La sociedad en sí no reconoce ni tiene la suficiente información real de la profesión del sector”.

Entrevistamos en este mes de mayo, mes de la clase trabajadora en el que más allá de las movilizaciones oficiales y datos económicos que ocupan portadas, se hace patente lo alejadas que están las propuestas de los grandes sindicatos de las reivindicaciones de las mujeres trabajadoras, en especial de las dedicadas a una tarea tan central e imprescindible como el cuidado, entrevistamos a las compañeras del colectivo SAD para que nos cuenten con voz propia la realidad de sus condiciones de trabajo.

1) ¿Qué trabajadoras aglutina el colectivo?

Somos la Asociación Unión Técnicas Sociosanitarias S.A.D de Canarias. Nacimos para defender los derechos de las trabajadoras del SAD servicio de atención en el domicilio aquí en Canarias y en apoyo al S.A.D de toda España, ya que a nivel nacional en todo el sector tenemos los mismos problemas.

Nuestra asociación se define, como una organización sin ánimo de lucro, independiente de organizaciones políticas, sindicales u otras organizaciones sociales, aunque podemos llegar a acuerdos y colaboraciones con ellas.

Tenemos el objetivo de visibilizar y reivindicar desde una perspectiva de género, la brecha que en igualdad de trato y oportunidades tiene la profesión, por ser una profesión feminizada, que responde al hecho social de que los cuidados son femeninos y de escaso valor social y económico. Para conseguir estos objetivos salimos a la calle en las manifestaciones, hacemos concentraciones, charlas, entrevistas de prensa, etc., todo lo que esté a nuestro alcance, para dar a conocer la precariedad laboral a la que nos enfrentamos.

Llevan años de lucha, desde estas páginas hemos dado cuenta de sus reivindicaciones, acciones y movilizaciones, siguen peleando para que sus condiciones de trabajo se dignifiquen y se las reconozca como trabajadoras en igualdad de condiciones, sus reivindicaciones son concretas pero también generales, porque tienen claro que su trabajo está precarizado, mal pagado y peor considerado porque es de cuidados, por estar feminizado y privatizado, luchan para que los servicios sociales sean totalmente públicos y no se privaticen por medio de empresas multinacionales que solo buscan su beneficio económico, que multiplican su rentabilidad precarizando a las trabajadoras, ahorrando en EPI, salarios, desplazamientos y otros derechos laborales.

Decididas a clarificar sus verdaderas condiciones de trabajo realizaron una encuesta a las trabajadoras a nivel estatal que se dirigió al conjunto de una plantilla por algo más de 120.000 personas y se obtuvo una muestra de 1.345 personas con respuestas a las 34 preguntas, entre el 2 de septiembre de 2020 y el 4 de marzo de 2021, que fue analizada por la universidad de Oviedo en el Informe de las condiciones laborales del Personal Auxiliar del Servicio de Ayuda a domicilio (http://hdl.handle.net/10651/61945), que aunque reconoce limitaciones en la muestra, revela que el principal problema es la precariedad a la que se enfrenta el sector, siendo el trabajo a tiempo parcial el tipo de jornada más habitual entre estas trabajadoras, el 98 % son mujeres, cuadriplicando la tasa del país y casi triplicando la de parcialidad femenina, también impone una alta temporalidad, más elevada que la del conjunto de la población ocupada. Además una parte importante de la plantilla trabaja a jornada partida, con lo que supone en tiempo y la limitación que implica compatibilizar dicho empleo con otros y/o conciliar.

Las elecciones del 2019 llegaron tras las importantes movilizaciones del movimiento feminista por lo que los programas se llenaron de las propuestas que están en el debate en la calle, la agenda política la imponía el feminismo y los partidos tenían que darles respuesta. Unos, los autodenominados feministas, las dieron a favor y otros obviamente, los reaccionarios de viejo y nuevo pelo frontalmente en contra, ha llovido poco desde allí, la sequía producida por el cambio climático es atroz, y llegadas al 2023 nos toca votar y analizar qué se ha hecho de lo prometido y cómo por la desmovilización del movimiento feminista y su instrumentalización desde las instituciones, el neomachismo ha logrado avanzar en su agenda política, y aunque los discursos y programas actuales estén de medidas a favor de la igualdad de derechos, salvo el de VOX claro, debemos analizar qué ha pasado en estos 4 años de gobierno socialdemócrata y si la agenda feminista en pro de las mujeres ha avanzado o lo que hemos perdido en el camino.

Desde el gobierno de PSOE y Unidas Podemos se defendió en un inicio propuestas de reformas básicas, con el apoyo de los partidos del pacto de la investidura, por un lado, la supresión del delito de abuso sexual para evitar nuevas sentencias como la de la Manada y reforma del Código Penal para garantizar que la falta de consentimiento explícito de la víctima será clave en los delitos sexuales, la ley del  sólo sí es sí y por otro lado que se amplíe el concepto de violencia machista más allá del ámbito de la pareja o la ex pareja. Ambos propósitos han quedado mermados e incumplidos.

