¡Qué bonito es un entierro así! Con fanfarria, fausto, pompa, grandeza, magnificencia y ostentación. Y después de casi un siglo… “Better late than never”.i

¡Qué triste resulta la del trabajador anónimo que parece una burla a la vida! Algo de sorna, desprecio o escarrnio. Incapaz de dejarnos algo más que lágrimas privadas. Un pequeño evento sin gasto ni dispendio, sin derroche ni despilfarro. Vulgar, chabacano, ramplón, ordinario… “Beggars can’t be choosesrs”ii

No hay duda, prefiero la del monarca, aristócrata o gran burgués. Pero sin envidias, a falta del propio, me alegro del ajeno. “The early bird catches the worm”.iii

Que no es para tanto, aunque sí vistoso eso que llamamos funeral de Estado, que pareciera que todo el aparato represivo y burocrático hubiera de enterrarse; sin embargo, es solo algo simbólico, alegórico, meramente figurativo o metafórico. “All that glitters is not gold”iv

Combatir a la democracia burguesa es insuficiente si no se opone un programa para la democracia revolucionaria en la cual la voluntad popular no se agote en lo cuantitativo, en la cual la igualdad no se agote en lo discursivo, en la cual la transformación no se agote en las superficies.

Para la democracia burguesa no existen límites éticos, todo vale a cambio de asegurarse la provisión de políticos serviles y eternizados, bien entrenados en el oficio de salvaguardar los negocios de los ricos y expertos en recoger las mieles del poder para su disfrute propio. Foto: Obra de Pawel Kuczynski

Es fácil: si la democracia no expresa la voluntad social informada suficientemente, debatida y consensuada desde las bases; si no transparenta su financiamiento y sus procedimientos organizativos; si no consulta abiertamente y crea autocrítica y auditorías permanentes; si no cuenta con revocación de mandato, efectiva, en todos los niveles... se parece mucho al fardo de aparatos controladores que el capitalismo inventó para descarrilar la voluntad emancipadora de los pueblos.

Por más votos con que se llenen las urnas electorales, es democracia burguesa. La misma que nos tiene hartos, en plena lucha de clases.

Dicen algunos «sentidos comunes» que «los pueblos están hartos de los partidos políticos», que la gente busca «fórmulas nuevas» y «rostros distintos», que los pueblos quieren justicia y que las organizaciones políticas no garantizan cambio alguno. Que se desconfía de los partidos por los partidos mismos.

Nuestros enemigos se pueden dar el oscuro lujo de la incoherencia, ese mezquino placer de decir una cosa y luego hacer otra, de defender hoy una causa y mañana denostarla. Nuestros enemigos pueden abjurar de todos sus principios, de esos ideales que alguna vez prometieron salvaguardar al precio de cualquier sacrificio.

Nuestros enemigos pueden ser sibilinos, moverse entre sombras, no dar la cara; pueden hacer gala de oportunismo y cambiar de rumbo según sople el viento, como veletas, o dedicarse a la vida de intrigantes, de hipócritas, de los que callan la verdad por conveniencia y agitan en el aire la bandera de la mentira y la traición.

Nuestros enemigos pueden hacer todo eso sin perder el sueño, sin conciencia que les hierva en las sienes, y siempre hallarán refugio y buen yantar; tendrán premios, homenajes y ovaciones. Pero nosotros no; nosotros no podemos darnos esos lujos, nosotros no podemos ser incoherentes y andar por el camino del mundo dando bandazos demagógicos. La incoherencia es nuestro pecado capital.

Miguel Gila es, con seguridad, uno de los mejores humoristas de la historia de España. Para muchos, el mejor. Y para la historia ha quedado un desternillante sketch sobre la guerra, en el que, uniformado y ataviado con casco y prismáticos, telefoneaba al enemigo y mantenía una conversación por completo surrealista. Sin embargo, este delirante monólogo no podía ser más representativo de la negligente y extravagante situación del Ejército español franquista. No obstante, sabía de lo que hablaba, pues él mismo lo había comprobado, y sufrido, en primera persona: en 1938, con solo diecinueve años, los franquistas le fusilaron junto a otras trece personas en una de las múltiples masacres que perpetraron.

Gila, por suerte, sobrevivió para contarlo y, aunque tras el fusilamiento, no tuvo más remedio que cumplir cuatro años de servicio militar —como castigo por no morir—, pasada la treintena convirtió su conocimiento del Ejército español en un continuo homenaje a la milicia española, y a la guerra en general, en los escenarios de España y América Latina.

Por desgracia, el Ejército español franquista también sobrevivió y, a cada día que pasa, pareciera que quisiera homenajear al gran humorista español y recordarnos que aquel Ejército español franquista es, en esencia, la estructura del Ejército español otanista de la actualidad. A las pruebas me remito: la última, en concreto, el frustrado envío de carros de combate Leopard a Ucrania tras comprobarse que no valen ni para chatarra.

 

Motivadas por la que hubiera debido ser una simple noticia de agencia refiriendo el fallecimiento de quien hace más de 30 años dejó de ser un personaje con trascendencia pública, pero se ha convertido en un nuevo episodio de anticomunismo disciplinado de la totalidad de los medios de comunicación burgueses, surgen estas líneas escritas con mucha más carga de autocrítica colectiva, que de despecho.

