El capitalismo impide el acceso universal a los avances científicos

 

La Hepatitis C es una enfermedad inflamatoria del hígado de origen vírico. El contagio se produce fundamentalmente vía sanguínea a partir de transfusiones y otros procedimientos médico-quirúrgicos o en relación con la adicción a drogas de administración intravenosa. En el 70% de los casos la infección viral es persistente y deriva en una hepatitis crónica, en muchas ocasiones asintomática durante 20 o más años, que degenera a cirrosis hepática en un tercio de los casos. Su tendencia a la cronicidad, evolución silenciosa pero potencialmente grave en sus estadíos finales y elevada prevalencia [se calcula que un 2% de la población española, es decir, alrededor de 900.000 personas, se encuentran infectadas por el Virus de la Hepatitis C (VHC)], la convierten en un serio problema de salud pública.

Durante los últimos 5 años se han sintetizado moléculas con acción antiviral directa frente al VHC, de mayor eficacia terapéutica y menores efectos secundarios que los tratamientos existentes previamente. Uno de tales fármacos, el Sofosbuvir (comercializado bajo patente de la multinacional GILEAD con el nombre de Sovaldi®), ha adquirido notoriedad tras las movilizaciones bajo la consigna “Tratamiento para todos/as” exigiendo el acceso público de todos los pacientes a los medicamentos de nueva generación. En el capitalismo, sin embargo, el conocimiento queda atrapado por un sistema de patentes que, en manos de los monopolios, sólo protege sus ingentes beneficios bajo el falso pretexto de estimular la investigación. Mienten los monopolios farmacéuticos cuando justifican los precios estratosféricos que exigen a los pueblos en base a las cuantiosas inversiones necesarias para el desarrollo de los medicamentos. El Sofosbuvir, como tantos otros fármacos, fue el resultado de investigaciones financiadas con fondos públicos. Se apropian del acervo científico que nos pertenece y, en este caso, ocultan que las nuevas moléculas contra el VHC poseen estructuras y mecanismos de acción similares a las de los antirretrovirales para el tratamiento del VIH que actualmente se producen como genéricos a costes muy bajos.

Según un estudio, ya aceptado para su publicación en la revista “Hepatology”, el coste de producción para el tratamiento completo de 12 semanas con sofosbuvir es de entre 68 y 136 $ (61-121 €) mientras que, según la base de datos BOT PLUS 2.0 del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) le paga al monopolio cerca de 44.000 € por dicho tratamiento, es decir, aproximadamente 500 veces su coste real. Para justificar la exclusión de la inmensa mayoría de los pacientes, el Consejo Interterritorial del SNS acuerda la “Estrategia terapéutica de priorización” que, dicen, “pretende ser un instrumento para el acceso ordenado de los pacientes del SNS a los nuevos tratamientos para la hepatitis C en el marco de las condiciones de financiación pública de estos medicamentos” y añade que lo revisará periódicamente atendiendo, entre otros criterios, a las “nuevas condiciones de comercialización y financiación”. De momento, prioriza a los pacientes con cirrosis en fase más avanzada dejando fuera a pacientes en que, por encontrarse en estadíos más precoces, el tratamiento sería más efectivo evitando la progresión de la enfermedad. Y, por si no queda claro, el gobierno ha nombrado coordinador del Plan Estratégico Nacional para el Abordaje de la Hepatitis C a Joan Rodés, miembro desde 2007 del consejo social de Farmaindustria (Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica). De nuevo, el zorro al cuidado del gallinero.

Debemos exigir que en el Estado español se constituya una industria farmacéutica de titularidad, financiación y gestión exclusivamente públicas que cubra todo el ciclo de investigación, producción y distribución de los medicamentos realmente efectivos. Tan importante como conocer las causas y los tratamientos específicos contra una enfermedad concreta, es que éstos se hagan accesibles a toda la población. Perdamos toda ilusión de alcanzar esa meta dentro del capitalismo. Quienes vendan falsas ilusiones al pueblo trabajador deberán asumir su responsabilidad histórica. La de la clase obrera es acabar de una vez por todas con el sistema de explotación capitalista y construir una nueva sociedad que eleve el nivel de la consigna, “Socialismo para todos/as”.

José Barril

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