Partiendo del doble análisis que sitúa al oportunismo como expresión de la influencia de la política y la ideología burguesa en el movimiento obrero y que, consecuentemente a ello, su principal misión es generar confusión y dispersión de objetivos entre ésta, es fácil entender por qué en todo lo relativo a la construcción europea, las fuerzas políticas del oportunismo, usan un lenguaje –casi metalenguaje diríamos- que juega con la permanente ambigüedad para acabar cimentando una estricta alianza de intereses con la oligarquía europea.

La UE es una alianza interestatal de carácter imperialista constituida desde sus orígenes con el único fin de salvaguardar y promover los intereses de clase de los sectores más avanzados de la oligarquía europea. Ese es su único fin y todas, absolutamente todas, las argumentaciones de tipo cultural y social que la vinculan con una unidad de destino de los pueblos europeos es pura propaganda que, desde el terreno de la superestructura, busca concitar un consenso interclasista hacia lo que, como decíamos anteriormente, no es más que el proyecto más elaborado en todos los órdenes de una oligarquía que, acorde con la fase actual de desarrollo del capitalismo, está cada día más concentrada en un escaso número de monopolios financieros.

Alguna nota histórica

En España, esta identificación de las estructuras económicas y políticas europeas como sinónimo de modernización, democracia, justicia, cultura y libertad, fue una baza puesta en la mesa de juego por los sectores económicos más adelantados del franquismo y jugada magistralmente por la dirección de un Partido Comunista de España (PCE) que, desde su propuesta de reconciliación nacional realizada en 1956 iba ya sentando las bases de una política y un programa que, exacerbando la particularidad española y preparando ya las bases futuras del Eurocomunismo, avanzaba de cabeza a la sustitución del proyecto revolucionario propio del PCE, por uno reformista y de conciliación de clases. En lo que respecto a Europa, no fue hasta el 8º Congreso del PCE realizado en 1972 en el que se decide apostar por el proceso de integración europea que representaba la Comunidad Económica Europea fundada en 1957. Pero no es hasta el 9º - el del abandono formal del leninismo- en el que se expresa ya sin ambages que “el PCE al preconizar el ingreso de España en la CEE, afirma su voluntad de transformar, al lado de las demás fuerzas de izquierda de Europa, el actual carácter de la Comunidad, dominada por los grandes monopolios. Aspiramos a la Europa de los trabajadores, a la Europa de los pueblos: Una Europa unida en los planos económico y social, que tenga una política propia, independiente”. Eso era en 1978 y, tras esa proclama sobre la CEE ocultando su carácter de clase y llamando a articularla, junto a la socialdemocracia, en una estructura al servicio de los trabajadores y los pueblos, tenemos 36 años de experiencia para demostrar la imposibilidad, la inutilidad y la falsedad de su propósito.

La antigua CEE, hoy constituida en UE, no estaba “dominada por los grandes monopolios” por una desviación de su propósito fundacional o una mala aplicación de sus políticas; la CEE y la UE, como está sobradamente demostrado, responde a un interés de clase muy concreto: el de los monopolios y por carácter, esencia y misión orgánica, no dejará de cumplir esa tarea hasta su completa destrucción.

El juego de la confusión.

Como vemos no es de ahora que se juegue con este tipo de llamados orientados a engañar y confundir a la clase obrera y los sectores populares respecto al carácter de clase de la UE. Sin poder alegar desconocimiento de los resultados prácticos de la incorporación de España a la UE y sus consecuencias para la clase trabajadora y el pueblo, las fuerzas del oportunismo siguen sumidas en su juego de desorientación. La terciarización de la economía española tras un intenso proceso de desindustrialización y desmantelamiento del sector primario impuesto por la UE, la pérdida de la soberanía monetaria del estado español por la integración en el €, la privatización del sector público y la adecuación legislativa a las exigencias europea –al igual que el PCE lo hacía ya en el 1978 – se sitúan como desviaciones y resultados no deseados de las políticas europeas, como consecuencia de lo que comúnmente denominan ataque neoliberal de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) al modelo social europeo y lo que la recién creada plataforma política llamada Podemos define como “la Europa de la rapiña y el desprecio de los pueblos que ha secuestrado nuestra democracia” . Mienten conscientemente y lo hacen por su dependencia política y económica del proyecto que los alimenta y les permite un hueco institucional en el que desarrollarse.

