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Editorial Octubre 2014

La persistente crisis en la cúspide (aumenta las dificultades de las clases dominantes en España para mantener su hegemonía) debilita la posición de las clases dominantes en España, y crea una dinámica de cambiantes condiciones para el desarrollo de la lucha de clases. Es responsabilidad del destacamento de vanguardia aprovechar esta situación para hacer avanzar la lucha de la clase obrera y el crecimiento y la organización de su Partido.

Los resultados de las pasadas Elecciones Europeas, con una pérdida de cinco millones de votos para el bipartidismo, fueron una primera expresión palpable del debilitamiento de la estabilidad conseguida por la burguesía con la llamada Transición democrática.

La retirada, en estas últimas fechas, de la reforma de la Ley del aborto, y la dimisión del Ministro Gallardón, expresa también las pugnas internas entre distintos sectores de las clases dominantes y su nivel de complicidad con las estrategias de la Iglesia Católica.

La firma por Artur Mas de la convocatoria del pretendido referéndum para el 9N es un episodio más de las rivalidades y pugnas entre sectores del bloque de las clases dominantes, y sus maniobras para recolocar sus intereses en el escenario de esta crisis.

Rajoy pretende ganar tiempo, desesperadamente, manteniendo -con engañosa firmeza-, un descarado discurso de mentirosas promesas de un futuro mejor, para así tratar de contener la respuesta social de las masas trabajadoras a sus políticas oligárquicas. Inevitablemente la realidad lo desmiente una y otra vez, en plazos muy breves de tiempo.

En el aspecto internacional España tiene dificultades crecientes por su debilidad -también- en el campo militar, a consecuencia de su imposibilidad para mantener los ingentes presupuestos necesarios para poner al día su desfasada maquinaria de guerra. Así el gobierno Rajoy recurre a algunos patéticos gestos (enviar 25.000 fusiles Cetme, que tiene almacenados desde hace diez años, para combatir al Estado Islámico), y, especialmente, a ofrecer la posición geopolítica del territorio español -especialmente Andalucía y Canarias- a las grandes potencias imperialistas para sus estrategias de guerra. Ello expresa, con claridad, el continuo retroceso del imperialismo español en la cadena imperialista.

Hoy el Gobierno hace continuas declaraciones, afirmando una mejora generalizada de la economía del país, prometiendo -incluso- la creación de más de trescientos mil empleos para el próximo año. Independientemente de que, a ese hipotético ritmo, se tardaría casi veinte años en resolver la actual cifra de paro en España, la realidad es que las cifras no se sostienen.

En la actualidad en España casi el 40% de la población activa que tiene empleo realiza jornadas semanales inferiores a las cuarenta horas. Es decir, hay 6.774.700 de trabajadores y trabajadoras que están en situación de subempleo. Especialmente los contratos a tiempo parcial por menos de nueve horas a la semana han crecido 32,4%.

En resumen, haciendo la comparación entre los datos de empleo del segundo trimestre de 2014 con los del mismo período del año anterior, tenemos que la cifra del empleo aumenta en 192.400 puestos de trabajo, pero que las horas trabajadas (haciendo la misma comparativa interanual) se han reducido en 68,6 millones, lo que equivaldría -aplicando el concepto de jornadas completas- a la destrucción de 131.900 puestos de trabajo en ese período.

Esta incuestionable realidad destapa las patas cortas del discurso mentiroso del gobierno, y ratifica el correcto análisis que el PCPE hace del desarrollo de la actual crisis capitalista y su persistencia.

Pero las clases dominantes trabajan también, y con intensidad, en el campo de la respuesta social; conscientes de que esta situación objetivamente favorece a las posiciones revolucionarias, que ganan cada día más audiencia entre al clase obrera y otros sectores populares.

El auge actual de las posiciones oportunistas se corresponde con esta esfera de trabajo de las clases dominantes.

El oportunismo consigue una más fácil penetración entre la clase obrera y el pueblo no sólo por la simplicidad idealista de sus ideas, sino porque -de una manera más explícita o más disimulada- establece una amplia alianza con las clases dominantes oligárquicas. Alianza que es posible porque trabaja para apuntalar el sistema de dominación, que considera “que está corrompido y funciona mal”, y que su hábil y honesta gestión política lo regenerará y lo hará funcionar bien, favoreciendo consecuentemente a la amplia mayoría social.

Así, en estos tiempos, los media del sistema dedican amplios espacios a los Cayo Lara, Alberto Garzón, Pablo Iglesias, Monedero, etc; porque hoy se han constituido en colaboradores necesarios para el mantenimiento del sistema capitalista español.

El bloque de las clases dominantes les han asignado el siempre repetido papel de tontos útiles para tratar de contener el ascenso revolucionario de la clase obrera en España, auténtico peligro para el sostenimiento del capitalismo español.

Por ello el reto hoy, para el campo revolucionario, es trabajar para que la clase obrera transite por su camino independiente -fuera del pantano-, para articular una audaz política de alianzas con otros sectores populares, en lo que llamamos el Frente Obrero y Popular por el Socialismo (FOPS). Asumir consecuentemente que estamos en la etapa de transición del capitalismo al socialismo, y, deducir de esa caracterización del momento histórico cual es el programa para la lucha política actual de la clase obrera, para convertir ese análisis en práctica política combatiente y unitaria que permita organizar el contraataque frente a las estrategias de las actuales clases dominantes.

Trabajando con esa orientación avanzaremos hacia un cambio en la correlación de fuerzas en la lucha de clases, en la que la clase obrera catalana dejará de caminar detrás de su burguesía nacional, en la que tampoco los cantos de sirena del oportunismo encontrarán receptividad entre trabajadores y trabajadoras, donde será posible levantar un amplio movimiento social y político contra la guerra imperialista y la militarización de nuestro territorio, y donde las ideas de la lucha por el socialismo-comunismo ganarán a amplias masas obreras que orientarán certeramente sus esfuerzos por la emancipación, y por la derrota del capitalismo, bajo la dirección de su Partido Comunista.

Así, como en octubre de 1934, la clase obrera asturiana realizó su más serio y heroico intento de conquistar el poder y construir el socialismo, de nuevo la clase obrera de todo el Estado volverá a la lucha revolucionaria por su emancipación, hasta la victoria, es decir, hasta la derrota y la destrucción de su enemigo de clase, la burguesía y el sistema capitalista.

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