hechos y circunstancias que se suceden aceleradamente en el entorno social en el que se expresan las diversas alternativas, políticas y sociales, desde las que se pretende responder a la incapacidad del sistema para ofrecer una alternativa positiva a las masas. Proceso especialmente activo entre sectores de la juventud6 y, últimamente también, en ámbitos antiimperialistas que sería un error desconocer.

¿Con qué propósito?

Partimos de la premisa de que un sistema consciente de sus hemorragias, la primera obligación que tiene es gestionar todas las medidas que le eviten desangrarse y le permitan mantenerse con una apariencia saludablemente democrática mientras ejerce su dictadura de clase.

Todas las hemorragias7 que padece, son consecuencia de la crisis y de las medidas que adopta la burguesía para enfrentarla: desvalorización de la fuerza de trabajo, desmantelamiento de los servicios públicos, incremento del gasto militar, monetarización de la economía e incremento de la deuda, deslegitimación de las instituciones, limitación de derechos civiles y laborales… Todas ellas inciden negativamente en la realidad material de las masas y son causa de descontento creciente entre amplios sectores de la sociedad.

La apariencia saludable es la de la formalidad democrática que legitima su hegemonía. Una apariencia democrática, más rebajada y reducida, pero que se sostiene y sigue generando amplios consensos sociales porque la ideología dominante es la de la clase dominante que ha sabido imprimir la idea de que no hay otro modelo posible mejor. Hoy no hay duda, que la llamada democracia liberal y el conjunto de las instituciones que se derivan de ella, forman un cuerpo político e ideológico capaz de sobrevivir en los marcos más represivos y limitativos de la libertad en los que, ella misma, incuba a la hidra fascista por si en un determinado momento, la necesitara para enfrentar la respuesta organizada del movimiento obrero y popular.

Para alcanzar este objetivo, el sistema genera diferentes “esponjas” que situadas estratégicamente en el lugar y el momento adecuado, pueden ser capaces de absorber la hemorragia aunque sea temporalmente y continuar con el cuento de la democracia en el “jardín europeo” con el que todavía sueña Josep Borrell.

Son proyectos concebidos y desarrollados desde el estado en lo que es la intrincada red de estructuras, que operan para anular (en lo posible) o encapsular y reconducir el potencial estallido social que se genera a diario, en una sociedad incapaz de satisfacer las aspiraciones y necesidades de su población, a unos marcos controlables y controlados y por lo tanto, asumibles.

Nada nuevo bajo el sol. En este contexto, escuelas, corrientes y pensadores autónomos de lo que se conoció como neomarxistas y luego posmarxistas, fueron apareciendo desde los primeros escritos de Marx, oficiando de anfitriones en una ceremonia de la confusión que ha venido debilitando las posiciones de nuestra clase y fortaleciendo la confusión ideológica.

Mediante la negación de elementos fundamentales de un marxismo así desvirtuado (la lucha de clases, el materialismo histórico, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia o la centralidad del trabajo en el modo de producción capitalista), sin renuncia a su etiqueta ideológica, o simplemente centrando la atención en algunos aspectos (fetichización, alienación) y obviando otros sustanciales han conseguido calar e influir, no solo entre un puñado de seguidistas intelectuales y académicos, sino en organizaciones con vocación revolucionaria, privando de una herramienta esencial para la praxis política y la trasformación de la sociedad.

Por tanto, los servicios secretos y la inteligencia del estado, no siempre actúa mediante bombas y el terror negro, también interviene con propuestas capaces de neutralizar las capacidades revolucionarias de las masas trabajadoras guiadas por sus organizaciones de vanguardia.

Alternativas a derecha e izquierdas, sometidas al ideario aspiracional de la pequeña burguesía, que condenada a empobrecerse y proletarizarse por las propias leyes de desarrollo del capitalismo, sigue pugnando por un capitalismo que aun le reserve un espacio social sustantivo. Una pequeña burguesía inconsciente de su realidad que, por su propio carácter inestable, fluctuante y frágil, constantemente actúa bajo dirección del gran capital y de por sí sola acaba situándose bajo sus dictados.