Su posición respecto a la UE se combina perfectamente con el análisis que realizan de la crisis general y estructural del capitalismo y, al igual que entienden ésta como consecuencia de una errónea gestión de los recursos financieros, proponen la vuelta a lo que denominan señas de identidad de la UE como medio para la superación de la crisis. Corregir el rumbo de las políticas neoliberales que nos apartaron de unos servicios públicos eficaces, gratuitos y universales para volver al estado del bienestar que tan bien representa el modelo europeo frente a los imperialistas norteamericanos. Ese es en resumen el discurso de los oportunistas. Una propuesta que, denunciando la creciente situación de exclusión social, explotación y pobreza a la que nos conducen la políticas de la Comisión Europea, al mismo tiempo, hace bandera de la UE y el € para proponernos un paquete de medidas keynesianas que revitalicen la economía en los países más pobres de la UE. Idealistamente tratan de conducir la Historia hacia atrás e ignoran que las leyes del desarrollo económico del capitalismo no permiten a los monopolios que deciden el futuro de la UE, hacer otra política diferente a la que corresponde a una potencia imperialista que juega fuerte y decididamente por desarrollar sus esferas de poder económico y político en el mundo. Explotación, violencia y guerra es el único futuro que ofrece la UE.

Cómplices necesarios

Hablando del oportunismo, el PC de México afirma en el nº 4 de la RCI que “hoy mismo, en Europa y América, es un soporte fundamental del imperialismo, recibiendo inclusive financiación de los monopolios para la acción política, desde ONG’s, actividades ideológicas y, sobre todo, promoción de formas alternativas de la gestión capitalista de “rostro humano”. Tal vez una afirmación muy exagerada dirán algunos, pero quien en tiempos de reacción imperialista en todos los planos y órdenes, sigue proponiéndose como alternativa para una gestión diferente del capitalismo y se mantiene firme en la defensa de la institucionalidad burguesa, debería cuestionarse si su papel puede ser diferente al que con absoluta claridad le señalan los camaradas mexicanos.

En su XIX congreso realizado en Noviembre de 2013, el PCE resolvía la cuestión con la magistral frase de “romper con la Europa del € sin romper la Europa del €” que entendemos se sitúa en el mismo nivel de idealismo y/o complicidad que el llamado del PIE a “realizar la búsqueda de un desarrollo económico social, ecológico y solidario dentro de la UE y sin romper con el € porque ello no conduciría automáticamente a políticas más progresistas”. Palabras huecas de trileros de las que se hacen eco los charlatanes mediáticos de Podemos al reivindicar dentro de la UE “una Europa justa, de los derechos y de la democracia”. Lamentables frases a las que sin ningún tipo de dificultad podríamos añadir las expresadas por el CE de la CES el pasado Octubre en la que propone “un nuevo rumbo para Europa para mostrar que Europa defiende el progreso social y no es un instrumento que ataca los derechos sociales” y para que eso se convierta en una realidad sacan a relucir nuevamente a Keynes y proponen “un plan de recuperación europeo audaz con un objetivo de inversión del 2% del PIB para enfrentar la crisis multifacética”

La caracterización que realizan de la crisis tiene un correlato necesario en la propuesta de superación que hacen de la misma y, como no también, en el sujeto político que ha de protagonizar la superación. Nada de crisis estructural, nada de socialismo y, lógicamente, nada de clase trabajadora. Para ellos la superación se enmarca en una mejor gestión del sistema y una corrección ciudadana de las desviaciones que nos han traído estos lodos. El capitalismo social es su fórmula, pero la realidad empírica nos dice que la verdadera utopía ya no es pretender tomar el cielo por asalto y llevar a la clase obrera al poder, sino el querer hacer de este lobo voraz llamado capitalismo un marco de convivencia favorable para la mayoría social que todo lo produce.

Por eso nuestra propuesta, la del PCPE, es inequívoca en ese sentido y descarta cualquier tipo de convivencia con quienes defienden la ambigüedad y la confusión en un tema central como el posicionamiento respecto a la UE. Salir de la UE y el € como paso necesario e imprescindible en el camino hacia el poder obrero y el Socialismo es hoy la consigna principal que marca el deslinde entre reforma y revolución.

Julio Díaz

uyl_logo40a.png