La gestación subrogada y la prostitución también estaban sobre la mesa, en ambos casos se proponían su ilegalidad, pero la posible abolición de la prostitución queda vacía de contenido al no estar acompañada de un plan integral y los vientres de alquiler, ilegales actualmente, se les está dando un blanqueo mediático e ideológico para que se legalicen en el estado español.

El movimiento por el derecho a la vivienda y contra los desahucios está conformado y dirigido, mayoritariamente, por mujeres. Al rol que, históricamente, viene desempeñando la mujer trabajadora en el ámbito familiar, donde asume la educación, la compra, la comida, la limpieza y los cuidados, se le suma también la de defensa y protección de su techo y el de su familia.  Y, es que de las personas afectadas por la pobreza en el mundo, el 70 % son mujeres.

La lucha por la vivienda es también una lucha feminista: El 80 % de las personas que participan en las asambleas de la lucha por la  vivienda son mujeres. De todos los desahucios que se producen con familias de un solo miembro, prácticamente el 100 % está formado por mujeres.

 La desigualdad para acceder a determinados trabajos, los bajos salarios, la necesidad de acogerse a jornadas reducidas para conciliar el tiempo de trabajo con la vida familiar, el paro, hacen que las mujeres se enfrenten a enormes dificultades para pagar la hipoteca o el alquiler, lo que las coloca, junto a las personas a su cargo, en una situación de vulnerabilidad insoportable ante la certeza de ser desahuciadas de sus viviendas. Hoy, con las condiciones laborales y salariales de las mujeres de la clase obrera les resulta casi imposible hacer frente a  la hipoteca o el alquiler, y los problemas se agravan cuando se trata de mujeres madres,  migrantes o víctimas de violencia de género. En este caso, aunque la Ley integral contra la violencia de género estipula que las mujeres afectadas tienen prioridad para acceder a una vivienda, un gran número de solicitudes son rechazadas, incluso a aquellas mujeres que tienen una orden de protección.

A la falta de recursos para pagar la vivienda, se suman también los avisos y amenazas de cortes por parte de las compañías  de luz, de gas o de agua, y las mujeres se ven abocadas a una existencia angustiosa, con indefensión y sin ayudas.

La situación de las mujeres trabajadoras en este 2023 que apenas acaba de comenzar, se puede definir como de agudización en la precariedad de los últimos años. Hemos sido las primeras en ser expulsadas del mercado laboral ante la profundización de la crisis del capitalismo, lo que nos lleva a tener que aceptar empleos con peores condiciones y altamente feminizados, que perpetúan la brecha salarial, lo que supone una pérdida progresiva de nuestros derechos laborales y reproductivos, se desmantelan las pensiones públicas y se eleva paulatinamente la edad de jubilación para hacerlas inalcanzables, van aumentando las desigualdades al mismo tiempo que seguimos cargando con el trabajo socialmente necesario que incluye los cuidados. Mientras, crecen las inversiones en armamentos y los presupuestos para la guerra no paran de crecer. Todo lo que se deriva de la pertenencia de nuestros países a la OTAN y a la unión imperialista europea es financiado desde las arcas públicas, a la vez disminuyen y se esquilman por privatización la sanidad pública universal, la educación pública en todos sus niveles (infantil, primaria, secundaria y superior), los servicios sociales, las casas de acogida, las residencias de tercera edad, los sistemas públicos de pensiones… todo un largo etc. Y a consecuencia de ello recaerá sobre la espalda de las mujeres trabajadoras toda esa ingente cantidad de trabajo de cuidados socialmente necesarios. Ese, a grandes rasgos, es el capitalismo del siglo XXI que estamos viviendo y una poderosa razón para que nosotras las mujeres trabajadoras que, militamos en organizaciones comunistas, hacemos un llamado a la articulación de la lucha de las trabajadoras para su derrota.

 

Unidad y Lucha (UyL): Hola Inés, cuéntanos a qué te dedicas.

Inés (I): Hola, pues mira, de profesión soy docente de Educación Infantil, interina de la Comunidad de la Región de Murcia en la escuela pública. Pero en la práctica, además de ser docente, me toca dar bandazos entre distintos trabajos, sobre todo precarios, entre contrato y contrato. Ahora mismo por ejemplo me toca trabajar en hostelería.

(UyL): ¿En hostelería siendo docente de la Consejería de Educación? Cuéntanos cómo es eso.

(I): Verás, ser interino del cuerpo docente es bastante inestable. A pesar de haber superado varios procesos de oposición no consigues plaza y quedas a merced de la Consejería de Educación y de cómo esta dirija su gestión. Así te encuentras en ocasiones obligada a trabajar a 2 horas de coche de tu lugar de residencia, lo que supone sumarle 4 horas a tu jornada laboral, o te encuentras sin trabajo durante largos periodos de tiempo como yo en este último curso.

