Los filósofos del “siglo de las luces”: Montesquieu, Rousseau, Diderot, Voltaire, Kant, Adam Smith; los “socialistas utópicos”: Owen, Saint-Simon, Fourier, Babeuf; los “socialistas científicos”: Marx, Engels; los camaradas Uliánov, Rosa Luxemburgo, Fidel, El Che y tantos/as  otros/as, ¿cantamañanas de la Historia? La Ilustración y la Revolución Francesa, sepultureras del absolutismo político, el oscurantismo y la ignorancia; las revoluciones obreras contra el rampante capitalismo del siglo XIX;  La Comuna de París, primera experiencia comunista; la victoriosa Revolución de Octubre y el poder de los soviets; el derrumbe del nazismo porque se atrevió a tocar la frente de Stalingrado, como bellamente escribe Pablo Neruda en su vibrante poema “Nuevo canto a Stalingrado”; la Revolución China; la Revolución Cubana; el imperio yanqui mordiendo el polvo vietnamita; las conquistas sociales arrebatadas a las burguesías del mundo entero con las luchas heroicas de los trabajadores/as… ¿todo eso agua que no mueve molino, que no sirve ya para nada? Menos lobos, Caperucita. ¿Cómo pueden ignorar tales acontecimientos quienes alegremente proponen hoy que el fin del desastre que sufrimos está en la reforma del sistema que lo genera impunemente? ¿Cómo desdeñar la lucha de clases? ¿Cómo pueden esos oportunistas de tres al cuarto afirmar que la clase trabajadora ya no está por la revolución ni por el socialismo?

La humanidad ha trascurrido por varios estadios con diferentes estructuras y sus propias contradicciones: sociedad comunitario-tribal, esclavista, feudal y capitalista. En ésta última la burguesía ha creado unas condiciones (económicas, legales, unos modos de vida y hasta la religión) que le permiten prosperar material y socialmente, pero a costa de los trabajadores/as, es decir a expensas del llamado proletariado. Y esta situación,  después de 300 años de existencia, persiste todavía causando la desgracia a miles de millones de seres humanos. No es un secreto que hoy 85 personas, las más ricas del mundo, poseen la misma riqueza que 3.500 millones de habitantes del planeta. Dicho de otra manera, que cada uno de esos depredadores insaciables tiene más riqueza que 40 millones de personas. Por ello, nosotros, comunistas del PCPE, que conectamos       dialécticamente con el materialismo histórico que explica el encadenamiento de los sucesos brevemente expuestos más arriba, de los que nos sentimos herederos orgullosos, y que con Marx y Lenin estamos por la labor de analizar la sociedad capitalista indagando en sus contradicciones y planteando los medios para su destrucción, no queremos frenar la rueda de la Historia, mucho pese a los Fukuyama de turno, sino hacerla avanzar hasta resolver la contradicción burguesía-proletariado en favor de éste último, es decir hasta sobrepasar el capitalismo y conseguir implantar el socialismo. Para nosotros lo revolucionario no es moverse mucho sino moverse en la dirección correcta. Y la dirección correcta, hoy y en este país, está en denunciar la crisis institucional que vive la superestructura del capitalismo español; crisis del sistema de partidos, crisis de la monarquía, agotamiento de los pactos de la Transición; por la salida del euro, de la UE y la OTAN, etc. y al unísono en concienciar y organizar a los/as trabajadores/as y demás capas populares por el socialismo. Porque del mayor o menor desarrollo del movimiento obrero depende que la clase trabajadora reconozca cuáles son realmente sus intereses y luche por ellos a través de la acción revolucionaria. Lo demás, los cantos de sirena de tanto oportunista inconsistente, es vender humo a la clase obrera y obstaculizar objetivamente el desarrollo dialéctico de la Historia.

José L. Quirante    

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