La abdicación de Amadeo de Saboya en febrero de 1873 propició un clima de reivindicaciones y luchas por parte del campesinado que se concretaron con la ocupación de tierras en distintas zonas del país, mientras que en las zonas industriales las huelgas se sucedían, dirigidas y organizadas por el naciente movimiento obrero.

 

Las elecciones de mayo la clase trabajadora las enfrenta sin candidatos y lo que es peor, sin proyecto político, por lo que apuesta. En aquellos lugares donde puede vencer los impedimentos del caciquismo, por las opciones liberales de la burguesía. Esta contradicción no viene a ser superada por el movimiento obrero español hasta 1936, con un Partido Comunista, aunque cuantitativamente pequeño, capaz de ser catalizador de un Frente Popular, antifascista y revolucionario.

El triunfo de Pi i Margall y su República Democrática Federal se malograría debido a la entrega de éste a postulados de la burguesía conservadora, siempre legalista y constitucionalista cuando peligran sus intereses. Posición que le impide contar con el apoyo popular y obrero, entregando las riendas de la República a los conservadores, a los de más arriba.

El 25 de agosto la presidencia pasó a Castelar, adversario del federalismo, prócer del caciquismo semifeudal de la oligarquía patria.

El movimiento obrero era derrotado al supeditar la lucha de clases a la lucha cantonal-federalista auspiciada por las facciones de la burguesía empeñadas en hacer SU revolución.

Mareas ciudadanistas decimonónicas que  sirvieron para que la burguesía, preocupada por la situación, preparara la Restauración. El brazo ejecutor sería esta vez el general Pavía (enero de 1874).

Cincuenta y dos años después la victoria del bloque republicano en las elecciones de abril de 1931 va a empujar al Borbón Alfonso XIII a la renuncia y fuga, proclamándose la Segunda República. Esta vez por un periodo algo superior pero incapaz de afianzar un modelo de estado que diese respuesta a los intereses de la clase trabajadora y si para que la burguesía creyese que conseguía hacer SU revolución.

La incapacidad del gobierno republicano en manos de la oligarquía para avanzar en SU propia revolución desemboca en episodios como la Revolución de 1934, dirigida por las organizaciones obreras más combativas. Fracasada la Revolución del 34, la crisis capitalista aderezada por el auge del fascismo impulsa a que la burguesía enseñe todas sus cartas y de nuevo tome posiciones en torno a los tradicionalistas, a los caciques rurales y los oligarcas urbanos.

La victoria del Frente Popular en febrero de 1936 espolea a que la burguesía se amotine y propicie el golpe de estado de julio de este año.

Después de tres años de guerra nacional-revolucionaria la república era definitivamente derrotada, fruto entre otras cuestiones por la posición de importantes facciones de la burguesía que aunque declarándose republicanas y democráticas temían más al poder obrero que a la bota del general. Ahí encontramos a la facción oportunista del PSOE jugando a dos bandas hasta que se quita la careta con el golpe de Casado.

Otros treinta y cinco años hasta la muerte del general fascista y la burguesía española seguía con SU revolución pendiente. Esta vez, y ya metidos en la cadena imperialista, amarran todos los flecos de la restauración del siglo XX.

Cuenta, la burguesía española en el exterior, con el apoyo la Casa Blanca americana y de las mejores Casas de la oligarquía europea. En el interior, con una adormidera del franquismo en forma de príncipe que venía a ponerle cara renovada a la peseta, un PSOE de nuevo cuño, moderno y europeísta pergeñado en Suresnes con diseño Germano-Americano y con la camarilla liquidacionista del PCE.

Las fuerzas vivas de franquismo en el proceso de reciclaje se organizan en la conservadora neofascista Alianza Popular y el club de los ninis (ni rojos ni azules) una mixtura de liberales, demócrata-cristianos y socialdemócratas que adoptaron como logo un donut partido a la mitad naranja y verde, la UCD.

Cuarenta años después abdica otro Borbón, el país se encuentra en lo alto de la ola de la crisis capitalista y no basta con un gobierno de refresco de la burguesía, el Borbón está mayor y el recambio vive a cien metros. La burguesía se desgañita en los medios. Dividida en dos opciones; unos defienden la continuidad de la monarquía en la figura de un joven-maduro suficientemente preparado, capacitado para reinar y no gobernar, los OTROS piden un referéndum para que la “ciudadanía” responda a la preguntita de marras: ¿Monarquía o República?

Cuarenta años después la burguesía, la de arriba y la de abajo, entiende que aún tiene SU revolución pendiente. Ciento cuarenta años después la clase obrera NO enfrenta la abdicación “sin candidatos” y mucho menos sin programa político, pero aún pasado casi un siglo y medio se encuentra presa del engaño de la fracción “baja” de la burguesía.

En 1873 eran los liberales, los republicanos federales de Pi i Margall los que fascinaban a una parte del pueblo con un discurso de cambio. Hablaban del “poder” de los “ciudadanos”, (en masculino, la mujer aún no era lo suficientemente madura y capaz), predicaban en plazas y salones el “poder” de los cantones (pueblos, barrios y comunidades de vecinos), hablaban de procesos constituyentes, de curas y frailes, hacían caricaturas literarias y gráficas de la monarquía pero la pela ya por entonces era la pela y eso únicamente se tocaba para cambiar la cara.

En el 2014 los liberales con SU revolución ya realizada dan el relevo al progrerío de colorines desencantado con un sistema que no les permite formar parte de la burguesía de arriba, un progrerío criado en el entorno Windows y el hipertexto que viene a sugerir de manera muy locuaz que la clase trabajadora debe romperse la cara para mediante la recogida de firmas, amenizada por una buena batucada y un justo intercambio de camisetas, -siempre de algodón-, montar mareas para humanizar el capitalismo y forzar al principito a envejecer a fuerza de convocatorias electorales.

Los y las trabajadoras de este país llegado este momento tenemos ante nosotros la responsabilidad histórica de avanzar, de no permitir que los cantos de sirena nos lleven a la ciénaga, tenemos todas las condiciones para organizar NUESTRA revolución, para dar un paso adelante hacia el poder obrero y el socialismo-comunismo.

Los y las trabajadoras de este país debemos anotar en nuestra agenda que el 19 de junio de 2014 es el día en el que la clase, nuestra clase, tiene que tomar las riendas de su destino, decidir entre socialismo o barbarie, es la fecha indicada para abandonar la autocomplacencia y avanzar hacia el Frente Obrero y Popular por el Socialismo-Comunismo.

Miguel Déniz

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