Opciones que, como se demostró en el 15M, sí fueron capaces de rebajar la tensión social llenando las plazas de activistas que, sin ser conscientes de ello en la mayoría de los casos, exigían la regeneración del capitalismo y sus instituciones al grito, hueco e intrascendente, de no hay pan para tanto chorizo. Ningún proyecto de clase, ni menos aun un programa para la toma del poder por la clase obrera. La realidad demostró que sus dirigentes se limitaron a integrarse en las instituciones a través de la bien pergeñada burbuja política de Podemos, y con ello, toda la rabia social que provocó la crisis del 2008 quedaba circunscrita a los límites que marcaba el propio estado burgués.

Jugada perfecta, escalera de colores para el estado.

Pero ya han pasado más de 13 años y lo que en su momento valió, ya no es útil. Las sucesivas máscaras regenerativas de la izquierda sistémica tienen cada vez menos utilidad y duración. La rotación de marcas del nuevo entorno socialdemócrata es cada vez más veloz y amenaza con colapsar (IU, Podemos, Unidas Podemos, Sumar ...)

Hace ya mucho tiempo que la juventud no mira a Podemos y a su entorno como una alternativa y es necesario impulsar el desarrollo de alternativas que sean útiles en este momento de profunda crisis capitalista y cuestionamiento/declinar de la hegemonía secular del capitalismo occidental liderado por los EEUU y nucleado en torno a la OTAN.

Alternativas que, ante la decadencia de la socialdemocracia en sus diversas expresiones, ya no pueden situarse en ese espacio político y deben mirar más a sus extremos para neutralizarlos pues, ante el riesgo de un nuevo estallido social que enfrente consecuentemente las consecuencias de la gestión de la crisis, es necesario activar las “esponjas” que sean capaces de absorber la hemorragia social y asimilarla sin riesgos para la dominación del estado. Las viejas esponjas, ya colmadas, carecen de capacidad de absorción y es necesario inventar nuevas.

Es ahí donde a nuestro modesto entender, se sitúa todo el espacio organizativo del llamado Movimiento Socialista. Una propuesta organizativa aparentemente radical que, desde la reivindicación de un supuesto partido comunista de masas antitético al Partido de Nuevo Tipo Leninista y un discurso de difícil encaje ideológico que se reivindica como la vía para superar el fracaso de todas las experiencias revolucionarias pasadas, le niega el protagonismo al sujeto revolucionario (la clase obrera) para situarse ellos mismos como protagonistas únicos del cambio social. La negación que hacen de la pluralidad y el protagonismo de los espacios de masas, se expresa en la necesidad de convertirlos en meras sucursales “partidarias”.. De la experiencia de las PAH y los llamados sindicatos de barrio, a nuevos sindicatos “socialistas” de barrio…en un suma y sigue de cuestionamiento de organización soberana de las masas para intervenir políticamente a favor de sus intereses y necesidades., Una ensoñación absolutamente irreal y contrarrevolucionaria que, a la vez que suplanta el papel de la clase obrera y las amplias masas populares, renuncia al legítimo propósito de ejercer una firme conducción revolucionaria de masas, que es lo que le corresponde realizar a las organizaciones de vanguardia.

Una juventud “proletarizada”8que se conforma casi exclusivamente de estudiantes universitarios que ven difícil mantener el nivel de privilegiado consumo de sus progenitores y, una vez más como pasó en el 68, durante la Transición y el 15M, reclaman su espacio social bajo la tutela y el mando del estado que es, en última instancia, el que les modula su discurso y propuesta política.

El tiempo dirá cuánto de Gladio9 hay en esta operación y qué alcance llega a alcanzar su soberbia y petulante propuesta de partido comunista europeo con el que dicen poner fin al que definen como el fracasado proceso político que se inició en 1917. Por ahora, siendo conscientes de que la inmensa mayoría de las personas que participan en ese proceso ni de lejos intuyen todas estas valoraciones y lo hacen con su mejor voluntad, estemos observantes de su desarrollo, mientras se sigue trabajando por reivindicar y seguir fortaleciendo un modelo de militancia que coloque la ética revolucionaria por bandera, que tenga la clara convicción de que la revolución se hace con las masas y junto a las masas y no en círculos vanguardistas que las infravaloran. Una militancia que pone en valor el hilo rojo de nuestra historia de lucha desde la Comuna de París hasta nuestros días.