Nada aprenden de la Historia y de las dinámicas de transformación social, quienes construyen su relato como una sucesión de nombres en el que las masas y, finalmente la lucha de clases, solo cumplen un papel secundario. No solo lo hace la historiografía oficial burguesa, también hay quienes sin comprender absolutamente nada del Materialismo Histórico, mancillan su carácter científico y, en nombre del “marxismo” se limitan a declamar ampulosamente nombres y apellidos, para tratar de ocultar su absoluto desconocimiento de las más mínimas bases materiales e ideológicas que, a los más diversos niveles, conforman cualquier proceso social.

Ha ocurrido en Inglaterra, en Nottingham, famoso en la literatura por aparecer en los libros de Robin Hood donde nuestro héroe luchaba contra el Sheriff de la citada ciudad.

Los jóvenes han asaltado un McDonald. Hasta ahí han llegado nuestros héroes, no han repartido entre los pobres ni han hecho nada contra el poder del Juan Sin Tierra de turno. Amenazan a los trabajadores mientras que graban con sus móviles su hazaña. En su país gobierna “a medias” un tal Boris Johnson, que les metió nacionalismo imperialista hasta por salvada sea la parte, y también una tal Liz Truss que “asegura que está lista para pulsar el botón nuclear si es elegida para remplazar a Boris Johnson”

No es extraño. La decadencia europea está llegando a niveles insoportables. El abandono de planes de educación adecuados sustituidos por teorías supremacistas blancas y anglosajonas para más INRI, están llevando al mundo al borde de un cataclismo.

No ha de olvidarse el comportamiento famoso de los hooligans ingleses por todo el mundo (aunque creo que hace unos años la policía rusa les paró los pies de forma contundente…porque Putin es un dictador) y del turismo barato y de borrachera que representan buena parte de los europeos blancos. Cualquier ciudad costera española, con sus autoridades rendidas al sempiterno negocio del turismo, ha sufrido y sufre a estos especímenes que no dejan de estar más cerca del fascismo más rancio que de cualquier movimiento reivindicativo.

Una moda que prolifera últimamente es la de los augures. Todos los vaticinios de semejantes prestidigitadores se centran en el invierno próximo en el hemisferio norte, especialmente en Europa. Mientras,en el periodo estival del hemisferio septentrional el mundo permanece en ebullición.

Un verano en el que el mundo hegemónico se tambalea. La UE impone sanciones económicas brutales a Rusia, incluyendo el boicot al petróleo y gas. La negación por parte de Alemania de la puesta en funcionamiento del gasoducto Nord Stream II representa un auténtico tiro en el pie. Europa carece de hidrocarburos y la guerra económica contra Rusia es una opción suicida, una Europa que va camino de volver a la Edad de piedra .La parálisis de la industria alemana y la recesión económica campa a sus anchas como un espectro con guadaña. Exigencias de recorte energético mientras las grandes transnacionales eléctricas se lucran sin el más mínimo de escrúpulos. Los hogares de la clase obrera y de los sectores populares sufren y padecerán los recortes y los precios al alza afectando a sus ya terribles condiciones de vida. En España las eléctricas demuestran al Gobierno títere quién verdaderamente manda. Además aumentan los riesgos de crisis energética tras el apoyo del Gobierno de Sánchez a la ocupación marroquí del Sáhara Occidental, la traición perpetrada al pueblo saharaui y las consiguientes consecuencias sobre las relaciones amistad con Argelia.

La guerra es un elemento imprescindible para el proceso de acumulación del capital, en la fase última de la actual formación sociohistórica. Cuando los mecanismos del mercado se vuelven ineficaces como consecuencia directa del aumento de la composición orgánica del capital y de la caída de la tasa de ganancia, la guerra se convierte en recurso imprescindible para garantizar la apropiación privada de la producción social, del valor.

Por tanto, la guerra es un factor que estará presente en la formación capitalista, de forma estructural, hasta la desaparición histórica de este sistema de dominación internacional. La OTAN, en la última Cumbre celebrada en Madrid los días 29 y 30 de junio de 2022, ha definido en términos concretos su estrategia ante la situación actual. La OTAN 360º es la nueva doctrina diseñada para este final de ciclo.

Habrá guerra en cualquier situación y en cualquier lugar del planeta, allá donde convenga al capital monopolista transnacional. Se actualiza el concepto de “amenazas a la seguridad”, obviamente a la seguridad de los miembros de la OTAN. Los avances tecnológicos de las potencias competidoras, la negativa al suministro de recursos energéticos, los acuerdos y convenios entre otras potencias ajenas a la alianza militar OTAN e, incluso, las migraciones se definen como una amenaza a la seguridad y estabilidad de su sistema. Es decir, se sitúa en la trinchera enemiga a cualquier desarrollo no controlado por las potencias capitalistas hegemónicas integradas en la alianza militar. Esta estrategia, de forma explícita, incluye como una de las respuestas a esas “amenazas” el uso del armamento nuclear como parte de la política de seguridad.

uyl_logo40a.png