Cap. 3: Los mencheviques y los bolcheviques en el período de la guerra ruso-japonesa y de la primera revolución rusa (1904-1907)

Los mencheviques, incluyendo a Trotsky, descendieron a las posiciones del defensismo, es decir, abrazaron la defensa de la “patria” del zar, de los terratenientes y de los capitalistas. En cambio los bolcheviques, con Lenin a la cabeza, entendían que la derrota del gobierno zarista en aquello guerra de rapiña sería beneficiosa, pues conduciría al quebrantamiento del zarismo y al fortalecimiento de la revolución.

El 9 de enero,  ”Domingo sangriento”, murió fusilada la fe de los obreros en el zar. Comprendieron que sólo luchando podían conquistar sus derechos. De las huelgas económicas y de solidaridad los obreros pasan a las huelgas políticas, a las manifestaciones y en algunos sitios, a la resistencia armada contra las tropas zaristas.

Gracias al oportunismo y a la labor escisionista de los mencheviques, la socialdemocracia rusa hallábase, en aquellos momentos, escindida en dos fracciones. Los bolcheviques decidieron tomar en sus manos la iniciativa de convocar el III Congreso. Los mencheviques se negaron a participar en el Congreso y decidieron convocar otro por su cuenta.

Ponían al descubierto en toda su profundidad las discrepancias tácticas existentes entre el III Congreso del Partido y la Conferencia menchevique. He aquí los puntos fundamentales de estas discrepancias:

Línea táctica del III Congreso: el Congreso entendía que, a pesar del carácter democrático- burgués de la revolución que se estaba desarrollando y a pesar de que ésta no podía, en aquellos momentos, salirse del marco de las medidas compatibles con el capitalismo, su triunfo total interesaba de un modo primordial al proletariado.

La táctica del proletariado, encaminada a la victoria total de la revolución democrático- burguesa, sólo podía ser apoyada por los campesinos, ya que éstos no conseguirían desembarazarse de los terratenientes y obtener sus tierras más que con la victoria total de la revolución. Los campesinos eran, pues, los aliados naturales del proletariado.

La revolución sólo podrá triunfar si se pone a la cabeza de ella el proletariado.

Este programa se mantuvo en vigor hasta el VIII Congreso del Partido bolchevique, convocado después del triunfo de la revolución proletaria, en el que fue aprobado un nuevo programa. El Congreso hubiera debido aprobar también los estatutos, para poner fin a los métodos artesanos de trabajo y al espíritu de círculo, a la dispersión orgánica del Partido y a la ausencia de una disciplina firme dentro de él.

La fórmula de Lenin consistía en que solo pudiese ser miembro del Partido quien aceptase su programa, ayudase al Partido en el aspecto material y estuviese afiliado a una de sus organizaciones. La fórmula de Mártov no reputaba requisito indispensable el hecho de formar parte de una organización del Partido.

Lenin consideraba al Partido como un destacamento organizado, cuyos miembros no se suman por sí mismos al Partido, sino que son admitidos en él, a través de una de sus organizaciones, sometiéndose con ello a la disciplina del Partido. La fórmula de Mártov, a diferencia de la de Lenin, abría de par en par las puertas del Partido a los elementos vacilantes no proletarios.

El “Bund” pretendía ocupar una posición especial dentro del Partido. Exigía que se le reconociese como la única representación de los obreros judíos de Rusia. El Congreso rechazó el nacionalismo del Bund en materia de organización. En vista de esto los bundistas se retiraron. Retiráronse también dos “economistas”, al negarse el Congreso a reconocer la agrupación organizada por ellos en el extranjero como representación del Partido fuera de Rusia. La retirada del Congreso de estos siete oportunistas hizo que la correlación de fuerzas se alterase a favor de los leninistas.

Graves discrepancias en cuanto a organización dividieron al Partido en dos campos, el de los bolcheviques y el de los mencheviques, de los cuales los primeros defendían los principios de organización de la socialdemocracia revolucionaria mientras que los segundos se hundían en la charca de la desarticulación orgánica, en la charca del oportunismo.

Lenin señaló que el desviar a la clase obrera de la lucha política general contra el zarismo, reduciendo su misión a la lucha económica contra los patronos y el gobierno y dejando en pie e indemnes a uno y otros significaba condenar a los obreros a eterna esclavitud. Los obreros no podrán desplegar la lucha contra el capitalismo, no podrán desplegar la lucha por el socialismo, mientras se alce en el camino del movimiento obrero el zarismo, que es el perro de presa del capitalismo.

Lenin señaló que ensalzar el proceso espontáneo del movimiento obrero y negar el papel dirigente del Partido, reduciendo su misión a la de mero registrador de los acontecimientos, significaba predicar el “seguidismo”.

Sin teoría revolucionaria decía Lenin no puede haber tampoco movimiento revolucionario. Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia. Todo lo que sea prosternarse ante la espontaneidad del movimiento obrero, todo lo que sea rebajar el papel del “elemento consciente”, el papel de la socialdemocracia, equivale a fortalecer la influencia de la ideología burguesa sobre los obreros. Por eso, todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea alejarse de ella, equivale a fortalecer la ideología burguesa”.

Los “economistas” aspiraban a crear un partido de “reformas sociales”, que implicaban el mantenimiento de la dominación del capitalismo; de que, por lo tanto, los “economistas” eran reformistas, que traicionaban los intereses fundamentales del proletariado.

No son las ideas las que determinan la situación económico-social de los hombres, sino que es la situación económico-social de los hombres la que determina sus ideas.

La “Unión de lucha por la emancipación de la clase obrera” de Petersburgo fue, bajo la dirección de Lenin, la primera organización de Rusia que llevó a cabo la fusión del socialismo con el movimiento obrero.

Los populistas rusos de la década del 90 cerraban os ojos a la situación de los campesinos pobres, a la lucha de clases en el campo, a la explotación de los campesinos pobres por los kulaks y ensalzaban el desarrollo de las haciendas de éstos. En realidad actuaban como portavoces de los intereses de los kulaks.

En la obra “¿Quiénes son los ‘amigos del pueblo’?” Lenin traza las tareas fundamentales de los marxistas rusos. Estos debían, ante todo, tomando como base los dispersos círculos marxistas, organizar un Partido obrero socialista único. Señalaba, además, que habría de ser precisamente la clase obrera de Rusia, aliada con los campesinos, la que derribase la autocracia zarista, después de lo cual el proletariado ruso, aliado a las masas trabajadoras y explotadas y juntamente con los proletarios de otros países, marcharía por el camino directo de la lucha política abierta hacia la revolución comunista victoriosa.

Los “economistas” afirmaban que los obreros sólo debían luchar en el terreno económico, dejando la lucha política a cargo de la burguesía liberal, a la que los obreros debían apoyar. Lenin reputaba estas prédicas de los “economistas” como propias de renegados del marxismo, como la negación de la necesidad de un partido político independiente para la clase obrera, como un intento de convertir a la clase obrera en un apéndice político de la burguesía. Los “economistas” rusos predicaban las mismas ideas que los llamados “bernsteinianos”, es decir, los partidarios del oportunista Bernstein.

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