Pero no todo acaba en este proyecto político que atrae a multitud de jóvenes en este momento, cumpliendo su primera función de desorientar y anular la capacidad revolucionaria de la juventud. También hay otros proyectos que, con el propósito diferente de articular la respuesta más reaccionaria de esa misma juventud que no ve futuro en este sistema, articula un discurso claramente xenófobo y españolista, absolutamente funcional al sistema por si las cosas se le ponen mal dadas y es necesario sacar a los perros de presa fascistas a pasear. Este universo diverso de la ultraderecha, que va desde organizaciones claramente neonazis, al Frente Obrero, máximo exponente patrio de esa aberración que se etiquetó como nacional bolchevismo, adquiere una relevancia en los medios y redes de comunicación de la que carecen en la sociedad y que muestra claramente un patrocinio para nada desinteresado. Un universo creado “ad hoc”, con su estructura organizativa, medios comunicacionales y prescriptores pseudo intelectuales que dan soporte teórico a una gran batería de desvaríos ideológicos falsarios como la mirada buenista hacia un imperialismo español que niega el genocidio de los pueblos originarios de América; la negación de la lucha feminista, la pluralidad nacional de España, entre otros.

Y por si fuera poco en este repaso, ahora también, en la confrontación fratricida entre diversas facciones del capitalismo hispano - clara réplica de la que se da en Europa y EE.UU entre los sectores más globalistas y las más nacionalistas del capitalismo-, surge un nuevo movimiento anti OTAN que, representado por el otrora izquierdista Javier Couso, se rodea de voceros de la reacción10 más españolista que, instalados en simple análisis geoestratégico, que desconoce la lucha de clases y sigue bebiendo del desfasado discurso de la “pérfida Albión” con el que justifica todos los males de España, pretende suplantar el espacio de base, plural y unitario que contra la guerra, la OTAN y las bases militares se viene construyendo desde el campo antiimperialista.

Son muchas las casualidades para no ser causalidades.

Juana Mola


1 Policía secreta zarista

2 También los estados socialistas.

3 Por su transcendencia en la amplia campaña anticomunista desplegada por la CIA en el mundo académico e intelectual de la izquierda, cabe destacar aquí el papel jugado en este sentido por la llamada Escuela de Frankfurt

4 Siempre fundamentada en hechos, nada que ver con teorías de tipo conspiracionistas/conspiranoicas que lo único que hacen es convertir un hecho particular en un patrón interpretativo general. Teorías de la conspiración que más allá del espacio político ultraderechista, se abrazan por organizaciones del supuesto campo revolucionario, aparcando el método científico necesario para considerarse como tal.

5 El cretinismo ideológico que identifica al estado como un instrumento de conciliación de intereses de clase, es una de las perversas consecuencias del eurocomunismo en gran parte de las organizaciones llamadas comunistas en el Estado español.

6Tratar de neutralizar la continuidad generacional del hilo rojo de la Historia, es un propósito prioritario del poder burgués. más concretamente aún , de los hijos e hijas de la pequeña burguesía y de sectores profesionales y la aristocracia obrera, que son los que más alejada ven la posibilidad de repetir la vida cómoda y consumista a la que accedieron sus padres.

7 Contradicciones sociales, confrontaciones diversas con diferente alcance que, en todo caso, siempre estarán determinadas por la contradicción principal de clase entre el capital y el trabajo.

8 Esta expresión demuestra claramente su carácter pequeños burgués, pues la juventud obrera no se proletariza, simplemente es proletaria.

9 Gladio es la denominación que tuvo el plan de la CIA y la OTAN para impedir al acceso al gobierno del Partido Comunista Italiano

10 El famoso Coronel Baños es un ejemplo

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