(UyL): Y cómo trabajadora y mujer, ¿cuál es tu visión de la situación actual de las mujeres trabajadoras?

(I): Ahora mismo te la definiría como dramática. Creo que llegados a este punto todos y todas somos conscientes de la situación económica y la crisis actual. La vida se encarece cada vez más convirtiéndose prácticamente en un lujo, mientras que veo a las mujeres de mi alrededor, a mis compañeras de lucha, amigas, familia… sufrir de una forma más profunda estas consecuencias.

La precariedad laboral y la pobreza siempre han tenido rostro de mujer, y esto cada vez se acentúa más.

La mujer que escapa a los roles ancestralmente asignados debe ser temida, así nos educan a través de la literatura y el cine

Lauren Bacall, encarnación de la femme fatale del cine, arquetipo diseñado para advertirla tragedia que acarreaba a los hombres enamorarse de una mujer segura de sí misma.Autor: Tomado de Internet Publicado: 28/02/2023 | 08:38 pm

No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente (...) de una mujer así jamás se regresa.

Martha Rivera-Garrido

La mujer que escapa a los roles ancestralmente asignados a su género debe ser temida. Así nos educan desde la cuna a través de cuentos, canciones y películas que condenan a la bruja, la Medusa, la vampiresa, la casquivana...

Como complemento, en casi todas las culturas lo femenino representa la debilidad humana, lo demoníaco, la lujuria. Los estereotipos se mueven entre los roles aplaudidos (virgen-esposa-madre-servidora) y los condenados, cuyas conductas, reales o de creación artística, satisfacían una fantasía recóndita del ideario masculino: la hembra irreverente y sexualmente disponible que subvierte los cimientos del patriarcado, pero es pisoteada por ellos.

Desde su sacrosanta posición de jefe y guía de hogares, naciones e imperios, un hombre veía su estatus tambalearse si sucumbía ante el poder de la seducción. Su juicio era cuestionado, sus ciudades ardían como Troya...

Para evitarlo debía conseguir una mujer ideal: dulce, sumisa, maternal (como la venden todavía los memes). Una capaz de dejar las riendas del mundo en las sabias y varoniles manos del padre, el hermano, el esposo.

Aparece un cadáver de una mujer en una playa de Málaga. Dado su estado, los vecinos aluden, a un “ajustes de cuentas”. La policía, que ni confirma ni desmiente los corrillos televisivos, acaba deteniendo a su pareja, es un nuevo caso de asesinato machista. Este feminicidio especialmente cruento por la forma, pero igualmente violento en el fondo, es uno de los once que sucedieron el pasado diciembre y si el año se despidió con una ola de terror machista, enero no ha terminado y ya hay 6 víctimas mortales más. El 23 de enero un hombre con antecedentes por violencia machista fue detenido en Valladolid por asesinar a cuchilladas a su pareja y a la hija de esta.

Saltan las alarmas, se convocan gabinetes de crisis, comisiones interministeriales y todo el mundo se pregunta, ¿qué está pasando?

Desde que existen datos sobre estos crímenes (2003), el número de mujeres asesinadas que habían denunciado se movía en una franja en torno al 20 %. Entonces se las culpabilizaba por no haberlo hecho, de las víctimas asesinadas en diciembre, la mitad habían denunciado. De los asesinatos de este enero, en la mitad de los casos los hombres habían sido denunciados en algún momento por violencia de género y constaban en el sistema Viogen, aunque los casos estuvieran inactivos. Según el Ministerio del Interior, en este sistema hay 74.656 mujeres con protección, de las cuales 17 se encuentran en riesgo extremo y 706 en riesgo alto».

En un artículo anterior poníamos de manifiesto la utilización de las nuevas tecnologías como un medio más para ejercer distintos tipos de violencia contra las mujeres.

Para combatir las violencias machistas en general, y en las nuevas tecnologías en particular, debemos tener claro que se trataría de golpear en los cimientos del sistema capitalista y el patriarcado, de golpear en las estructuras de este sistema que fomenta y favorece la desigualdad entre hombres y mujeres con todas las herramientas a su alcance para mantenernos viviendo bajo el miedo y absolutamente controladas.

Educación en igualdad

Está claro que con las medidas que se han llevado a cabo hasta ahora se ha logrado de alguna manera visibilizar las desigualdades de género, pero no se ha logrado revertirlas, es por ello, que es necesario comenzar por un cambio en el sistema educativo.

Para enfrentar las causas de base de la violencia contra las mujeres y las niñas, es estratégico que exista un proyecto de educación en igualdad para toda la sociedad y en todos los niveles, (la educación formal, la no formal, los medios de comunicación, las redes sociales, las organizaciones vecinales u otros colectivos sociales…), al mismo tiempo que se realizan campañas puntuales para combatir aspectos concretos.

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