La situación geográfica de Turquía ha sido, estratégicamente, un factor que, a lo largo de la Historia, ha deparado una gran cantidad de acontecimientos relevantes y que en estos momentos adopta un protagonismo significativo. Siendo miembro de la OTAN desde 1952 y con más de 400 000 soldados, es el segundo país con mayor aportación de tropas en esta alianza militar imperialista. En la base de Izmir se encuentra el Cuartel General del Mando Terrestre de la OTAN, y en la base aérea de Incirlik, que forma parte del llamado “escudo antimisiles”, se desarrolla la misión Active Defense, donde también participan establemente tropas del ejército español.

El 15 de julio, un llamado intento de Golpe de Estado alteró por unas horas la respiración de los centros de poder, incluidas las Bolsas mundiales (el Bist 100 de Estambul bajó un 7,08% en esa fecha, y la lira se desplomó). Y, sin embargo, trascurridos los días y conociendo detalles de la intentona, la situación se analiza más en términos de grupos de la burguesía turca que confrontan en posicionarse en el avispero del imperialismo en relación a la crisis del sistema capitalista y la violencia que se está ejerciendo en la zona, por una parte con la guerra desatada en Siria y, por otra parte, con la incorporación de la península de Crimea a Rusia y su papel en el Mar Negro.

Los Golpes de Estado en Turquía en los siglos anteriores siempre han contado con la participación de las FFAA turcas de forma institucional, pero en este golpe no ha sido así. Imposible, por otra parte, interpretar que la preparación del Golpe era desconocida para los servicios secretos de los principales países imperialistas (principalmente la CIA), que no intervinieron directamente, y que jugaron un papel al permitir el desarrollo de los acontecimientos (ningún Gobierno expresó su rechazo en la madrugada del Golpe), y posteriormente tampoco han mostrado una satisfacción desmedida por la derrota de los golpistas. Por tanto, el Golpe se dirigía contra Erdogan y su Gobierno del AKP, y lo encabezaron oficiales del ejército turco simpatizantes con el clérigo Fethullah Gulen, exiliado en EEUU desde 1999 y confrontado con Erdogan desde 2010. El intento de Golpe dejó más de 200 muertos, y miles de detenidos entre miembros del ejército y la policía. A partir de ese momento, la “limpieza” de los gulenistas en todos los sectores ha sido fortísima, empleando todos los métodos represivos y torturas que los Gobiernos reaccionarios suelen emplear, extendiéndose esta represión a organizaciones populares y a la población kurda.

Es a partir de ahora cuando se puede concretar la situación de Turquía en el polvorín que supone la confrontación interimperialista, y el riesgo a una confrontación que adquiera tintes más trágicos. Ningún líder de los países de la OTAN ha ido a visitar a Erdogan después del Golpe. Pero Erdogan sí adelantó su viaje a Moscú para trazar líneas sobre aspectos básicos de las economías de ambos países: a) Tratar de evitar la pérdida de 10 millones de dólares anuales por la obligada aplicación de las sanciones contra Rusia; b) poner en marcha una planta nuclear conjunta; c) reanudar la negociación del gasoducto TurkStream, que favorece los intereses rusos e iraníes y perjudican a la UE; d) impedir la desintegración de Siria a través de la creación de un estado kurdo (el permitido ataque turco en Jarablús); e) Ankara favorecerá la solución en la guerra de Siria (los turcos acaban de cerrar el paso fronterizo de Bab-al-Hawa de aprovisionamiento a los yihadistas).

Mientras tanto, rusos y norteamericanos continúan las negociaciones para llegar a la próxima reunión sobre Siria, en septiembre, en las mejores condiciones posibles para imponer sus intereses en la zona. Serán los intereses imperialistas de uno u otro polo los que se impongan en estas condiciones. Los intereses de los pueblos sólo se impondrán con países socialistas.

V. Lucas

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