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El 28 de abril comenzaba una huelga indefinida de la limpieza en la Universidad de León, debido a que la empresa concesionaria (que aceptó una concesión de 1,9 millones de euros mientras que el coste de la mano de obra ascendía a 2,4)  pretendía despedir a 40 trabajadoras, que venían a sumarse a otras cuatro compañeras despedidas con anterioridad.

 

En la noche previa, los primeros piquetes comenzaron a organizarse. Tras un inicio muy prometedor, al día siguiente nos encontramos con un gran aumento de miembros de seguridad privados que impiden a las trabajadoras acceder a las facultades, e incluso a los propios alumnos que se solidarizan con ellas, además, las facultades cierran sus puertas dejando únicamente una abierta, e incluso no dejando ninguna al paso de los piquetes informativos.

Al avanzar la lucha el cansancio y los nervios van haciendo mella en las trabajadoras llegando a tener que ser alguna hospitalizada por la continua presión a la que son sometidas por los miembros de seguridad, por la propia empresa (la cual metía esquiroles ilegalmente a limpiar) y la Universidad (que mandaba a los conserjes limpiar las facultades) además de unos servicios mínimos desproporcionados.

Los militantes comunistas también fuimos amenazados y en algunos casos identificados y retenidos, llegando a sacar a un militante de la biblioteca por la fuerza ante la mirada de sus compañeros.

La lucha continuó con una menor intensidad en forma de manifestaciones diarias y, tras un mes de lucha y de unidad obrera inquebrantable, finalmente la empresa cede, no solo eliminando esos 40 despidos sino readmitiendo a las 4 trabajadoras ya despedidas.

Luchando nos vamos liberando, pactando nos siguen explotando.

Jesús David Redondo Martínez

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