Para quienes no conozcan Barcelona, el Parlament está pared con pared con el zoológico de la ciudad. Eso siempre ha dado pie a la broma socarrona.

Después de las elecciones, la aritmética electoral da por hecho que el único gobierno estable posible es el de ERC, Junts y las CUP. Siendo ERC la fuerza más votada del bloque independentista, quien debe impulsar las negociaciones para un gobierno de coalición, es el partido social-liberal.

Dos meses después de las elecciones, el antiguo polvorín de la ciudadela militar que hoy es el Parlament, se ha convertido en un pantano, y como en todo pantano, los animalitos se quedan atrapados. ERC ha firmado un pacto con las CUP a espaldas de Junts. Junts, como segunda fuerza prácticamente empatada con ERC, tiene tremendo ataque de cuernos y ha puesto las negociaciones en punto muerto. El independentismo patriótico e hiperventilado está al borde de un ataque de nervios; después de la independencia proclamada y desproclamada en 3,5 segundos, cualquier cosa puede pasar; y a pesar de conseguir por primera vez en la historia el 52% de los apoyos electorales, ¿quién les puede asegurar a los independentistas que el President no acaba siendo el ex-ministro Illa?

A raíz de la presentación de la moción de censura en Murcia y el adelanto electoral en Madrid, en el PCPE escribimos:

Solo una interpretación fundamentada en el materialismo histórico puede arrojar luz para entender la compleja realidad sociopolítica de España. Con el único análisis que se nos propone desde los partidos del sistema y las empresas de comunicación, es imposible trascender la anécdota y lo aparente que oculta el verdadero conflicto de clases y las estrategias de dominación del bloque dominante oligárquico-burgués.

Ahora, tras el resultado electoral del 4 de mayo y tomado el tempo para salir de la avalancha informativa generada, no solo sigue vigente esta afirmación, sino que se convierte en urgente colocar un análisis que permita:

SOLIDARIDAD CON PALESTINA

Tras un nuevo paso, esta vez en un barrio de Jerusalén, en la sistemática política para expulsar a la población palestina de su Tierra, la criminal entidad sionista (Israel) responde a la Resistencia con represión y bombardeos militares sobre población civil de Gaza. Decenas de personas asesinadas que solo son noticia durante unas horas y que se unen a la infinita lista de Mártires que riegan Palestina con su sangre desde hace más de 80 años. Una vergüenza normalizada que se asume como inevitable por la llamada Comunidad Internacional y que, en el colmo del cinismo, solo se atiende con un llamado a la “contención por las partes”. ¡Acaso es posible establecer un paralelismo entre el agresor y el agredido, entre el asesino y la víctima! En el caso de Palestina es así desde el fatídico año de 1948 en el que, con la vergonzosa cobertura internacional de Naciones Unidas, la ocupación sionista inició mediante el terror sistemático la expulsión de la población palestina y la ocupación programada de su tierra por parte de colonos extranjeros.

Entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871 se produce en París, tras movilizaciones populares de gran intensidad, la primera experiencia de la toma del Poder por la clase obrera. Aquellos acontecimientos ocurridos hace 150 años son de obligado estudio y análisis para los revolucionarios de hoy, para los que pretendemos llevar a la clase obrera a su victoria definitiva y cumplir con la sentencia científica marxista del protagonismo que les corresponde a los trabajadores en el desarrollo de la lucha de clases.

40 años no pasan en balde

La peculiar historia de España durante el siglo XX ha dejado poso. El llamado “fascismo sociológico” es una realidad y supone que amplias capas de la población encuentren “normales” afirmaciones que en otros lugares serían motivo de escándalo. En ese fango se mueve como pez en el agua el fascismo actual, con la organización con nombre de diccionario al frente.

No debe sorprendernos el resurgir del fascismo organizado, más allá de los grupúsculos, cuando la situación social y política se enrarece. El capital utiliza en cada momento la herramienta más adecuada a sus intereses: ahora toca darle de comer a los perros de presa, mañana quizá les quitan el bozal y suelten la correa. El caldo de cultivo para que arraigue está ahí, cocinado a fuego lento durante el franquismo.

 

Decía Stalin en 1931 en la revista Revolución Proletaria, con el título “Sobre algunas cuestiones de la historia del bolchevismo”: “algunos bolcheviques creen que el trotskismo es una fracción del comunismo, que, ciertamente, comete errores, hace muchas tonterías, a veces hasta es antisoviética, pero que, a pesar de todo, es una fracción del comunismo. De aquí nace cierto liberalismo para con los trotskistas y los que piensan como ellos. Huelga demostrar que tal opinión sobre el trotskismo es profundamente errónea y dañina. En realidad, el trotskismo hace ya mucho que dejó de ser una fracción del comunismo. En realidad, el trotskismo es el destacamento de vanguardia de la burguesía contrarrevolucionaria”.

El prestigioso matemático internacionalmente reconocido Víctor Glushkov es considerado como el padre fundador de la tecnología de la información y la cibernética en la Unión Soviética. Con sus contribuciones científicas, Glushkov, ha influenciado enormemente campos como los de la teoría de la programación y la inteligencia artificial, entre otros. Uno de los retos más nobles emprendido por este genio fue el de la creación del Sistema Nacional Automatizado de Computación y Procesamiento de la Información (OGAS, por sus siglas en ruso). OGAS consistía en una red de computadoras destinada a la gestión de la asignación de recursos e información entre distintas organizaciones de la economía soviética, lo que sin duda representaba una forma de planificación socialista mucho más elevada respecto del sistema de planificación centralizada entonces existente. Propuesto en 1962, OGAS, muy por delante de su tiempo (como el propio Glushkov), recibió la oposición de líderes del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) que sintieron amenazado el control del proceso económico por el partido. Así las cosas, OGAS quedó financieramente ahogado e inconcluso a comienzos de los años setenta.

Décadas de lucha obrera nos enseñan que si lo que se necesita es levantar una potente contraofensiva que enfrente las constantes agresiones de la patronal y sus gobiernos, no podemos olvidar nunca dos aprendizajes. Para nada son únicos, ni excluyentes, pero sí imprescindibles para empezar a darle la vuelta a la tortilla en función exclusiva de las necesidades e intereses de los trabajadores y trabajadoras.

Aprender de nuestra historia de lucha siempre será necesario para mantener en alto las banderas rojas de la clase obrera que dan continuidad al hilo rojo que nutre la lucha de clases, pero mucho más en momentos de reflujo y por eso estas líneas, que miran hacia atrás para reflexionar sobre cómo detener la espiral de pérdida de derechos en la que se encuentra inmerso el movimiento obrero. Unas notas para la acción y el debate colectivo con nuestra clase,

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